“Abuso contra persona de la tercera edad”

“Abuso contra persona de la tercera edad”

En la sala de entrevistas, el abogado hablaba con los padres respecto a su hijo de 17 años. Eran obreros en los campos agrícolas. Piel teñida, quemada, y arrugada por el sol. Dedicados al trabajo, honrados, disciplinados. Pero como tantos padres en circunstancias iguales, por sacrificarse por sus hijos al mismo tiempo los descuidan. Por su parte los hijos no valoran el sacrificio de sus padres. Durante la entrevista, la historia salió poco a poco. El joven había metido la mano en el bolso de su mamá. Con $100 de esos dólares trabajados en el insoportable calor del campo, se fue con sus amigotes al casino, seguro que los iba al menos a triplicar. En las maquinitas del azar perdió todo. No sabía cómo iba a reponer el dinero en el bolso de su mamá. De reojo vio a una anciana jugando en una maquinita. A su lado tenía un silla de ruedas, sobre la cual colgaba un bolso con las correas colgando hacia la falda de la señora. Se tramó la idea. Pasaría caminando rápido, jalaría el bolso y saldría corriendo hacia la salida. Sin pensarlo, fue a los hechos. Problema es que no vio que la señora tenía la correa por su muñeca. Cuando el muchacho jaló, la señora agarró el bolso y fue a rodar contra la silla y luego contra el piso. Señora de 75 años. Se abrió una herida en la frente, y moretones por todo el cuerpo. Las cámaras de seguridad captaron todo. Los guardias estaban esperando al muchacho en la puerta…
Los padres tendrían que pagar todos los gastos médicos. El joven quedó encerrado por 6 meses en la cárcel de menores, por abuso contra persona de la tercera edad. Al salir tendría que cumplir con 50 horas de trabajos a la comunidad. Los peores perjudicados? ¡Los padres! ¿De dónde sacarían los cinco mil dólares para pagar los gastos médicos?
Ahí en ese muchacho estamos retratados todos nosotros, toda la humanidad. ¿Nuestro mayor pecado? El mismo del muchacho. Despreciamos el sacrificio de nuestro Padre al dar su Hijo por nosotros. “Él fue traspasado debido a nuestra rebeldía. Fue magullado por las maldades que nosotros hicimos. El castigo que él recibió hizo posible nuestro bienestar. Sus heridas nos hicieron sanar a nosotros. Todos nosotros nos habíamos perdido como ovejas. Cada uno agarró su propio camino. Pero el Señor cargó en él todo el castigo que nosotros merecíamos” (Isaías 53:5,6). El joven de nuestra historia quedó libre en dos meses, por el sacrificio de sus padres, que vendieron un terreno en su país para pagar los gastos médicos de la anciana. Pero nosotros, por el sacrificio de Jesucristo quedamos ¡libres de castigo y condenación para siempre! “Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

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