“Vino por Lana, y salió Trasquilada”

“Vino por Lana, y salió Trasquilada”

Desde la tribuna, el juez resumió el caso: “Esta es la demanda de la señora Dolores de Reclamos contra el señor Nopuedo Conella. La señora pide un aumento en la manutención de sus hijos. Dice que los $100 dólares mensuales que le da su ex no le alcanza, porque ahora no está trabajando, y hace tres meses dio a luz un niño”. Ahora el juez, se dirigió a la señora. “¿Usted está trabajando?” “No su señoría. Mi trabajo es mi hogar. Tengo cinco hijos. Los tres de él, y dos ahora con mi nuevo marido”. El juez continuó su indagatoria: “Y su nuevo marido trabaja?” “Mi nuevo marido gana muy bien. Él sí sabe cómo cuidar de una mujer. Por eso yo dejé de trabajar”. Pero, “¿usted sufre de alguna enfermedad o incapacidad que no le permita trabajar?” “No, su señoría, yo gozo de buena salud.” “Entonces, ¿cómo espera que su ex-marido sí trabaje para mantener a sus hijos, y usted no? ¿Acaso no son sus hijos también?” “Sí, pero es que yo también ahora tengo dos hijos con mi nuevo esposo”. “Eso está bien. Pero, ¿por eso sus otros hijos dejan de ser sus hijos, y sólo son responsabilidad del papá? No señora. Le doy 60 días para conseguir trabajo. Y a partir de esa fecha, digamos si usted gana el salario mínimo, y con el buen salario de su marido… aquí está el cálculo según la fórmula de manutención… usted tendrá que pagarle a su ex-marido la suma de $150.00 USD mensualmente”. Mientras la señora salía de la sala, escuché que alguien murmuró, “Vino por lana, y salió trasquilada”.
Pudiéramos debatir la justicia o injusticia del fallo del juez. Pero en el tribunal de arriba, las cosas fueron al revés. El que vino por ovejas ¡salió trasquilado! Dice la Escritura, “Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca” (Isaías 53:7). Nos opusimos a que Dios nos aceptara solamente mediante su vida humilde, amorosa, y llena de paz. Nosotros quisimos que Dios se fijara en nuestro sufrimiento, sacrificios, obras de caridad, lo que nosotros pensamos es el gran costo de ser cristianos. Pero Dios las rechazó todas y nos dijo que sólo al creer en la perfecta vida de su Hijo, su sacrificio por nuestros pecados, tendríamos vida. Lo demás es vivir muerto. Por eso le quitamos su vida, lo trasquilamos de su más preciado don. Pero tanto es el amor de Dios para nosotros en su Hijo, que Él tomo la lana – es decir su vida – y de esa lana trasquilada hizo un manto perfecto de amor y justicia para cubrirnos. ¡Nosotros fuimos por lana, y encontramos oro! “Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida” (Juan 20:31).

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