“Vamos a dejarle el Regalo de Cumpleaños a tu Papá”

“Vamos a dejarle el Regalo de Cumpleaños a tu Papá”

Cuando llegaron los detectives las dos madres estaban sacando lo que parecía la compra de la semana de las maleteras de los coches, y llevando las bolsas a la casa. Entraban por la puerta de la cochera. Un niño había salido de cada coche, y los dos jugaban inocentemente con unos carritos de juguete en el patio delantero. Parecía una escena tranquila en cualquier suburbio del país. Los detectives habían estado tomando fotos desde una van estacionada a cierta distancia. En el momento preciso salieron de la van y fueron caminando hacia las señoras. Venían vestidos de civil, con ropa corriente. Saludaron, y anunciaron que tenían orden de cateo del domicilio. Las señoras corrieron hacia sus niños y luego de tomarlos de la mano corrieron hacia sus coches. Pero un detective las esperaba frente a cada carro. En eso llegaron varias patrullas de policía, y los oficiales se hicieron cargo de los niños mientras otros esposaban a las dos mujeres. En la cochera escondidas en las máquinas de lavar y secar había seis bolsas de compras con cinco panelas de purísima calidad de cocaína en cada una. Un valor de venta de un millón de dólares. Días después por medio del intérprete al español los abogados explicaron a las madres que afrontaban cargos de transporte y almacenamiento de cocaína para ventas. Pero además, serios cargos por poner en peligro la vida de los dos niños. “¿Y qué tienen que ver los niños?” preguntó una de las madres. “Lo único que dijimos a los niños es que íbamos a dejarle el regalo de cumpleaños a su papá”.
Cosas así lo dejan a uno sin palabras. Pero la ley sí tiene muchas. Las señoras están expuestas a 15 años de cárcel cada una, y la pérdida de la patria potestad de sus hijos. Descaro. Irrespeto, infamia, perversidad. Hay otras palabras pero esas no caben aquí. El sentido de indignación que causan esas madres suscitan sentimientos de acusar y condenar a esas mujeres que ni merecen el nombre de madres…
Aún así, la voz del Tribunal de Arriba es “El que esté sin pecado que tire la primera piedra” (Juan 8:7). Pareciera increíble, pero todo lo malo y el peor castigo que nosotros quisiéramos que cayera sobre esas madres ya cayó en el cuerpo santo e inocente de Jesucristo. Ni el cuerpo de esas mujeres sería capaz de aguantar el castigo por la infamia que cometieron contra sus hijos y contra la sociedad, y el descaro de sus acciones. “Cuerpo me preparaste”, dijo Jesús. Y así fue. Su santo y perfecto cuerpo fue preparado justo para llevar el castigo que ningún ser humano es capaz de llevar. Por eso dice la Escritura, “por sus llagas fuimos nosotros sanados” (Isaías 53:5). ¿Será que alguno tendrá un “pecadillo” como este escondido en la cochera de su alma? Ese cuerpo también llevó todo lo tuyo… y lo mío…

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