Un Niño Aprende Inglés a la Brava

Un Niño Aprende Inglés a la Brava

Mi desquite
Cuando iba al baño, frente a esos grandes urinales, sentía una patada por atrás. Tenía que recostar la mano en el urinal para no caerme. Al darme la vuelta, estaba rodeado por muchachos altos, fornidos, con miradas burlonas y amenazantes. Uno de ellos, el más pequeño, se me acercaba con sus puños dando vueltas frente a mi cara: “You wanna fight me Pancho? Ah? Fight me, fight me Pancho?” Yo no entendía las palabras, pero sí la invitación. Tal vez con él solo me hubiera atrevido, pero ahí había cinco muchachos más protegiéndolo, todos diciendo con sus miradas y sus gestos, “fight, fight…”. Salía del baño a la carrera seguido por sus burlonas carcajadas. Bullying. El nombre ni siquiera existía. ¿A quién le decía? No tenía ni las palabras. Tampoco a mis padres, porque no los quería preocupar.
Pero sin saberlo, mi madre me estaba preparando mi mejor desquite. El arma que afilábamos era el libro de deletreo, Goals in Spelling. Había una lista de palabras para cada día. Tres meses después (cuando ya entendía un poco más), la maestra anunció un “Unit Test”. Ella escogería 50 de las 200 palabras que habíamos estudiado. La prueba sería tipo dictado. Mi madre que apenas podía pronunciar las palabras practicaba conmigo. En las pruebas semanales, estaba mejorando, pues apenas faltaba en dos o tres palabras. Llegó el día de la prueba. El nerviosismo se sentía en el aula. Algunos alumnos mordisqueaban el borrador de sus lápices, otros no podían acomodar la sentadera. A mí me sudaban las manos. Finalmente, la maestra comenzó a repetir una por una las palabras, nosotros la escribíamos. Ella pronunciaba algunas palabras muy diferentes a mi madre. Apenas las podía reconocer, y escribía la palabra según me era posible asociar las dos. Así seguía el dictado, 48, 49, y ¡finalmente 50! La maestra nos recordó de revisar nuestro trabajo para ver si queríamos cambiar o corregir alguna palabra. Pensé cambiar una o dos, pero tomé el riesgo y las dejé así. Luego la maestra pidió que pasáramos las pruebas adelante. “Ahora descansen mientras corrijo las pruebas”. No pasaron ni 20 minutos cuando nos pidió levantar el rostro. “Class,” dijo en inglés. “All of you should be ashamed of yourselves. There was only one perfect paper.” (“Todos deben estar avergonzados. Hubo tan solo una prueba con el 100%”). Todos se miraron. Solo una chica en la primera fila sonreía. Ella siempre sacaba las mejores notas. Pero la profesora no había terminado. “Aquí tengo la prueba. La revisé tres veces para estar segura. Esa prueba con todas las palabras correctas es la del jovencito que apenas tres meses vino de un país lejano sin saber nada de inglés”. “¡Tierra trágame!” suspiré en mis adentros. Todos los rostros se voltearon a verme. Sonó el timbre del recreo. Nadie salió. Todos querían ver mi prueba y felicitarme. Hasta el muchachito peleonero se me acercó, “Good job, Pancho, good for you!” ¡Le había ganado sin tirar un puño!
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