“Es que hacía mucho calor para ir en bus”

“Es que hacía mucho calor para ir en bus”

“Lo siento recordarle señora, pero la audiencia de hoy no será nada agradable. Lo más probable es que la señora juez le diga que usted ha perdido la patria potestad sobre su niño”. “Y, ¿qué quiere decir eso”, respondió la madre. “Se lo he explicado muchas veces”, continuó la abogada. “La señora juez le dio 18 meses, para cumplir con las clases para padres, de rehabilitación de drogas, y las terapias con su hijo. Usted no ha hecho nada. Se agotaron las oportunidades. Hoy mismo usted pierde los derechos legales de madre. Su hijo será dado en adopción a los padres de crianza”. Su semblante cambió de sorpresa, a ira, a dolor, y con grandes sollozos escondió su rostro entre sus dos manos. “Pídale una vez más a la señora juez, se lo ruego, no me quiten a mi niño”. “Pero es que usted no me ha dado nada con que pedirle. No ha ido ni a una clase, hasta ha dado pruebas sucias de drogas. Al menos me pudiera decir, ¿por qué razón no fue a las clases?” “Es que no me gusta tomar el bus porque hace mucho calor, y no tengo coche”. La señora juez no quiso escuchar argumento alguno, y de inmediato dictó la fecha para la adopción del niño. También añadió, “Su niño no quiere volver con usted señora, él dice que está muy bien con sus padres de crianza; muy pronto lo adoptarán como su propio hijo”. No hay palabras para describir el horror y el dolor de esta madre cuando se dio cuenta que agotó todas sus oportunidades.
Nuestros primeros padres tomaron una decisión similar. Cuando se les dio el privilegio de ser los padres de toda una raza de seres dignos, amorosos, honorables, dieron lugar a su codicia de ser como Dios mismo. Abandonaron el privilegio de ser padres de la raza humana por buscar posiciones y títulos que no les correspondían. Pretendían ser como Dios el Creador, cuando tan sólo eran criaturas. De que fueron padres, lo fueron. Esa misma codicia la pasaron a toda su raza. Perdieron su patria potestad sobre una raza de seres amorosos, perfectos, leales. Pero no todo quedó perdido. El Juez del universo nos dio un nuevo Padre. Sí el mismo Jesucristo también es nuestro Padre. La profecía del profeta Isaías dice que Él mismo es “Padre eterno”, y como nuestro nuevo Padre dio todo por nosotros. “Por tanto, así como una sola transgresión Adán causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia de Jesucristo – su vida entera – produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo (Adán) muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo (Jesucristo) muchos serán declarados justos”. Fuimos rescatados por Jesucristo que en su vida produjo tanta justicia y amor, que hay de sobra para todo ser humano… ¡Sí, hasta para ti y para mí!
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