“Dicto orden de desalojo inmediato”

“Dicto orden de desalojo inmediato”

“La demanda es: “Retención ilícita de un inmueble”. El demandado no ha pagado el alquiler, y sigue viviendo en el inmueble. El propietario de la vivienda tiene el derecho de demandar el desalojo inmediato del inmueble. Hay muchos pretextos. “Perdí el trabajo”, “este mes no me pagaron a tiempo”, “me enfermé y no puedo pagar”, “me fui de viaje de emergencia”, y muchos más. Pasan las semanas. Se vuelve rutina. El propietario pide la renta, el inquilino no puede, que tal vez el mes entrante. La ley provee el recurso de la demanda de desalojo inmediato. Pareciera cruel. Hay casos donde niños pequeños, ancianos, enfermos, por orden judicial quedan en la calle. En esta ocasión, había un enfermo mental en la casa. Tenía necesidades especiales. Por causa de los gastos médicos, la familia se había quedado sin dinero para el alquiler. Había pasado un plazo de cinco meses. Los inquilinos no habían cumplido. La causa estaba ahora ante el juez. Por más que la madre del joven incapacitado insistió ante el juez, no hubo recurso alguno. “Dicto a favor del propietario. Señora tiene hasta fin de mes para desalojar”. La señora irrumpió en lágrimas. El propietario insistió: “Señor juez, ¿y con orden de cerrojo?” “Así es, con orden de cerrojo. Lleve el expediente a la comisaría para que desalojen el inmueble a la fuerza si es necesario, y pongan cerrojo a las puertas para evitar la entrada. He dicho”.
En el Tribunal de Arriba es todo lo contrario. La mansión de la vida eterna que Dios nos obsequia es tan costosa, que Dios mismo tuvo que pagarla con un altísimo precio: la sangre de su hijo Jesucristo, derramada en la cruz. Pero hay algunos que piensan que sus vidas devotas y sacrificadas superan ese precio. Insisten que ellos pagarán por el inmueble. Ellos con sus máximos esfuerzos pagarán la renta. Pero tan grande es el insulto al Dueño de casa, que la medida de desalojo se dicta contra ellos. Pero los pobres, los incapacitados, los enfermos, los que no tienen ni un centavo para pagar, quedan en casa. Ellos sólo confían que el Hijo del Propietario ya lo pagó todo. Ellos sólo se dedican a alabar la generosidad de Dios. De hecho, los que se piensan capacitados son desalojados, y los desamparados son los alojados. “Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos” (Mateo 20:16), dijo el mismo Jesucristo. Los antiguos hebreos antes de salir de la esclavitud de Egipto, tuvieron que untar la sangre de un cordero sobre el dintel de sus puertas. “Cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el Señor pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en sus casas para herirlos” (Éxodo 12:23). ¡El precio se pagó! No hay orden de desalojo. En vez la voz de Dios invita, “Pasen, esta es su casa… ¡para siempre morarán conmigo!”

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