Toxinas ocultas en la comida

Todas las personas necesitamos cada día ingerir una cantidad mínima de alimentos para poder sobrevivir, pero muchos de los productos que tomamos contienen toxinas. Unas sustancias que, consumidas en elevadas dosis, pueden resultar fatales para la salud.

Cómo proteger

a tu familia

Comer a diario es fundamental para sobrevivir, desde luego, pero no todos los alimentos que tomamos tienen una pureza suficiente como para decir que son verdaderamente sanos e inocuos para nuestra salud.

La mayoría de la comida que tomamos está “contaminada”, bien porque contiene ingredientes tóxicos naturales bien porque se le agregan productos químicos para permitir su conservación el tiempo suficiente.

El pescado y el marisco suelen ser los alimentos que más toxinas contienen pero, según los expertos, habría que consumir dosis muy elevadas de las distintas variedades como para que resultara perjudicial para el organismo.

A pesar de esta obviedad, las intoxicaciones por la ingesta en exceso de productos con dosis mínimas de veneno son cada vez más frecuentes, a veces con un desenlace fatal.

El pescado contaminado puede tener efectos letales en otros seres vivos, tal como ocurrió el pasado febrero en el Pacífico Central de Costa Rica, donde fueron registradas las muertes de más de 500 pelícanos a causa de una toxina que contaminó las sardinas con las que se alimentaban esas aves.

Según las investigaciones pertinentes, las sardinas comen un alga llamada Diatomea, la cual produce ácido tomoico, una toxina que es mortal para las aves pero inofensiva para los humanos.

Frutas y verduras son otros alimentos con productos químicos que pueden resultar tóxicos debido a que se les rocía con productos químicos, cuando están aún en la planta, para luchar contra las plagas de insectos y larvas, y también durante el proceso de conservación.

No obstante, si las frutas y verduras se lavan convenientemente y se pelan antes de ser ingeridas, las posibilidades de que las toxinas lleguen a nuestro estómago son muy escasas.

Vivir en riesgo

Recientemente, Susana Amézqueta, investigadora de las facultades de Ciencias y Farmacia de la Universidad española de Navarra, descubrió que el 70 por ciento del cacao que importa España, en su mayoría de países africanos, contiene una toxina denominada “ocratoxina A”, producida por un tipo de moho que invade otros alimentos como los cereales, el café, el vino o las especias, y que se consumen sobre todo en Occidente.

La investigadora advirtió, además, de que esta sustancia puede dañar el riñón y que está clasificada por la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer (IARC) como un posible agente carcinógeno en humanos.

Debido a su estabilidad química, la “ocratoxina A” no se destruye durante el cocinado del alimento, lo que dificulta su erradicación.

Mientras tanto, el Parlamento Europeo (PE) ha aprobado en una sesión reciente la restricción del uso de aromas y colorantes en los procesos de fabricación alimentaria, de manera que queden totalmente prohibidos en los alimentos infantiles y que solamente se utilicen si “no confunden” al consumidor sobre la supuesta frescura de ingredientes naturales del producto y si tecnológicamente es necesario.

Asimismo, los países de la Unión Europea (UE) han acordado prohibir el uso del aditivo “red2g”, permitido hasta ahora como colorante de hamburguesas y salchichas, ante la gran posibilidad de que produzca cáncer sus posibles efectos nocivos para la salud humana.

El aditivo se utilizaba hasta la fecha como ingrediente para dar color a las hamburguesas y salchichas que se consumen en los desayunos típicos de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales, pero unos informes alarmantes sobre los efectos nocivos de su consumo llevaron al  gobierno de Bruselas a tomar la drástica decisión.

Aditivos peligrosos

los departamentos oficiales de control sanitario de alimentos de distintos países, principalmente el Reino Unido, dieron la voz de alarma tras detectarse la presencia en numerosas partidas de unos quinientos productos del colorante “Sudan I”, una sustancia que también puede producir cáncer si su consumo es relativamente continuado y cuyo empleo en la industria alimentaria está rigurosamente prohibida.

Los productos que contenían este colorante fueron comercializados por compañías tan conocidas como Heinz´s y Unilever, y el nocivo producto también llegó a detectarse en una salsa de bajo contenido en calorías de la cadena de hamburgueserías McDonalds. 

El “Sudan I” es por otro lado un colorante que se utiliza también para dar color a abrillantadores de suelos y zapatos, ceras, aceites, gasolina y disolventes.

De todas maneras, el control riguroso de los alimentos que a diario consumimos es misión imposible, aunque en más del 95 por cien de los casos el organismo metaboliza las sustancias tóxicas, o gérmenes, ingeridos porque su dosis no es elevada.

Valga como ejemplo el del Ministerio de Industria de República Dominicana cuyos responsables han reconocido que el 30 por ciento de los alimentos que consumen los dominicanos contienen unos de niveles de bacterias superiores a los estándares permitidos, lo cual se debe a que muchos distribuidores no se avienen a deshacerse de la comida “obsoleta” de acuerdo con las normas sanitarias más elementales.

Hay un viejo refrán castellano muy apropiado para este fenómeno: “Lo que no mata, engorda”. De todas formas, no te fíes si sales indemne tras llevarte a la boca alimentos sospechosos. El efecto retardado puede ser peor.

Share