<!--:es-->Test ácido<!--:-->

Test ácido

“Quería meterle miedo para prevenirla contra el adulterio,” dijo de Kaplany.

Alto y atractivo el Dr. Geza de Kaplany se mantenía erguido y orgulloso al lado de Hajna Piller al mismo tiempo que un oficial de la iglesia de Nuestra Señora de Wayside en San José, California, les declaraba marido y mujer. Pocas veces una pareja más atractiva había sido unida en santo matrimonio. Hajna era una belleza rubia. Trabajaba como modelo en las tiendas californianas más elegantes y frecuentemente actuaba en los clubs nocturnos.

Ambos, la novia y el novio, habían nacido en Hungría. El padre de Hajna, el fallecido Coronel Gyorgy Piller, había sido un campeón olímpico de esgrima del equipo húngaro, que participó en las Olimpiadas de Melbourne el año 1956. El coronel Piller fue noticia de primera página en la prensa internacional cuando desertó a Estados Unidos. La deserción fue cronometrada. Según volaba el coronel de Melbourne a Estados Unidos, su esposa Ilona y su única hija, Hajna, volaban a través de Austria hacia Alemania occidental. Las dos se reunieron en San Francisco con el Coronel Piller. Desgraciadamente, el cabeza de familia murió tres años más tarde víctima del cáncer en 1960.

El Dr. Kaplany había sido un luchador pro libertad durante el alzamiento húngaro de 1956. Recibió su título médico en 1951, graduándose en el cuadro de honor de la Universidad de Szeqed. Tras llegar a Inglaterra, escribió un libro, Doctor en la Revuelta, que daba muchos detalles con respecto a sus orígenes nobles.

ENSEÑANZA EN YALE

Cuando llegó a Estados Unidos, el Dr. Kaplany trabajó como interno en el Hospital General de Milwaukee, y más tarde se especializó en anestesiología por la Universidad de Harvard. Luego de finalizar su especialidad, enseñó en Yale durante un año. En 1961, aceptó una posición como Jefe de los Residentes Médicos en el Hospital de San Francisco. Unos días previos a su matrimonio, fue nombrado jefe de anestesiología en el Hospital de Doctores en San José.

Mientras se daba a conocer entre la comunidad húngara en San Francisco, de Kaplany había conocido a la madre de Hajna. La Sra. Piller conocía a su familia de rancio abolengo y aceptó de buena gana las diversas llamadas telefónicas que el doctor hizo a su hogar. Fue ella misma la que presentó su hija a Geza. Súbitamente, tres meses antes de que se casaran, Geza pidió a la Sra. Piller la mano de Hajna. El consentimiento fue otorgado. Geza y Hajna tuvieron su Luna de Miel en Hawaii.

A su vuelta, de Kaplanys se trasladaron al apartamento 30 en el 1125 Ranchero Way en San José. El apartamento se encontraba ubicado en un complejo con forma de U con una piscina y un frondoso jardín en el centro, un lugar muy agradable en el que vivir.

La primera discordia en la armonía marital se produjo cuando Geza contó a sus amigos en confianza, que Hajna le estaba tratando de una forma extremadamente fría. Las cosas no eran tan apasionadas en el lecho conyugal como se suponía que debían ser. Una testiga más tarde declaró que Hajna le había contado en secreto que había estado viéndose con un amante durante su compromiso y también durante sus primeras semanas de matrimonio. Supuestamente ésta persona le contó a Geza lo de la supuesta infidelidad de su mujer. La misma Hajna negó vehementemente la acusación.

Fuera lo que fuera, no cabe duda que Hajna se estaba comportando fríamente con su marido y él se volvió loco de celos. Sin embargo, nada, nada en absoluto, puede justificar lo que estaba a punto de acontecer.

El 28 de agosto de 1962, después de un día excesivamente caluroso, Hajna regresó a su apartamento tras visitar a su madre. Geza se la encontró afuera. Se dirigieron juntos al apartamento. Primero hicieron el amor en la cama. Sin previo aviso, el doctor saltó de la cama y puso en funcionamiento el tocadiscos a todo volumen. Volvió a donde estaba su esposa y procedió a propinarle golpes con su puño cerrado.

Increíblemente, el hombre de medicina había preparado un equipo de tortura. Rápidamente tomó cinta aislante y cable eléctrico de su equipo y ató las manos de su mujer a su espalda. Cubrió la boca de Hajna con cinta. Entonces Geza rajó a su mujer con su cuchillo, asestándole una herida a través de su pecho. Calmadamente, se puso unos guantes de goma y remojó el cuerpo de su esposa concienzudamente con ácido nítrico.

Otros inquilinos del complejo de viviendas estaban sobresaltados en aquel agosto sofocante al escuchar los alaridos espeluznantes a través de la música proveniente del apartamento de los de Kaplany. El sonido era tan extraño que los inquilinos que lo escucharon salieron de sus apartamentos y miraron hacia el número 30. La policía llegó. El alarido sobrecogedor había desaparecido y el denso silencio pesaba en la noche. Dentro el apartamento, el olor de ácido era tan fuerte, que incluso con las tres ventanas abiertas, la policía tenía arcadas según registraban los cuartos, intentando reconstruir lo que había sucedido. En la habitación, encontraron tres botellas parcialmente vacías que contenía ácido nítrico, clorhídrico y sulfúrico, así como un par de guantes quirúrgicos, dos cuchillos y un maletín de cuero. También encontraron rollos de cinta adhesiva y cable eléctrico. Se tradujo una nota escrita en húngaro. Se leía, “No grites. Haz lo que te diga. O de lo contrario morirás.”

SALVAJEMENETE CALCINADA

Una ambulancia se llevó una camilla cubierta por una sábana. Bajo la sábana yacía el cuerpo salvajemente carbonizado de Hajna de Kaplany. Ella todavía estaba viva. El 60% de su cuerpo estaba cubierto por quemaduras químicas de tercer grado. Esa misma noche, el Padre Francis Franchi, el Capellán católico del Hospital del Condado de Santa Clara, administró la extremaunción a Hajna. Ella sufrió lentamente y padeció durante 33 días antes de fallecer.

El Dr. de Kaplany fue acusado de la muerte de su esposa. Su juicio se inició el 7 de enero de 1963. Asombrosamente, Hajna de Kaplany estaba consciente cuando llegó la policía a rescatarla. Fue capaz de contestar las preguntas que le hicieron en la escena del crimen, y durante los 33 días que se mantuvo viva.

En la noche del ataque, ella confesó a un empleado de la ambulancia, “Por favor desáteme mis manos y pies y sáqueme de esta casa. Pararé de llorar pues sé que me va a ayudar.” Más tarde en el hospital ella pidió, “Por favor no le digan nada a mi madre. Le daría un ataque al corazón. Y continuó, “Abrió la maleta. Vertió el líquido sobre mí.” A la pregunta de, “¿Quién le hizo esto?” ella contestó, “Mi marido.”

Siguiendo los consejos de sus abogados, de Kaplany se declaró culpable del asesinato. El jurado tuvo que emitir su castigo basado en su capacidad mental. Si era juzgado cuerdo, la pena sería muerte en la silla eléctrica. Locura significaba cadena perpetua.

Cuando se aceptó una foto horrible del cuerpo quemado de Hajna como evidencia, de Kaplany perdió su templanza y se abalanzó hacia la foto. Los alguaciles de la corte se vieron obligados a reducirle.

Los abogados de Kaplany intentaron probar que su cliente no intentó asesinarla. En la noche del ataque ácido, el doctor se encontraba presente llevando puestos sus pantalones bermudas mientras la policía y los asistentes de la ambulancia hacían sus respectivos trabajos. Él no hacía más que repetir una y otra vez, “No va a morir.” Su repetición constante de esta frase fue presentada como indicación de que el ataque, aunque fue premeditado, no tenía como objetivo el asesinato.

Cuando esta táctica tuvo un efecto casi nulo en el jurado, los abogados de Kaplany intentaron conseguir declarar a su cliente inestable durante el momento del ataque. Tras recibir noticias de la infidelidad de su mujer a través de una amiga mutua, él actuó de esa manera incontrolable.

‘ROBARLE LA BELLEZA’

Cuando le preguntaron por qué le había hecho una cosa tan terrible a su mujer, su respuesta fue suficiente. “Quería robarle su hermosura. Quería darle miedo y prevenirla contra el adulterio.”

El jurado tardó 55 horas y media en conseguir un veredicto. El castigo fue cadena perpetua. El jurado más tarde explicó a la prensa que aunque nunca tuvieron duda de su culpabilidad, vacilaron entre la pena de muerte o la cadena perpetua.

El 15 de marzo de 1963, el Dr. Geza de Kaplany fue encarcelado en la prisión de San Quentin.

En 1975, tras pasar 12 años en prisión, el censurable Dr. de Kaplany salió bajo libertad provisional. Cuatro años más tarde, huyó del país.

Actualmente, el doctor de 71 años de edad vive tranquilamente en Alemania con su segunda esposa. Durante este tiempo se naturalizó alemán y este país se ha negado a extraditarle a los Estados Unidos.

Share