“Oso vs. Cachorros”

“Oso vs. Cachorros”

“¿No recuerda? Hace 3 meses cuando estuvo aquí, el juez le advirtió: ‘Su novio tiene que salir de la casa. De otro modo perderá a sus niños y se pondrán en un hogar de crianza. Ellos corren mucho riesgo con él. Se inyecta drogas frente a los niños. Con las drogas pierde el control. Les grita, les pega, los amenaza.’” El abogado advertía a la joven madre de las consecuencias. Ella respondió, “Sí, pero…” El abogado intervino. “No, es que no hay peros. Este informe del trabajador social dice que fueron a investigar. Encontraron ropa de él sobre la cama. Hasta había dejado sus calcetines sucios sobre el piso. Parece que había salido corriendo para que no lo vieran. Cuando entrevistaron a los niños, ellos contaron que él seguía viviendo ahí, y que todavía le tenían mucho miedo porque les gritaba y les aventaba cosas para que se callaran”. La madre insistió, “Es que él ha cambiado mucho. Ya está en los programas. Le han hecho pruebas de drogas y sale limpio. Está trabajando. No ha faltado ni a una sola junta de las terapias. Yo no trabajo, no tengo permiso para trabajar. Él aquí me ayuda con la renta, la comida. Sin él no puedo sola. Ya son dos semanas que no le pega a los niños ni se inyecta”. “Señora, un momento. ¿A quién está protegiendo usted: al oso o a los cachorros? El juez no vaciló. La mujer perdió a sus dos niñas y a su niño. Se quedó con el oso.
En la tercera tentación de Jesús, el diablo le llevó a una altura y en un instante le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria. Y le dijo, “Todo esto te daré, si te postras y me adoras” (Juan 4:8,9). Pero al mirar aquel gentío, se dio cuenta que ninguno de ellos quedaría perdonado y salvo para vida eterna. Para eso, Jesús tendría que ir a la cruz, hacerse el mismo horrible pecado, sufrir el castigo a favor de todo ser humano, sufrir la más cruel humillación y muerte, sin garantía alguna de que Él mismo saldría vivo de esa prueba, sólo lo alentaba su fe. Allí Él nos vio indefensos, a la merced de un déspota engañoso y cruel, que finalmente nos lanzaría en el orificio negro de la perdición eterna. En vez de postrarse y adorar al diablo, se postró ante el Padre que lo había enviado con la misión de hacerse uno por nosotros, y por su muerte darnos vida eterna… pero a gran costo: muerte y muerte de cruz. En vez de defenderse a sí mismo, o rendirse con temor ante el diablo, Él decidió proteger a sus cachorros. “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes (Juan 15:16), dijo a nuestros padres en la fe, a los discípulos. No vaciló. Nos amó ayer, nos ama hoy, y nos amará mañana. Se quedó con nosotros.

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