No Más Dolor de Corazón Roto: ¿Realmente un Clavo Saca Otro Clavo?

No Más Dolor de Corazón Roto: ¿Realmente un Clavo Saca Otro Clavo?

Cuando nos enfrentamos a una ruptura amorosa, el dolor y el sufrimiento que sentimos pueden ser muy intensos. Incluso, estas sensaciones nos pueden llevar a pensar que el fin de la relación es una situación insoportable para la que necesitamos una solución rápida. De hecho, algunas personas para sanar su corazón roto y evadir el malestar experimentado contemplan como opción iniciar una nueva relación.
Sin embargo, ¿iniciar una relación tras una ruptura inmediatamente es la mejor opción? ¿Un clavo realmente saca otro clavo? ¿Dejar entrar a otra persona a nuestras vidas será la cura de todos nuestros males? Debido a las consecuencias inesperadas que puede tener hacerlo, no podemos generalizar la respuesta. Ahora bien, se trata de una opción que debemos pensar con cautela. Profundicemos.

Las rupturas de pareja
Las rupturas de pareja son algo común. De hecho, ocurren a diario, por distintos motivos. Celos, desamor, inseguridades, desconfianza, diferencia de proyectos, diferencia de pensamientos, falta de tolerancia en la pareja… Existen un sinfín de razones que pueden llevar a que se termine una relación.
La sociedad ha ido cambiando a lo largo del tiempo, y con ella los tipos de relaciones. Hoy en día no es extraño encontrarnos con personas que cambian rápidamente de pareja. En muchas ocasiones, lo hacen sin detenerse a cuestionarse qué puede estar pasando consigo mismas.
Aunque por suerte no todas las personas cambian de pareja con tanta frecuencia, sí podemos apreciar que la rapidez con la que evoluciona todo, incluyendo las relaciones, es algo muy característico de esta época. Es posible que este sea el motivo de que la solución que propone el dicho popular “un clavo saca otro clavo” sea tan tomada en cuenta.
Ahora bien, tener que hacer frente a todo lo que implica una ruptura amorosa puede que no sea grato, pero sí necesario. A fin de cuentas se trata de un proceso de duelo y esto implica el paso por una serie de fases o etapas que tenemos que atravesar para conseguir alcanzar el equilibro emocional.
¿Qué nos pasa cuando
acabamos una relación?
¿Angustia? ¿Miedo? ¿Soledad? Todas estas emociones y muchas más se nos vienen encima cuando acabamos una relación. Lo que ocurre es que una ruptura necesariamente implica cambios y a su vez, lidiar con la incertidumbre que las acompaña y con el dolor consecuente de un corazón roto. Las cosas ya no serán igual que antes, la rutina diaria será diferente y estará impregnada de recuerdos de la pareja, lo que nos hará que nos enfrentemos a la realidad de su ausencia.
Cuando acabamos una relación, perdemos el lugar que ocupábamos en la vida de la pareja. Hay parte de nuestra identidad que se pierde con esa ruptura, mientras que en nuestro interior se va generando un vacío con el que no sabemos o no queremos lidiar. El dolor del corazón roto nos lleva a actuar muchas veces sin pensar.
Por este motivo, muchos podemos optar por iniciar una nueva relación o una aventura en un intento de hacer algo con esa profunda sensación de vacío. Es una forma de enfrentar la realidad que supone una disminución del dolor de la ruptura y una distracción de los recuerdos, ya sean bonitos o dolorosos.

El dolor de la ruptura puede
disfrazarse si no lo atendemos
Iniciar una relación poco tiempo después de una ruptura puede ser un analgésico para el dolor que sentimos. Sin embargo, no necesariamente implica la sanación de un corazón roto. Imaginemos que la ruptura amorosa es como si nos fracturásemos una pierna: si nos tomásemos un analgésico sentiríamos menos dolor, pero no estaríamos tratando el verdadero problema.
Aun cuando decidamos estar con otra persona, si no nos hemos tomado el tiempo para asimilar lo sucedido, arrastraremos muchos aspectos y dificultades de la antigua relación a la nueva, viendo defectos donde no los hay. Por el contrario, si realizamos el proceso de duelo correctamente, podremos revisar el papel que cumplimos con esa pareja, liberando los sentimientos que quedaron estancados en la pérdida para así poder recordar sin rencor.
Un ejemplo de estos arrastres son las comparaciones que podemos hacer entre la relación antigua y la nueva pareja. También podemos tener miedo a que la historia se repita, llevando con nosotros la desconfianza y los celos. Todo ellos consecuencia de no habernos tomado el tiempo necesario para sanar, para volver a sentirnos seguros y para poder entregarnos nuevamente.

Si no tomamos un tiempo entre relación y relación, en poco comenzará a aparecer la tristeza al resurgir todos los recuerdos de la antigua relación. Emergerá la rabia y repetiremos patrones de aquello que se hizo mal con la anterior pareja. En resumen, se comenzará a vivir el proceso de duelo que no se vivió, pero estando con una nueva persona. Esto, lejos de favorecer a que la nueva relación sea sana, puede convertirla en una relación tóxica o dependiente.

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