¿Niños tristes o deprimidos?

(CL) – ¿Quién dijo que la infancia es la etapa más feliz de un ser humano? No ce-rremos los ojos, son cada vez más los niños que sufren de depresión, que en muchos casos termina en suicidio. Es por eso que es importante reconocer las señales que pueden avisar que algo no está andando bien.

Primero que todo es necesario hacer la diferencia entre la tristeza que un niño puede tener por una causa determinada, y la verdadera depresión infantil. La tristeza es una emoción normal; sin embargo, la depresiòn es una enfermedad.

La llegada de un nuevo hermanito, la mudanza de una ciudad a otra, el inicio de la escuela, la separación de los padres, una operación quirúrgica. Los cambios y los traumas son fuente de sufrimiento para todos los seres humanos, especialmente para los niños.

Sentirse triste es normal en estos casos. El problema surge cuando esta tristeza perdura en el tiempo. Es entonces cuando hay que preocuparse. Sobre todo si este estado de animo viene acompañado por cambios en el comportamiento del pequeño. Por lo tanto, es importantísima la observación tanto por parte de la familia más cercana como por las personas que rodean al niño, como por ejemplo, los profesores en la escuela y hasta su pediatra.

Reconocer las señales de depresión en un niño no es fácil. No siempre el niño depresivo demuestra desinterés por sus actividades diarias o pierde su vivacidad. Justamente una de las dificultades ma-yores de la depresión infantil es que se manifiesta con síntomas diversos, que cambian con la edad y con las situaciones. La buena noticia es que para curarla existe también una gran variedad de terapias que dan óptimos resultados, especialmente cuando se detecta a tiempo el problema. La terapia mas utilizada es la psicodinàmica, que a través de juegos y diseños ayuda al niño a exprimir sus sufrimientos.

Lo más importante para tratar de curar la depresión infantil es la prevención: aprender a observar a los niños, entender sus ritmos de vida, respetar su naturaleza infantil.

Hoy día a los niños les falta la libertad para ser ellos mismos, para dar rienda suelta a sus fantasías, para descubrir el mundo. Los padres se empeñan en darle todo tipo de instrumentos (clases de idiomas, deportes, cursos de baile, de música, teléfono celular, computadora.), sin acordarse que lo que tienen delante es simplemente una criatura, que lo que más necesita es tiempo y amor.

CóMO RECONOCER LAS SEÑALES DE ALARMA

• Malestar físico sin justificación (dolor de cabeza, dolor de estómago).

• Pérdida de peso.

• Cansancio y dificultad para concentrarse.

• Problemas para dormir.

• Problemas de apetito.

• Agresividad sin motivo.

• Tristeza frecuente.

• Disminución del rendimiento escolar.

• Desinterés por actividades que antes le gustaban.

• Encerramiento en sí mismo.

• Hiperactividad, o, por el contrario, hipoactividad.

CóMO PREVENIR LA DEPRESIóN

• Ame y apoye a su hijo “real”, no al “ideal” de hijo que quisiera que fuera.

• Establezca habitudes de vida fami-liares. Estas son indispensables para que el niño tenga un punto de referencia y pueda crecer sin ansias.

• Establezca reglas claras y hágalas respetar siempre.

• Sea coherente en sus decisiones.

• Dígale siempre la verdad, con palabras adecuadas a su edad y a su sensibilidad.

• Separe el juicio ante un comportamiento del juicio al niño.

• Acepte que es un niño. Dele tiempo libre, incluso hasta para que se aburra.

• Apoye los intereses de su hijo sin presionarlo.

• Ofrézcale la posibilidad de elegir en las cosas de rutina: como vestirse, qué comer, a qué jugar, pero no lo pretenda que tome decisiones demasiado pesadas para él.

• Celebre sus triunfos y enfoque de manera positiva sus fracasos, obteniendo de ellos una lección para mejorar en el futuro.

• Demuéstrele que su amor no depende de sus éxitos. Su amor es algo incondicional, que lo tendrá siempre y a pesar de todo.

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