Mutilando Sueños La Ablación Genital Femenina

La mutilación genital femenina es una práctica que cada día provoca miles de muertes alrededor del mundo, y aunque se realiza principalmente en África y Asia, hay casos registrados en Latinoamérica y Europa.

El caso

de Waris Dirie

Waris Dirie es una reconocida modelo africana que sufrió en carne propia la mutilación femenina. En 1995 decidió romper con este tema tabú y habló públicamente sobre la ablación, hoy es embajadora de la ONU contra esta terrible práctica.

Waris nació en la década de los 60 en el desierto de Somalia cerca de la frontera con Etiopía como hija de una familia de nómadas. Cuando tenía apenas 5 años sufrió el procedimiento de una mutilación genital.

Esta bella modelo recuerda que su madre la llevó con una anciana a que le practicara la infibulación. Agarrada por su madre y sentada en una piedra le cortaron el clítoris y los labios menores y mayores con una hoja de afeitar vieja. Después cosieron todo dejando libre sólo una apertura diminuta para orinar.

Todo esto se realiza sin anestesia y por el único motivo de poder entregar a las chicas “íntegras” al matrimonio. Sin la circuncisión las perspectivas de un matrimonio no son muy altas y la familia tendría que alimentar a otra persona más. Muchas niñas no sobreviven este ritual tan cruel.

En su libro autobiográfico “Amanecer en el desierto”, Dirie escribe que a los 13 años, su padre la dio en matrimonio a un anciano a cambio de unos camellos; con ayuda de su madre, se armó de valor y decidió huir. Un tío lejano, embajador de Somalia en Londres buscaba a alguien para trabajar en su casa y Waris aprovechó esa gran oportunidad.

El viaje a Londres fue toda una aventura, ya que ella no sabía hablar inglés, ni tampoco leer y escribir, pero a fin de cuentas supo sobrevivir como en cada obstáculo que le ha puesto la vida.

Así pasaron muchos años en la vida de Dirie hasta que a los 18 años fue descubierta como modelo por un fotógrafo inglés. Después de las primeras fotos ascendió rápidamente hasta llegar a ser una reconocida modelo de la talla de Naomi Campbell y Claudia Schiffer. Waris se hizo famosa modelando para Levi’s, Revlon y L’Oreal.

Tolerada tortura

Según datos de la UNICEF, cada año tres millones de mujeres y niñas son sometidas a la ablación o mutilación genital femenina, también conocida como infibulación, un procedimiento peligroso que puede llegar a poner en riesgo sus vidas.

Amaia Pérez, especialista de programa y comunicación del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), explicó que esta práctica viola los derechos humanos básicos de niñas y mujeres, privándolas de su integridad física y mental, de su derecho a no ser objeto de prácticas violentas.

Luchando contra la corriente

La ablación, detalló Amaia, consiste en la extirpación total o parcial de los genitales femeninos, y que aunque muchas organizaciones hacen grandes esfuerzos por su abolición, como penas para los padres que permitan que sus hijas sean mutiladas, es una tradición muy antigua y aún en los países en los que está prohibida, se sigue practicando en secreto.

“La tradición y prácticas culturales son frecuentemente utilizadas en todo el mundo como justificación de actos violentos contra la mujer. ‘Cultural’ es un poderoso argumento que sirve de escudo para perpetuar prácticas que son causa de que la mujer sufra graves daños”, expresó Pérez.

En algunos países de África y Medio Oriente, antes de la ceremonia de iniciación, los ancianos de las tribus (como en la tribu Beni Amer, del este de Sudán) se reúnen para seleccionar a las candidatas, la madrina y la fecha. La preparación se celebra con cantos y bailes, y las pequeñas niñas son destinadas a la ablación sin que puedan entender lo que les va a ocurrir.

Corte de clítoris

sin anestesia

Al no tener anestesia las hacen meterse en los ríos, pues el frío les duerme un poco sus genitales; pero en otras, pasan directamente a cortarles el clítoris. Durante la mutilación son sujetadas o atadas por las mujeres de su familia mientras la hechicera sujeta una cuchilla, la mayoría de las veces sin esterilizar, y le amputa el clítoris y los labios menores al tiempo que recita una oración.

Después de la mutilación, la curandera les cose la vagina de forma que solo quede un pequeño orificio por donde puedan orinar y menstruar. Al momento de casarse, el hombre rompe por la fuerza la infibulación o con un cuchillo, provocando más momentos de intenso dolor.

Luego son curadas con plantas medicinales, que paran la hemorragia y posteriormente son vendadas de forma que queden inmovilizadas para ayudar a la cicatrización.

130 niñas mutiladas al año

Esta antigua costumbre, que ha sido practicada a alrededor de 100 y 130 millones de niñas según la UNICEF, provoca el 90 por ciento de las muertes infantiles en numerosos países de África como: Somalia, Gambia, Etiopía, Sudán, Togo, Ghana, Senegal, Nigeria, Malí, Benin, Liberia, Sierra Leona, Egipto, Kenya y en menor medida al sur de la península Arábica, en Malasia y en Indonesia. Sin contar con los emigrantes provenientes de allí que hay en los países occidentales.

Amaia comentó que ha habido casos registrados de esta terrible práctica en algunos países de Latinoamérica y Europa, en donde Amnistía Internacional calcula que en el Reino Unido hay 30 mil mujeres circuncidadas; en Italia, 28 mil y en Alemania unas 30 mil.

Estudios de la UNICEF arrojan, considerando la actual tasa de nacimientos, que cada año aproximadamente tres millones de niñas corren el riesgo de padecer algún tipo de mutilación genital femenina.

Las consecuencias

Informes del Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF, detallan que la ablación es una agresión que tiene graves consecuencias físicas y psicológicas, y forma parte de los mecanismos de opresión a las mujeres, pues está ligada a controlar su sexualidad.

Algunas de sus terribles consecuencias son: pérdida del deseo y del placer sexual, no sólo por cuestiones fisiológicas, sino porque precisamente su objetivo es hacer mujeres sin sexualidad propia; infecciones pélvicas con esterilidad, ya que entre 15 y 20 por ciento de las mujeres circundadas no pueden tener hijos; dificultad en los partos y nacimiento de niños deformes.

Marta Santos Pais, Directora del Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF, comentó que la ablación causa daños irreparables. Puede acarrear la muerte de la niña por colapso hemorrágico, así como infecciones agudas y septicemia. Muchas niñas entran en un estado de colapso inducido por el intenso dolor, el trauma psicológico y el agotamiento a causa de los gritos.

Para ella, la ablación es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción.

Dolorosas tradiciones

Esta práctica está tan arraigada a las tradiciones de África y Oriente, y la presión social es tan fuerte que incluso las propias niñas desean someterse a la ablación, como consecuencia de la influencia de sus iguales y por el miedo a la estigmatización y el rechazo por parte de sus propias comunidades si no siguen la tradición.

Para las madres es igualmente difícil librarse de la coacción que ejerce la sociedad en la que viven y el no permitir que sus hijas sean mutiladas les puede costar mucho.

“Desearía no haber tenido hijas”

Como el caso de Khadija, una musulmana devota del grupo tribal Beni Amer del este de Sudán que vive con su amplia familia.

Cuando era niña, Khadija fue sometida a la ablación, que en Sudán se conoce como ablación “faraónica”, de acuerdo a la tradición Beni Amer. Ahora ella tiene una hija de seis años que todavía no ha sido sometida a la ablación.

Aunque no quiere que su hija sufra alguna de las complicaciones para la salud de las que ha oído hablar, sabe que los hombres están a favor de la práctica por razones religiosas. “Si no la someto a la ablación, no habrá nadie que quiera casarse con ella”, dice Khadija. “Desearía no haber tenido hijas, porque me preocupo mucho por ellas”.

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