Menos dogmática, más pragmática y programática requiere México su Política Exterior
A pesar de que los principios de política exterior son un importante marco de referencia, no son precisamente el lente a través del cual puede observarse plenamente la actuación de México en el mundo, porque existe un amplio y diverso conjunto de temas, enfoques, proyectos y agenda que no necesariamente suponen una aplicación automática, directa o estricta de estos preceptos.
Previo a la transición democrática en nuestro país, la actuación de México con base en sus principios, se estableció como una práctica que, salvo algunas excepciones, no enfrentaba grandes cuestionamientos. Ello permitió que la política exterior gozara de un amplio consenso político. Sin embargo el contexto político actual bajo el cual se diseñan las grandes directrices en política exterior ha sufrido cambios notables con respecto al alto grado de centralización de las decisiones en el Poder Ejecutivo. El país ha entrado en un proceso de mayor pluralismo, con la participación creciente de un gran número de actores, más apertura en medios, mayor diversidad de visiones y una multiplicidad de intereses que hoy pueden expresarse profusamente.
Frente a este escenario, cabria preguntarse si los principios tradicionales de política exterior han perdido vigencia y si frente a las nuevas circunstancias debieran cambiar. Entendiendo que la Política Exterior es el conjunto de políticas , doctrinas y acciones que integran un cuerpo coherente y consistente, basado en principios claros , sólidos e inmutables forjados a través de su evolución y experiencia histórica; permanentemente enriquecido y mejorado por el que cada Estado define su conducta y establece metas y cursos de acción en todos los campos y cuestiones que trascienden sus fronteras o que pueden repercutir al interior de las suyas y que es aplicado sistemáticamente con el objeto de encauzar y aprovechar el entorno internacional para el mejor cumplimiento de los objetivos trazados en aras del bien general de la nación y de su desarrollo durable. El interés nacional es el tema esencial de la diplomacia para todo aquello que supone proteger a la Nación y su desenvolvimiento en el escenario mundial.
En opinión de los especialistas, cuando el debate se ha dado en un entorno, más amplio se ha centrado en asuntos procedimentales y de gestión, más que en una discusión de temas de fondo. Si asumimos que el modelo de política exterior ya no responde a las nuevas necesidades por satisfacer entonces es necesario establecer las bases de su ajuste y modificación; incluso, sus fundamentos constitucionales los cuales prácticamente retoma todos aquellos que estructuran la Carta de la ONU y no aporta ningún elemento novedoso a este catálogo.
Hay una discusión de importante trascendencia, relacionada con el equilibrio de atribuciones y responsabilidades entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo en particular de las facultades del Senado, especialmente la que desde 1977 le otorga facultad exclusiva de analizar la política exterior desarrollada por el Ejecutivo, con base en los informes anuales que el Presidente de la República y el Secretario de Relaciones Exteriores rindan al Congreso.
A partir de 1990 cobro fuerza la idea de una hoja de ruta para la acción internacional del Estado Mexicano, se orientó por mayores dosis de pragmatismo y nuevos valores no considerados en el catalogo del artículo 89 fracción X.