La Democracia en México

Dr. Humberto Caspa es Profesor adjunto en la Universidad Estatal de California Long Beach.

E-mail: hcletters@yahoo.com

Cuando existe cuestionamientos de todo tipo, a los dirigentes del Instituto Federal Electoral de México (IFE) no les queda más que obedecer la voluntad de las mayorías de la sociedad civil. El conteo de votos –unidad por unidad—es necesario para disipar la creencia de una manipulación sistemática durante las elecciones presidenciales.

Este procedimiento no sólo beneficiaría al Partido de la Revolución Democrática (PRD), sino también a los otros partidos que participaron en las elecciones, incluyendo a los panistas, quienes aparentemente serían los primeros perjudicados por dicho conteo.

Señoras y señores, la democracia es paciente, sabe esperar y le gusta que sus súbditos trabajen un tiempo extra –el necesariamente productivo— para corregir los problemas. Así, el orden se reestablece con transparencia y credibilidad.

Por el contrario, a los enemigos de la democracia, como el autoritarismo, el totalitarismo y otros sistemas de gobierno cuyas características son la irracionalidad, la fuerza y la irresponsabilidad, les gusta que las decisiones sean apresuradas y no permiten un margen de cuestionamiento de la sociedad civil.

Este tipo de sistema cuasi-autoritario resonó por más de 70 años en México, durante los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El conocido escritor peruano, Mario Vargas Lloza etiquetó a ese periodo como la “dictadura perfecta”.

En 2000, la población mayoritaria de México dijo no al “dedazo”, no al autoritarismo de estado y mandó a Vicente Fox Quezada a la presidencia de la República. A esos años de autoritarismo no le conviene regresar al pueblo mexicano.

Hoy, no existen elementos contundentes, es decir comprobables, que pongan en tela de juicio el proceso electoral que tiene como vencedor a Calderón Hinojosa por una mínima diferencia de 0.6 por ciento sobre López Obrador. Sin embargo, el proceso ya se ha enturbiado por un número de “irregularidades” sistémicas, las cuales surgieron a partir de errores humanos y la falta de coordinación entre los personeros del IFE.

En una contienda electoral donde existe más de 10 por ciento de diferencia entre los candidatos que están primero y segundo, respectivamente, esas disyuntivas se pierden en el horizonte; los medios de comunicación no le dan mucha importancia y la gente termina por aceptar el resultado de la elección.

Empero, cuando existe una diferencia mínima entre los dos punteros, esos problemas se agrandan. El partido opositor cuestiona el proceso que antecedió a las elecciones y mira con desdén los resultados. En el caso mexicano, el PRD ya extendió sus reproches al IFE, cuestionando al Presidente Fox por utilizar al Estado como una maquinaria política para promover al candidato del PAN. De acuerdo a las leyes mexicanas, lo anterior rompe las reglas federales establecidas en su Constitución.

Asimismo, los perredistas se quejaron al IFE por la ilegalidad de los spots televisivos del Consejo Coordinador Empresarial. Y también criticaron al presidente Fox por mandar el apresamiento de del ex presidente Luis Echeverría a días previos a las elecciones.

Aunque es muy difícil de comprobar, es muy probable que Calderón Hinojosa se haya beneficiado por el arresto del ex presidente.

Recientemente la dirigencia del PRD ha impugnado la forma cómo el IFE ha proveído los datos preliminares de los resultados de las elecciones. A pesar de que Calderón Hinojosa y López Obrador estaban en un empate técnico, los datos preliminares nunca mostraron al candidato del PRD por encima del candidato del PAN. Esto, en términos estadísticos, es simplemente imposible. Aquí puede demostrarse que existió manipulación o simplemente fue un error humano. El IFE nunca reconoció este problema.

Por otra parte, los medios de comunicación se empeñan más en producir información de las aparentes irregularidades que de los rasgos positivos del proceso de las elecciones. En todo caso se cae en el amarillismo político e informativo. Además, los analistas políticos (donde yo me incluyo) intentan sanamente desenredar el barullo político que se ha creado, pero, algunas veces, terminan por anudarla y muchas veces acaban con romperla.

Finalmente, la población en general concluye que algún tipo de irregularidad se ha cometido durante las elecciones. En esta circunstancias, como dice aquel tema popular del grupo folklórico boliviano los Kjarkas, hay que darle “Tiempo al Tiempo”; es decir, más tiempo a la democracia.

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