La Cajita con la “X” y el “Craft” de los Mineros

La Cajita con la “X” y el “Craft” de los Mineros

Pláticas entre Padres...

En este medio no puedo usar el nombre exacto de estos juegos electrónicos. Hace unos meses cometimos el error de comprar esta cajita con su juego de mineros que se dedican a ese “craft.” En pocos días vimos una transformación en nuestro niño. De un niño alegre, de buen humor, con ocasionales travesuras, se convirtió en un guerrerito rebelde, buscando cada cosa que pudiera blandear como espada para agredir – aunque en juego – a quien se le cruzara por delante. Día y noche quería estar jugando ese juego que tiene como su motor “violencia simulada,” pero no importa el nombre de mercadeo, es violencia. Pero los caracteres de la pantalla dan la apariencia de ser tan curiosos, es todo otro mundo, hay inmensos paisajes, granjas, vacas, castillos, y tiene como pretexto enseñar “la construcción.” Uno como padre se lo cree. Uno queda hechizado mirando como los niños tan rápidamente aprenden a manejar los controles, colocando bloques tras bloques, haciendo mil maravillas, mientras son atacados y asediados por personajes que representan poderes malignos y misteriosos. Uno mismo se come el cuento. Pero hay que recordar que el nombre del juego tiene la palabra “craft” en inglés. A primera vista, “craft” significa “artesanía.” Y ahí está el engaño. Porque la palabra “craft” también significa “hechicería” o “la práctica de la hechicería.” Allí mismo está en la palabra “witchcraft”, o “hechicería.”
Yo mismo no hubiera creído en la conexión entre el juego y la hechicería, hasta que vi la transformación en mi propio hijo. Pero el asunto es más peligroso. En la red (el internet), hay lugares donde los niños pueden acceder (aunque tengas instalado controles de acceso para niños) sitios para aprender más y más del “craft.” Si el niño no está jugando el mismo juego, está escuchando a otros jovencitos como desarrollar sus destrezas en el “craft.” Estos jovencitos se dan nombres de brujitos – que parecieran divertidos – pero son nombres que tienen que ver con la hechicería. Y uno como padre bien inocente hasta con cierto orgullo mira como su niño, tan chiquito, se desenvuelve tan bien – hasta mejor que uno – en todos esos juegos. Llegamos a un punto de crisis con el niño, pues se puso tan rebelde que ya no era una rebeldía normal sino fuera de serie. Me di cuenta que estaba siendo controlado o poseído por otras fuerzas fuera de su voluntad. Le pregunté cómo se llamaban los poderes que lo poseían. Me dijo que no me podía decir porque les tenía miedo. En ese momento acudí a miembros de la familia que estaban presentes, y después de ferviente oración invocando el nombre de Jesús, finalmente el niño gritó los nombres de los cuatro brujos y sus poderes (espíritus) que lo estaban controlando, y cayó rendido en mis brazos. Me agradeció porque se sentía libre. A pocos días el niño de antes regresó, alegre, de buen humor, y en las noches me pide que le lea las historias de Jesús. “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:32).

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