Empieza por Perdonarte

Perdonarnos a nosotros mismos es una actitud que no nos enseñaron. Las costumbres familiares, la cultura y la religión nos han hecho sentir culpables de todo lo que hacemos, de lo que pensamos, lo que sentimos, y hasta de haber nacido. Sin embargo, un proceso de liberación de las culpas nos permite adquirir madurez; es decir: la Inteligencia Emocional.
Hemos aprendido a culparnos tanto, que se nos hace imposible perdonar nuestras fallas. Nuestra forma de pensar se estrella ante la sencilla idea de perdonarnos a nosotros mismos. Pero debemos darnos el permiso de vivir esa experiencia como un nuevo proceso de aprendizaje. El secreto es que existe una lección detrás de todo error y es nuestra obligación extraerla.
Cuando una persona sufre, es porque algo en su forma de pensar está equivocado y debe modificarla de inmediato. O porque a sus sentimientos les está dando una interpretación diferente y debe reconsiderarlos. También porque sus acciones están erradas y deberá dar marcha atrás o cambiarlas. Sus aciertos y equivocaciones son consecuencia de lo que la persona cree que es, o debe ser “su verdad”
A veces creemos que los demás son culpables de hacernos sentir bien o mal. De niños nunca nos explicaron que teníamos la facultad de decidir entre ser felices o desgraciados. Pero tampoco fue culpa de nuestros padres, porque nadie les enseñó que ser felices. Si lo hubieran sabido, nos habrían explicado que los problemas siempre tienen más de una solución
Pero la felicidad es una decisión personal y no el resultado de las circunstancias. El sentido de culpa transforma nuestra visión de lo que nos rodea, afecta nuestra forma de pensar, sentir, actuar, y sobre todo a nuestra estabilidad emocional. Los conflictos y sus culpas no desaparecen cuando pretendemos olvidarlos echándolos al cuarto oscuro del tiempo, solo cambian de forma y crecen en intensidad.
A veces traemos culpas acumuladas durante años, porque no nos hemos atrevido a perdonaros por aquellas decisiones o acciones erradas que tomamos. Perdonarnos no depende de algo o alguien externo, sino de tomar la decisión “aquí y en este momento”, al darnos cuenta que somos de carne y hueso, con excelentes cualidades pero también con miles de defectos.
Desgraciadamente, las personas que sufren no siempre están listas o dispuestas a cambiar sus sentimientos, tampoco a considerar otras opciones de solución. Y brindarles ayuda en sus momentos de confusión se torna difícil, ya que nadie puede ayudarles a cambiar, excepto ellas mismas. Por ello, tendrán dificultad para solicitar ayuda, y no sabrán cómo o cuándo estarán listas para pedirla.
La Vida nos dio el libre albedrío, es decir, la capacidad para decidirlo todo a nuestro paso por la existencia. Es mediante el error y el acierto la única fórmula para ir adquiriendo la sabiduría que nos puede llevar al dominio de nuestro destino. Solo después de habernos equivocado cientos de veces y corregir nuestros equívocos, llegaremos finalmente a adquirir la Maestría de la Vida. Lo que significa: aprender a vivir sin sufrimientos.
Todas las crisis emocionales nos llevan a enfermedades. Y mantener en el pecho una culpa, nos he creado muchos padecimientos que nos han acompañado por años. Un malestar físico, ya sea ligero o grave, es un recordatorio que nos invita a revisar nuestro interior para reconocer y corregir las fallas acumuladas. Y luego de haber obtenido la lección, empezar a perdonarnos de no ser lo perfectos e inteligentes que nos creíamos, porque aun no somos Dioses.
Es imperativo descubrir todo el potencial que tiene nuestra mente para liberarnos de las sombras que nublan nuestra razón. La asesoría profesional nos ayuda a modificar tranquilamente nuestro entorno personal, familiar o de trabajo.
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