El Talento para combatir los Temores y Miedos

Todos los seres vivientes tenemos miedo, es natural, se llama instinto de conservación. Pero realmente el hombre es un “animal” miedoso, el cien por ciento del ser humano es “tímido” es decir que teme, y teme a un sinnúmero de cosas y situaciones, es decir, es intimidado por estas cosas, lo importante es saber a qué cosas teme y porque.
No crea que usted es el único que le teme a algo, TODOS le tememos a algo, lo que ocurre es que ese “algo” es diferente para cada uno, porque el miedo no es maligno ni benigno, simplemente es el temor a algo que desconocemos o, si conocemos, no podemos dominar y tememos que nos pueda dañar.
Los cuatro elementos conocidos, Fuego, Agua, Aire y Tierra, tienen la facultad de ayudar o dañar al ser humano, por eso el fuego sirve para calentar el alimento o para destruirnos, el agua sirve para beber o para ahogarnos, la tierra sirve para darnos vegetales o para taparnos, con el aire vivimos y sin el morimos. Los cuatro elementos pueden darnos o quitarnos la vida. Y en ellos cuatro reside la profundidad de todos los miedos.

Los amigos del miedo son la
angustia, las obsesiones y las fobias
Muchas culturas o religiones antiguas o modernas disfrazan los miedos, en algunos casos para manipular a las personas, con la presencia de lo diabólico, que justifican los miedos y angustias.
El miedo vive en la parte superior del instinto, donde el ser humano es menos pensante y más temeroso, donde es casi irracional y pone en marcha la angustia, su amiga íntima, para apoyarse en los sentimientos fóbicos, para luego pasar a las obsesiones.
Los miedos emocionales o sentimentales viven un sinnúmero de miedos fóbicos contrapuestos: oscuridad o luz, espacios abiertos o cerrados, muchedumbre o soledad, alturas o profundidades, avión o barco… y podría seguir varias páginas.
Los temores obsesivos, son miedos disfrazados de preocupación: Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad. Perfeccionismo que interfiere con la finalización de la tareas, cuando es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son muy estrictas. Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades, no atribuible a necesidades económicas evidentes. Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores, no atribuible a la identificación con la religión. Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles incluso cuando no tienen un valor sentimental. Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas. Adopta un estilo avaro en los gastos; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.
Todos los miedos que habitan en los mundos de los instintos, de los sentimientos y de las sensaciones no tienen relación con situaciones diabólicas.
La mejor forma de combatir los miedos y temores, es haciéndolos descender al mundo racional para controlarlos y expulsarlos.

Para ello enumeraremos
los pasos a seguir:
1. El primer paso es el Origen. Debemos depositarlos en el mundo de la lógica sin preocuparnos por qué existe tal conducta miedosa, sino por cual es en sí la conducta miedosa.
2. El segundo es el Control. Debemos ser específicos a la hora de definir la conducta miedosa y sus consecuencias, ya que el problema en sí es la solución.
3. El tercero es confiar en uno mismo, no ver el miedo como tal sino como una traba para lograr sus objetivos.
4. El cuarto es buscar el equilibrio y definir con exactitud qué cambios de conducta pretendemos conseguir.
5. El quinto es establecer un límite de tiempo para el cambio propuesto. Es decir, buscar un camino adecuado para el cambio, sin pasar al otro extremo, por ejemplo: el perfeccionista lo que debe cambiar no es cometer errores sino el miedo irracional por evitar cometer errores, si usted se propone cometer errores para cambiar, dejará de preocuparse por la perfección pero dejará de preocuparse por lo errores que pueda cometer. Es decir el problema no son los errores, sino el miedo a cometerlos.
6. El sexto es ser paciente, ya que los cambios no vendrán de un momento a otro, incluso podría ocurrir una recaída, especialmente, en los casos de rápida progresión en la modificación de la conducta miedosa, comprendiendo que la mejoría no supone un progreso lineal sino que puede haber adelantos, paradas y retrocesos en el proceso, permitiendo establecer comparaciones para valorar las diferencias entre su estado previo con su situación de progreso.
Una vez que el mundo lógico se apodere de los miedos, veremos que el miedo choca de frente con la lógica y se desvanece. Recordemos que el miedo es amigo de la depresión. El miedo trae desarmonía que es un sinónimo de enfermedad física o espiritual.
Cuando alguno de los elementos deja de funcionar, el conjunto empieza a andar con dificultades. Cuando una parte del todo disminuye o se acrecienta, surge el desequilibrio y las cosas toman un mal rumbo.
El miedo es uno de los elementos del ser humano con gran fuerza para generar esa desarmonía, esa falta de correspondencia y equilibrio. Su peso es negativo, porque no nos permite actuar ni con libertad, ni con inteligencia, ni con sentido común. Por el contrario, nos hace poner énfasis en aspectos de nuestra vida sobre los que no deberíamos hacer tanto hincapié. Nos obliga a retroceder cuando deberíamos avanzar. Nos hace mentir, cuando deberíamos decir la verdad. Y nos quita plenitud, creatividad y capacidad de amar.

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