El Papa Igual que Moises… Separó las Aguas.

El martes 12 de setiembre del 2006 quedara grabado en la historia de la humanidad como el día en donde las aguas se dividieron, ese día durante una clase magistral en la Universidad Alemana de Ratisbona, el Papa Benedicto XVI sorprendió al mundo hablando de un tema tabú para las religiones… la fe y la violencia… ese día, el Santo Padre, al igual que Moisés, golpeo su bastón el borde del río, dividiendo las aguas de occidente y de oriente, entre los que usan la espada como método de evangelización y los que evangelizan mediante la fe, la razón y el amor.

El Papa ha salido a explicar que lo que dijo fue mal entendido…

El Papa ha salido a explicar que lo que dijo no es lo que el piensa…

El Papa ha salido a explicar que lo que quiso decir cuando dijo lo que dijo no es lo que dijo…

Pero las aguas ya se han dividido, el tema esta en la boca y el corazón de todo el mundo y aunque el río intente volver a la normalidad… ya nada será lo mismo… y el Papa lo sabe…

Lo que todos nos preguntamos es:

¿El Papa se equivoco?, ¿El Papa no sabia lo que estaba diciendo?, ¿El Papa no midió las consecuencias de sus palabras?, ¿Las palabras del Papa fueron mal entendidas?

La primera respuesta debería ser religiosa, y como sabemos para la religión el Papa es infalible, es decir por su boca habla Dios, ya que según la fe Católica Apostólica Romana, el Papa fue elegido en un Concilio Cardenalicio a puertas cerradas en donde los votos para la elección Papal son influenciados por el Espíritu Santo… es decir el Papa no se equivoco y sabia lo que estaba diciendo.

La segunda respuesta es humana, y deberemos analizar al ex-Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, cuando dirigía la Academia Pontificia de Ciencias, y cuando era catedrático de la Universidad Alemana de Ratisbona, donde siempre sostuvo que la evangelización debería hacerse con la palabra y no con la espada, analizando las religiones desde su relación con la violencia, y criticando la inquisición pero no las cruzadas, recordemos que los cruzados reconquistaron Jerusalem que había sido invadido por los ejércitos de Mahoma. Tampoco hay que olvidar que cuando Juan Pablo II -el primer Papa que pisó una mezquita en Siria- convocó a todas las religiones del mundo a un encuentro por la paz en Asís, en octubre de 1986, el Cardenal Ratzinger, custodio de la ortodoxia católica romana, no fue porque no compartía ese modelo de acercamiento… es decir el Papa no se equivoco en la Universidad de Ratisbona, sabia lo que estaba diciendo.

La tercera respuesta es política, el Papa es el jefe del Estado del Vaticano, y como país independiente debe tomar posiciones respecto al avance indiscriminado del islamismo sobre occidente. Para ello debemos recordar su primera encíclica, Deus caritas est (“Dios es amor”), allí Benedicto XVI escoge el tema del amor contra la violencia, en donde deja claro que la violencia no es parte del cristianismo y no debería serlo de ninguna religión. Incluso cuando en febrero pasado algunos fanáticos islámicos cometían destrozos por sentirse ofendidos al publicarse caricaturas de Mahoma en algunos periódicos del mundo, el Vaticano publico en su informe semanal un texto muy claro:

“…Igualmente deploramos las acciones violentas de protesta… La reacción ante una ofensa no puede faltar al verdadero espíritu de toda religión. La intolerancia física, real o verbal, venga de donde venga, como acción o como reacción, constituye siempre una seria amenaza a la paz”. Asimismo el Papa, en sus discursos resume sus ideas con sus propias palabras: “No actuar racionalmente se opone a la esencia de Dios… Para la doctrina musulmana, por el contrario, Dios es absolutamente trascendente… Su voluntad no está unida a ninguna de nuestras categorías, ni siquiera a la razón”.

Incluso el Papa contempla como un gran peligro la diferencia en la imagen de Dios entre el Cristianismo y el Islam: “Aquí hay una bifurcación en el entendimiento de Dios y, así, en la realización concreta de la religión, que para nosotros constituye hoy un desafío inmediato”, dijo.

Como vemos el Estado del Vaticano y su Jefe son concientes que deben frenar el avance de la espada islámica… es decir el Papa no se equivoco en la clase magistral que dio en la Universidad de Ratisbona, sabia lo que estaba diciendo.

Ahora que tenemos la respuesta a las primeras preguntas… debemos hacernos las siguientes…

¿Por qué lo hizo?,

¿Para qué lo hizo?,

¿Por qué ahora?…

En este caso también debemos recurrir a tres tipos de respuestas:

La primera respuesta debería ser religiosa, y comprendemos que el Papa llama a la reflexión espiritual a quienes miran al islamismo con simpatía, y como líder espiritual cristiano debe mostrar las diferencias entre ambas religiones: Jesús habla de amor, Mahoma habla de espada; Jesús bendice a los mansos y a los pobres de espíritu, Mahoma honra al guerrero victorioso; Jesús enseña que su Reino no es en este mundo, Mahoma fundo un imperio teocrático; Jesús pide a sus seguidores que abracen la Cruz para lograr la vida eterna, Mahoma pide que asesinen a los infieles para lograr un lugar en el paraíso; Jesús enseño que la mujer y la familia es la base de la sociedad cristiana, Mahoma tuvo nueve esposas y veintiséis concubinas, incluso a los cincuenta y tres años se caso con Aisha de tan solo nueve, mucho menor que su hija Fátima. Esto provoco que a la muerte de Mahoma comenzaran las luchas intestinas en el Islam y sus seguidores se dividieran en Sunnitas o seguidores de su joven esposa Aisha y Chiítas o seguidores de su hija Fátima, estas luchas aun continúan en el siglo XXI.

La segunda respuesta es humana, y la debemos buscar en el ex–profesor Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, cuando enseñaba historia y teología católica en la Universidad de Tubinga en Alemania y era considerado un liberal para su época. Como teólogo e historiador podemos afirmar que no utilizo una cita del emperador bizantino Manuel II al azar; el Papa sabe perfectamente quien fue Manuel II y quien su conquistador Murad I, el Papa sabe perfectamente que Manuel II fue uno de los últimos emperadores en luchar contra el avance de las fuerzas musulmanas al mando del Sultán Murad I, quien en el siglo XVI dominaba un imperio que incluía toda la península de Anatolia, Oriente Medio, el Norte de África, la mayor parte de los territorios enclavados en la franja que va desde el sudeste de Europa (Balcanes, Grecia, Bulgaria, Rumania) al Cáucaso en el norte. Este Imperio Otomano cubría un área de aproximadamente cinco y medio millones de kilómetros cuadrados. El Papa sabe perfectamente que Manuel II no acepto que nombraran Sultán de Roma a Bayaceto, hijo de Murad I, que había muerto mientras asesinaba a toda la población serbia, tampoco acepto Manuel II que Génova y Venecia firmaron un pacto con el Islam para no ser atacados, pagándole impuestos al Sultán. Por eso Manuel II igual que el Papa le pidió ayuda a Europa, (Italia, Francia, Alemania e Inglaterra) para combatir el avance de la espada musulmana. El Papa sabe que Europa le negó ayuda a Manuel II por miedo a las represalias del Sultán provocando la derrota del emperador bizantino Manuel II ante el nuevo Sultán Murad II, por eso y para que la historia no se repita, el teólogo e historiador ex–Cardenal Ratzinger espera que el actual occidente (Europa y America) apoyen la decisión del Papa y enfrenten el avance de la espada del Islam.

La tercera respuesta es política, y el Vaticano como país europeo ve con inquietud y temor el avance del Islam en el Mercado Común. No fue casual que en sus discursos en Alemania (base económica-política del Mercado Común Europeo) el Papa critique la falta de cristianismo que invade Europa. No es casual que el Papa devele su pensamiento sobre el Islam antes de su viaje a Turquía, país con mas de setenta millones de musulmanes, en donde el poder entre la democracia y la teocracia musulmana esta pasando por su máxima tensión, ya que esta a la espera de su aprobación para ingresar al Mercado Común Europeo. No es casual que el Papa lance su discurso una semana antes que se reúnan en las Naciones Unidas los máximos dirigentes del mundo, cuando EEUU solicita ayuda internacional para frenar el avance nuclear de Irán, y luchar contra la guerrilla asesina de Al Queda, cuando Israel solicita ayuda internacional para controlar a Hezbollah y a Hammas.

A estas alturas creer que el Papa se equivoco o que no sabia lo que estaba diciendo o que no midió las consecuencias de sus palabra, es desconocer la inteligencia, la lucidez y el pragmatismo del ex–Cardenal Ratzinger. Solamente nos queda rezar para que los líderes del mundo lo escuchen y no se repita la historia.

Hasta pronto.

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