Consejos caseros para limpiar tu casa

Si el uso es reciente basta frotarlos con limón. Si por el contrario, se encuentran con suciedad acumulada conviene sumergirlos con una mezcla de lejía o vinagre y agua caliente. Se pueden dejar una noche entera a remojo hasta que la suciedad se ablande. Después es suficiente pasar un trapo jabonoso y aclarar con agua abundante. Hay que secar bien los orificios para no obstruir la salida uniforme del gas.

El refrigerador ha sido ese almacén en el que han convivido carnes, pescados, mariscos y un millón de olores que se han quedado adheridos a sus paredes. Para evitar que puedan volver a fijarse, y se mezclen los olores, uno de los trucos es colocar en el interior de la nevera un recipiente con un poco de leche, aunque surte el mismo efecto un tarro con bicarbonato e incluso un trozo de carbón vegetal.

La mesa a punto

Los candelabros no son sólo un elemento decorativo para veladas románticas. Se pueden utilizar para cualquier tipo de cena y comida, concediendo así un toque más íntimo y personal al encuentro. Es muy difícil que los restos de cera queden sobre su base y el pie. Para dejarlos como el primer día, independientemente de sus características: plata, cristal, bronce o hierro forjado, lo mejor es introducirlos en el congelador durante el tiempo suficiente para que se congele la cera. Después saldrá con una facilidad increíble y dejará el candelabro sin restos.

Quién no ha ido a poner los vasos en la mesa y se encuentra con la sorpresa de que están encajados de tal manera que es imposible soltarlos sin que el cristal se resquebraje, con el peligro de cortarnos. Darles un pequeño golpe, aunque sea envueltos en un paño, suele ser la más efectiva para quedarnos sin vasos. La solución más rápida es ponerlos bajo el grifo de agua caliente justo en la zona por la que están unidos para que se suelten.

Si el problema se complica, una buena manera de conseguirlo es colocarlos en un recipiente con agua caliente e introducir cubitos de hielo en el vaso de arriba. De este modo, el de abajo se dilata y el de arriba se contrae, lo que facilita la separación.

Brindis y más brindis. La cristalería es una de las piezas estrellas en cualquier celebración. Los lavavajillas tienen un programa demasiado largo para estos elementos tan delicadas, pues resulta demasiado caliente y se producen demasiados e innecesarios cambios de temperatura que deterioran las piezas.

Las cristalerías más refinadas es mejor lavarlas a mano con sumo cuidado. Si han perdido el brillo puede que tenga relación con la cal del agua. La solución está en aplicarlas polvos de ácido cítrico en lugar de detergente, o bien el tan socorrido amoniaco.

Si las copas están bañadas en plata, o en su decoración tienen algún filo dorado es suficiente limpiarlas con un paño seco.

Tapicerías

Mantener los sillones y las sillas de uso frecuente libres de polvo y el cuero bien nutrido y limpio requiere tres simples cuidados que garantizan su duración. El aspirador es el instrumento ideal para extraer el polvo de los rincones más difíciles de las tapicerías. Cada quince días, hay que limpiar el cuero con un paño embebido en esencia de trementina, dejándolo actuar y puliéndolo más tarde con una gamuza de lana.

La pasamanería que sirve de remate en cortinas y alfombras en forma de cordones o galones, atraen más polvo que el resto de la pieza por lo que precisan una limpieza más regular. Los cordones, vivos y galones se limpian con una mezcla a partes iguales de agua y amoniaco; luego se pasa un cepillo húmedo por los pliegues y dibujos de la pasamanería. Así se conseguirá un aspecto impecable.

Si en el trasiego de platos ha caído una mancha de aceite sobre la moqueta, espolvoree unos polvos de talco, y deje actuar un rato. Frote después con un paño y lave con un champú para alfombras.

Segunda y última parte

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