“¿Bajo qué puente me voy con mis hijos?”

“¿Bajo qué puente me voy con mis hijos?”

“Y, ¿a dónde quiere que me vaya con mis cinco hijos? ¿Debajo de un puente?” Este padre soltero respondía al abogado. El dueño de los apartamentos lo demandaba porque no había desalojado el apartamento. “Tiene hasta fin de mes para desalojar”. “Y, ¿bajo qué puente me voy con mis hijos?” “Usted presentó una identidad falsificada cuando alquiló el apartamento. Tiene que entregar la propiedad”. “Pero ahora sí tengo mis documentos al día”. “Ese no es el caso. Usted mintió para alquilar estos apartamentos a bajo costo. ¿Promete desalojar para fin de mes, sí o no?” “Es injusto. Ahí tengo cerca la escuela de mis hijos y la señora que los cuida cuando voy al trabajo. Yo les pago lo que pidan”. “Entonces vamos ante el juez, y que el juez decida”. El juez no tardó en dar su fallo. “¡Le ordeno a desalojar de inmediato!” El señor salió cabizbajo de la sala. Yo salí tras él para ofrecerle algún tipo de consuelo. “¿Entonces, de veras no tiene donde ir con sus hijos?” “¡No!” afirmó. “Estoy totalmente solo en este país”. “Y, ¿la mamá de los niños?” pregunté. “Nos abandonó hace más de un año. Estoy totalmente solo, sin ningún apoyo”. Estábamos en el pasillo. En eso se abrió la puerta del baño de damas, y salió una mujer muy bien apuesta, que no titubeó en besar sus labios. “¿Estás bien, mi amor?”, le preguntó. Sin decir más palabras se tomaron de la mano, y salieron del tribunal. Me quedé pasmado…
Pero el que esté libre de engaño y mentiras que tire la primera piedra. ¿Quién no ha exagerado sus logros “apenitas un tantito”? O, ¿Qué de ese pretexto cuando llegamos tarde al trabajo? Hasta con la mirada o el silencio mentimos. Sólo de Jesucristo se dijo que en Él no se “halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22). Él dijo, “Yo soy la verdad, y la vida” (San Juan 14:6), dando a entender que su verdad y su vida son una sola cosa. Pero Él no vino para lucir su integridad sino para darla. Al mentiroso más grande del mundo, Él dice, “Yo reemplazo tu mentira y tu maldad con mi verdad y mi vida, de otro modo quedarás condenado para siempre”. Pero en la cruz Jesús asumió todas las mentiras de todos los mentirosos (cada ser humano) de toda la historia de la humanidad. Allí el más íntegro se hizo el más mentiroso para que todos los mentirosos de la historia fueran considerados los más íntegros. Eso nos incluye a ti y a mí. En nuestra historia del señor mentiroso, el momento cuando dejó de mentir fue cuando la mujer que lo amaba le tapó la boca con sus besos. Así hace Dios con nosotros. Tapa nuestras bocas con su amor y es entonces cuando callamos y dejamos de mentir. “Yo soy la verdad y la vida”. Él es nuestra verdad, y nuestra vida. Es para dejarnos totalmente pasmados…
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