La pesadilla de volver al trabajo
El mes de septiembre supone la vuelta al trabajo para muchos. Atrás quedan los días de excesos con las comidas, con los horarios, y el descanso. A la vuelta, adaptarse a la rutina puede resultar muy cuesta arriba.
El pesimismo, la desconcentración, el insomnio, la tensión, la ansiedad, la apatía o la depresión en las primeras semanas de trabajo pueden ser síntomas de que algo no está bien. El síndrome postvacacional te ha alcanzado.
Adiós al “bioritmo”
El síndrome postvacacional se define como la “incapacidad de adaptación al trabajo finalizadas las vacaciones”.
Un problema que conlleva en algunos casos una serie de síntomas en forma de desequilibrios físico-psíquicos que suelen en la mayoría de los casos remitir a las dos semanas. De prolongarse en el tiempo, es recomendable visitar al médico.
El día a día nos ayuda a fijar una rutina. Ir a trabajar, volver a casa, dormir, volver a trabajar. Estos periodos inalterables fijan en nuestro calendario vital un tiempo de estabilidad que las vacaciones rompen.
El “biorritmo”, producto de nuestro estilo de vida, falla. Y como consecuencia retomar la rutina se convierte en toda una tortura.
Según algunos estudios, un 35 por ciento de los trabajadores entre 25 y 40 años padecen esta dolencia. La principal causa: el desajuste del horario y el cambio de ritmo diario y de actividad social.
Quiénes lo padecen
¿Qué es lo que lleva a una persona a padecer o no este síndrome? Su susceptibilidad al cambio.
Nuestra actividad social incrementa en los periodos de descanso. Por lo que para muchos la vuelta a la rutina, representa no sólo retomar el trabajo sino también el “aislamiento”, el aburrimiento. Los expertos recomienden mantener en el tiempo alguno de esos hobbies que la época estival permite disfrutar con mayor sosiego.
El doctor Francisco Javier Lavilla, de la Clínica Universitaria de Navarra, España, señala como posibles causas de este síndrome postvacacional: “Las vacaciones largas, agotadoras, en las que no se descansa bien”.
Sería interesante valorar si en vez de disfrutar de todas las vacaciones de una vez, convendría más dividir éstas en dos periodos de tiempo más cortos.
Por otro lado Lavilla incide en “la falta de motivación en el trabajo”.
No obstante, hay quien días antes de incorporarse ya está contando el tiempo que le queda para volver a disfrutar de unos días de descanso y así es normal que no haya ningún tipo de aliciente.