Parejas Emocionalmente Independientes
Se ha descubierto mayor longevidad entre las personas que tienen una relación independiente y feliz, comparada con las personas donde su relación de pareja es difícil o traumática, ya que en ellas abundan las enfermedades y fallecimientos prematuros. Algunos estudios confirman que una relación de pareja que sea tranquila, prolonga la vida y aumenta de manera significativa la salud física, mental y emocional de los participantes.
El factor determinante no es cómo se nombre la relación, es decir: matrimonio, unión libre, etc., sino el Amor que los una. El Amor, tanto en forma de afecto como en forma sexual, es una necesidad biológica muy importante para mantener bien avenidas las uniones. En estos casos, la libre expresión del Amor ofrece una mayor expansión de la vida sexual y emocional. Cuando hay amor con libertad, las personas son menos propensas a enfermedades como la diabetes, artritis, alta o baja presión, depresiones, infartos, etc.
El ser humano no está hecho para vivir en el aislamiento, dependemos unos de otros en casi todos los aspectos de la vida, desde las cuestiones prácticas de la supervivencia hasta las relaciones sociales y afectivas. Por lo tanto, la dependencia en la pareja es natural, incluso es necesaria porque es uno de los principios que dan sentido a las relaciones. Sin embargo, la dependencia puede dar lugar a relaciones tanto destructivas como constructivas.
Hace dos generaciones atrás, las relaciones de pareja fueron en su gran mayoría codependientes, debido a que la mujer no tenía autonomía emocional. El matrimonio era una relación donde el hombre tomaba las decisiones y la mujer acataba las órdenes. Pero a partir de la década de 1950, debido a cambios sociales, económicos y políticos, la idea de la pareja se ha modificado de manera que han surgido otros modelos de relación, más acordes con las necesidades de la evolución humana.
En las relaciones codependendientes, existe una falta de estabilidad causada por una lucha de poderes. Alguno de los dos quiere tener el control o se siente obligado a hacerse cargo del otro, y a su vez, su contraparte está dispuesta a disfrutar de esta comodidad. Esto hace que ambos se sientan comprometidos a soportar las agresiones y malhumor de su pareja, en espera de que pronto llegará una mejoría de su carácter. Pero la verdad, es que lo que uno no soporta del otro es lo que no acepta de sí mismo: espejito, espejito.
A pesar del sufrimiento que causan estas relaciones desagradables, las personas se mantienen atrapadas porque temen quedarse solas. Este miedo tiene dos consecuencias: por un lado, se vuelve un obstáculo para disfrutar de una saludable intimidad ya que siempre está presente el temor al rechazo. Por el otro, uno de los dos prefiere perder su derecho a su libertad con tal de no generar conflicto o confrontación. Pero como la codependencia es mutua, esta persona solo se siente amada o preferida si recibe ese tipo de cuidados.
La relación en donde ninguno dependa del otro para ser feliz, permite establecer una relación más equitativa y adulta. Esta interdependencia requiere de dos personas autónomas, es decir, dos adultos que han aprendido a funcionar en forma separada. Pero para lograrlo, se requiere de la autoestima y la confianza en sí mismos. Esto significa que se es valioso y digno de amor, por el simple hecho de ser quien es. Y a partir de este momento, la necesidad de dominio o avasallaje ha dejado de existir para dar paso a la libertad que brinda el amor incondicional.
Cuando hay Amor es normal sentir cierto apego, deseo de cercanía, preocupación, incluso dependencia, sólo que este sentimiento se permite de manera consciente y voluntaria. Se logra cuando ambos son capaces de comprender sus múltiples diferencias, aceptarlas y respetarlas como dos seres diferentes que desean estar juntos para engrandecer y disfrutar su existencia. Y aunque sus vidas estén entretejidas, son capaces de compartir el poder por igual, y como seres comprometidos, se hacen responsables de sus propios sentimientos, acciones y contribuciones a su relación.
Cuando no hay problemas de autoestima en una Pareja, tampoco hay miedo a ser honestos. Cualquiera puede expresar sus sentimientos sin temor a ser juzgado o ponerse a la defensiva. Cuando la autoestima no depende del otro, no hay temor a propiciar intimidad y la independencia personal no significa una amenaza para la Pareja. Ambos han basado su felicidad cuando, sabiéndose completos y valiosos, se dan al otro en un acto de generosidad, tal como lo hacen las personas emocionalmente inteligentes.