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Rumbo al Informe Como se ve México en el contexto Mundial

Por: Luis Manuel

de la Teja

En el informe de la OCDE del año 2007 se nos advierte que los ingresos fiscales de México son los más reducidos del organismo y que, con esos recursos, es imposible a la letra atender a las demandas sociales y, menos, aún, realizar una verdadera política de empleo. En ese punto no hay la menor duda: no creamos empleos en el sector formal.

Se acumulan en el sector informal o en la emigración mientras que el petróleo representa 35% del presupuesto público. Una tragedia que ha posibilitado el tránsito de Pemex, pese a la experiencia de sus técnicos y científicos, hacia el destino más inquietante: ser la “vaca lechera” (irracional) de recursos fiscales del país. Hecho más grave en el momento mismo en que las estadísticas internacionales nos advierten (BP Statistical Review of World Energy , junio de 2005) que las reservas probadas de México representan sólo 1.2% de las mundiales y que, al nivel actual de su extracción, México tiene petróleo al finalizar 2004 para 10.6 años.

Por: Luis Manuel

de la Teja

Esa importante definición no elimina la existencia de “reservas posibles” que requieren inversión acelerada, decisión política y, desde luego, una interpretación profunda de los hechos: que no sólo hay que pensar en la explotación de ese petróleo para el inmediato futuro, sino en algo más: prepararse, sólidamente, para la etapa, inevitable, de las “energías del futuro”.

En suma, una interpretación científica y política del cambio de la historia económica. No obstante, el Latinobarómetro señalaba a México, en 2005, como autoapreciación, el primero de todos en riqueza. El informe de la OCDE, en su página 44, plantea, sin duda, otra visión: “…Cerca de la mitad de la población de México aún vive en condiciones de pobreza. Una persona de cada seis vive en situación de pobreza extrema, mientras que los dos deciles más pobres se distribuyen menos del 5% del ingreso, mientras que los dos deciles más ricos reciben más de la mitad”.

Cabe decir que esa mensuración no aparece en los ingresos fiscales donde los que trabajamos y pagamos impuestos (la primera condición del ciudadano, pero no del votante, lo que es un tema inquietante) tenemos que soportar una presión fiscal más pesada porque el sector informal (el 26.6% de la PEA, según últimos datos del INEGI) no participa en ese deber colectivo. Tenemos la mitad de sujetos fiscales que España, con 42 millones de habitantes.

Por lo demás, en orden a la imperiosa necesidad de invertir en el futuro de la energía (y añado que también hay que inventar las energías del porvenir) que el problema no consiste en la Constitución. El problema real, el fundamental, gravita en asumir lo esencial: que para plantear y resolver el problema energético (que ya está ahí) lo de menos es el concurso inversionista privado y transnacional. Lo decisivo es si tenemos el Estado adecuado para hacer frente a las reformas, retrasadas desde generaciones, que, sin embargo, se creen ricas. Esa alienación (Marx) es el fruto de una clase dominante que piensa la historia no como destino común, sino como botín.

La publicación, por el Foro Económico Mundial (The Global Competitiveness Report 2007 ) de los datos sobre la competitividad mundial, invita, en principio, a varias reflexiones. La primera de ellas señala que, en 2006, el avance en la competitividad de México fue de un solo lugar: del lugar 59 al 58 en una lista de 125 países evaluados.

En ese punto lo significativo de la posición de México, para que sea útil, es compararla, primero, con la competitividad de sus socios en el Tratado de Libre Comercio a los cuales México exporta, grosso modo, el 89% de sus mercancías. Dependencia clara. Estados Unidos aparece en el sexto puesto mundial en competitividad en el 2006, pero fue el número 1 en 2005. Ello indica mutaciones crecientes en la correlación de fuerzas del planeta que gravitan, fundamentalmente, sobre el conocimiento, es decir, la investigación y desarrollo. Canadá, a su vez, aparece, en el 2006, en el puesto 16, mientras fue el 13 en 2005. La tendencia del proceso que vive Estados Unidos señala una declinación progresiva. Revela la batalla que se libra en la cúspide donde los primeros cinco lugares son ocupados por Suiza, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Singapur, que son verdaderos laboratorios de inversión en la investigación.

La segunda reflexión es el avance, notable, de India y China. India ya es el país 43 en competitividad y China el 54. No existe duda alguna de que se trata de algo que México no puede ignorar. En efecto, el déficit comercial de México con Asia es creciente. Se trata de un dato relevante (sin contar con el fenómeno del “contrabando” del cual se puede hablar haciendo sólo un paseo) para México. En el año 2005, según los datos fehacientes de un investigador que merece atención y respeto (hablo de Arnulfo R. Gómez), las exportaciones de México hacia Asia se elevaron a 4 mil 760 millones de dólares (de las cuales mil 134 a China y mil 471 a Japón, lo que son cifras mediocres), en tanto que se importaron, de esa región, 53 mil 426 millones de dólares de los cuales 17 mil 631 de China (sin el contrabando) y 13 mil 23 de Japón que es la segunda potencia industrial del mundo. Japón, a su vez, es el séptimo país en competitividad. Un país destruido y aniquilado, además, por dos bombas atómicas. También Alemania quedó en ruinas; hoy primer exportador del mundo y octavo en competitividad.

Esos elementos de trabajo indican una grave dicotomía. Es de notar, a su vez, que los comentarios, en México, se han reducido, exclusivamente, a la “competitividad”, pero el Foro Económico Mundial plantea un análisis, mucho más complejo, que se ha eludido. En efecto, entre los indicadores que el Foro Económico Mundial define como Requerimientos Básicos, uno de los más importantes es, sin más, la “Eficiencia de las Instituciones” de cada país. En ese punto, México aparece en el lugar 69. El segundo pilar competitivo son las “Infraestructuras” en las que México es situado en el lugar 64 en tanto que, como de costumbre, tema vidrioso, respecto al pilar “macroeconómico”, se coloca a México en el puesto 54. No hay duda de que la macroeconomía mexicana funciona mejor -grave- que su microeconomía.

Otro aspecto importante del análisis de la competitividad es, sin duda, el de la “Educación Superior y la Formación”. En ese pilar de la eficiencia México es situado en el lugar 71 y, sin embargo, en la “Eficiencia del Mercado” tiene un lugar honorable: el 48. Pero es un mercado, sin duda, transnacionalizado.

Me parece pertinente y preocupante señalar que India ya, en cuanto a “Eficiencia de las Instituciones”, aparece mucho antes que México: lugar 34. Si China con un partido único (aunque haya incluido ya a los grandes industriales y los millonarios) desciende, en la “Eficiencia de las Instituciones”, al lugar 80, en orden al “tercer pilar”, es decir, en la macroeconomía, es ya el sexto y en la “Eficiencia de las Infraestructuras” emerge en el puesto 60. Antes, pues, que México. En suma, la batalla mundial por la mutación institucional y científico-tecnológica es ya un factor básico para un análisis, complejo, de la competitividad que considera muy diversos factores. En ese punto es inevitable reconocer que Chile, en los tres pilares básicos, Instituciones, Infraestructura y Macroeconomía, conforma posiciones eminentes: 25, 35 y 7. ¿Se quiere saber o no?

Dos países que comenzaron como “ensambladores” y tienen ya un PIB per cápita al doble, en números redondos, que México, es decir, Taiwán y Corea del Sur, sobremanera en el pilar “Educación Superior y Formación”, han conquistado lugares sobresalientes: los puestos séptimo y vigesimoprimero. La inversión masiva, sin duda, en el conocimiento, que es lo que se ha codificado como inversión en investigación y desarrollo (I&D) y que ha pasado a ser, el barómetro más sensible de la competitividad. Explica esa situación.

Cabe, por ello, insistir en algo esencial: que no se puede establecer, como suele ocurrir en el discurso político, una equivalencia, mecánica, entre el crecimiento del PIB y el desarrollo. Las variables anuales del crecimiento (o decrecimiento) del PIB no se refieren, por sí, al desarrollo. El desarrollo, cierto, es inseparable del aumento (no al revés) o incremento del PIB, pero el desarrollo implica la transformación real de la sociedad. En suma, el desarrollo es el cambio de un nivel a otro, más alto, de la acción histórica de una sociedad. Esa sociedad puede ver crecer el PIB y acumularse en un sector privilegiado de la nación sin que, ni de lejos, se modifique, cualitativamente, la participación de la sociedad en las transformaciones y, en consecuencia, en el bienestar social. Por tanto, el tránsito, de un nivel a otro, más alto, de la acción histórica de una sociedad, es el desarrollo. Las variables que maneja el Foro Económico Mundial permiten mensurar, en distintos niveles, como se ve, México.

Los grandes problemas no sólo quedarán pendientes -al margen de “la macroeconomía” con tan buena salud como los bancos-, sino agravados por el agravio de su repetición histórica. Véase lo que se planteaba en el informe 2005 de la OCDE: “Cerca de 40% de los empleos en México son informales. A pesar de la ausencia de un seguro de empleo (sueños, me permito comentar), la informalidad representa una válvula de seguridad para muchos trabajadores poco calificados, la proporción, persistentemente alta, de trabajo informal genera inquietudes. Este problema contribuye a la reducción de la base tributaria, lo que implica tasas impositivas más altas (por el mismo ingreso) para los trabajadores formales, y una mayor percepción de injusticia por parte de los contribuyentes (tenemos, interrumpo, un ingreso fiscal inferior al promedio de todos los países de la OCDE, pero también menor que el de Turquía, que posee un ingreso per cápita muy inferior al mexicano). Los trabajadores informales no contribuyen ni se benefician del sistema de seguridad social. No tienen acceso a oportunidades de capacitación en el empleo, lo que limita las posibilidades de desarrollo de capital humano. (página 30)”

“Un mexicano de cada seis (informe 2005 de la OCDE) vive en condiciones de pobreza extrema, con limitaciones en el acceso a alimentos y servicios básicos, y cerca de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza.”.

En el mismo informe (The Global Competitiveness Report 2005-2006), página 508, México aparece en el lugar 92 de 117 países evaluados sobre ese mismo tema. En la “Eficiencia del sistema fiscal”, puesto 112; en “Crimen organizado”, el 113, y en la “Efectividad del gobierno para reducir la pobreza” el 68. Mírese, ese prontuario, con los ojos abiertos, es decir, no cerrados por los discursos de la luna menguante, ni por el obsceno “todo va bien”.

El Informe del World Economic Forum (The Global Competitiveness Report 2005-2006) no nos deja, en ese aspecto, excusas.

En el Índice de la Competitividad de las Instituciones Públicas, México aparece en el lugar 72 de 117 países evaluados y, en orden a la Efectividad de los Cuerpos Legales, México ocupa el puesto 108, es decir, en el último estrato de países examinados.

En la Efectividad de la Policía, México es el país 102 y en orden a la mensuración del Costo del Crimen y la Violencia para los Negocios, México es colocado en el lugar 115. Detrás, solamente, Jamaica y Guatemala. En cuanto al Crimen Organizado (Organized Crime) México ocupa el lugar 113. Detrás, solamente, Macedonia, Colombia, Jamaica y Guatemala.

Aún imaginando o sosteniendo que pueda ser una visión exagerada no podemos eludir que, en un aspecto esencial, la significación del Sector Informal que, ante la ausencia real de creación de empleos, en el Sector Formal, aquel estrato puede ser instalado en la irresponsabilidad. México, en ese aspecto, es el país 99.

Es inútil destacar, por la inevitable magnitud de sus significados, que el Sector Informal es un indicador preocupante ya que el deslizamiento hacia la delincuencia no es, infortunadamente, un hecho anómalo cuando falta el empleo formal. De ahí que el Informe citado establezca variables preocupadoras en un capítulo básico para la fiabilidad convivencial. En efecto, en el capítulo Pagos Irregulares en las Decisiones Judiciales, México está en el lugar 70. Entre Sri Lanka y Etiopía.

El fracaso del Estado en orden a la seguridad física y jurídica aparece, inequívocamente, en el capítulo Public Trust of Politicians. En ese sentido, en la Confianza Pública en los Políticos, México es el país 86, pero los primeros lugares, en confianza, son ocupados por los países nórdicos y Singapur que ha hecho válida una asombrosa batalla contra la corrupción.

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