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Nuevas drogas tratan de resolver problemas de alcoholismo

Por encima de todo, John Bauhs atribuye a un fármaco el mérito de haber dejado de beber: una sustancia que algunos alcohólicos, médicos y laboratorios esperan que pueda hacerse más común en los nuevos tratamientos para esa adicción.

Bauhs probó prácticamente todo lo que pudo para dejar de beber durante 25 años, pero no logró permanecer sobrio hasta hace unos doce meses, cuando comenzó a tomar naltrexone, una sustancia que bloquea aquellas secreciones del cerebro que dan placer al bebedor después de tomarse un trago. La ingestión de la sustancia va acompañada del asesoramiento de un experto.

“Después de tomar la droga durante tres días, desapareció completamente la necesidad de beber”, dijo Bauhs, un cocinero de 41 años de Germantown, Maryland. “Ni siquiera tengo que plantearme la idea concreta de no beber”.

Los alcohólicos recuperados como Bauhs son buenos aliados de los laboratorios productores del naltrexone, al igual que muchos médicos que desean incluir esa sustancia junto a otros tratamientos y programas regulares para los alcohólicos, pese a la renuencia inicial de algunas compañías de seguros a cubrir el costo de los nuevos fármacos.

El medicamento no ha llegado todavía a venderse en grandes cantidades, pero eso podría cambiar. El primer fármaco que ese tipo que ha obtenido aprobación del gobierno federal en casi una década llegó al mercado en enero, y se constituyó así en apenas la tercera sustancia de ese tipo aprobada por Washington.

La cuarta podría ser aprobada para fines de año, y luego podrían surgir otras más.

Los progresos logrados en los estudios de adicción y del cerebro también han ocasionado un auge en las investigaciones dedicadas a corregir desequilibrios químicos en los individuos propensos al alcoholismo. Esos desequilibrios tienen componentes biológicos y de conducta, según los expertos.

El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo auspicia al presente más de 50 pruebas clínicas con fármacos para tratar el alcoholismo. Hace una docena de años sólo se hicieron seis pruebas similares.

Hace apenas poco más de un año, las únicas drogas aprobadas para ese tratamiento eran naltrexone y antabuse, esta última diseñada para disuadir de beber porque hacía sentir mal al paciente que, después de ingerirla, tomaba bebidas alcohólicas.

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