Los Periodistas También Van al Cielo

El presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales presentó este martes a los periodistas el modelo de vida de un colega que pasó 28 años en una silla de ruedas, Manuel Lozano Garrido, más conocido como “Lolo”, hoy en proceso de beatificación.

El arzobispo John P. Foley presidió en la Sala de la Prensa Extranjera de Roma una rueda de prensa para presentar la biografía en italiano –«La Gioia vissuta», «La alegría vivida» (San Paolo), escrita por Rafael Higueras Álamo y Pedro Cámara Ruiz– de este comunicador español que en los últimos diez años de su vida, completamente ciego, dictó nueve libros.

La presentación tuvo lugar en el día de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas, día en el que Benedicto XVI ha publicado su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

La vigencia de un hombre, después de su muerte, está en función de lo que fue o de lo que hizo, y aunque “Lolo” solo fue físicamente un remedo de hombre, pues permaneció 28 años inmóvil, anclado en un sillón de ruedas, ciego durante los últimos diez de su vida, y sometido a constantes y lacerantes dolores, hizo cosas insospechadas y sorprendentes, como dirigir a jóvenes, fundar revistas y, sobre todo, escribir.

“Lolo” escribió de todo: artículos de prensa, cuentos, cartas, ensayos y, principalmente, libros: nueve libros profundos y, al propio tiempo amenos, en los que habla de todo, pero esencialmente del dolor, y no con resignación, ni con la obligada aceptación que impone su atadura, sino con alegría, con la convicción de que el sufrimiento era el vehículo ideado por Dios para él, para su realización y salvación. Sus libros nos muestran una forma diferente de ver la vida, “…las cosas llegan siempre en el momento más oportuno para darnos una enseñanza…” o “…el azar es el Dios de los imbéciles…”, escribe “Lolo”

Manuel Lozano Garrido, más conocido como «Lolo», fue miembro de la Acción Católica, colaborador de numerosos periódicos católicos españoles, en 1969 ganó el prestigioso premio de periodismo «Bravo» y varios otros.

“Fue un profesional comprometido y de gran talento que vivió en un período difícil y que demostró heroicidad, buscando difundir la verdad tal y como había sido capaz de percibirla», recordó el arzobispo Foley en una rueda de prensa concedida en la Sala de Prensa Extranjera de Roma.

Lolo, nacido en 1920, en Linares (Jaén, España), en 1942 contrajo una grave enfermedad que le deformó completamente el cuerpo, dejándole inválido. Falleció a los 51 años en 1971.

Sufrió la cárcel a los 17 años por distribuir clandestinamente la comunión, que estaba prohibida en tiempos de la persecución religiosa, durante la guerra civil española, ya que en su ciudad, Linares, quedaba sólo un sacerdote, pues los demás estaban encarcelados. Más tarde, en época de pos-guerra, el régimen de Francisco Franco lo marginó por sus reivindicaciones sociales.

Murió en la pobreza. Sus amigos periodistas le compraron la silla de ruedas donde vivió 28 años, pues no tenía dinero para pagarla.

“En todo ese tiempo, mantuvo un espíritu de alegría y de paz”, recordó monseñor Foley, quien confesó: “Personalmente no tengo dudas de que tenga que ser considerado como un santo”.

Hasta la proxima.

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