Las patrañas del gobierno de Costa Mesa

En tiempos de elecciones y en medio de una virtual recesión económica, la cuestión migratoria normalmente flota en la atmósfera política estadounidense. Las estrategias políticas no sólo se maquinizan a nivel federal, sino también en los gobiernos municipales. En Costa Mesa esos movimientos los hacen desde el mismo concejo municipal, sin vergüenza y a plena luz del día.

A principios de este año, el alcalde Allan Mansoor desistió de su mandato electoral y renunció a su puesto para beneficiar a uno de sus más entrañables amigos de banca. “Renuncio por cuestiones personales”, simplificó Mansoor a la comunidad costamesense.

Sin embargo, su dimisión como alcalde se debe más a una maniobra política que por razones personales. Su salida por la puerta trasera del gobierno claramente beneficiará al concejal Eric Bever, quien ahora funge como alcalde municipal gracias al voto de una mayoría del concejo municipal.

La llegada de Bever al máximo trono del gobierno probablemente facilitará su reelección al concejo municipal en las elecciones de noviembre y posiblemente incremente el número de concejales ultra-conservadores, debido a que otros dos duros ya prometieron postularse.

Recordemos que Costa Mesa se había convertido en el epicentro de la cuestión migratoria durante gran parte de los años 2005 y 2006. Esta ciudad fue el paraíso de los grupos antiinmigrantes y de algunos mensajeros de la supremacía blanca.

Hoy Costa Mesa aparenta ser otra ciudad. Ya no se ven las marchas y las protestas políticas afuera del palacio municipal; tampoco se ven las pancartas perturbadoras del grupo minuteman, ni se escuchan las voces ensordecedoras de sus voces, mismas que estaban dosificadas por micrófonos de alto calibre.

Los grupos defensores de los inmigrantes también han buscado otras ciudades y otros lugares para la movilización social. Nativo López y su organización, Hermandad Mexicana Latinoamericana, no han vuelto a hacer acto de presencia para reclamar los derechos de los trabajadores inmigrantes. El controversial Benito Acosta (Coyotl Tezcatlipoca) redujo su protagonismo y se ha mantenido fuera de los medios de comunicación.

Por cierto, su caso jurídico todavía no se resuelve. En las próximas semanas un juez local estará escuchando una querella del gobierno de Costa Mesa en su contra. Y en el mes de junio o julio, otra corte federal estará definiendo si el ex alcalde Mansoor violó sus derechos constitucionales.

A pesar de estos cambios, Cosa Mesa sigue siendo la misma ciudad antiinmigrante. Su gobierno alberga a un trío ultraconservador que todavía mantiene la idea fatídica de relocalizar a la población latina y latino-estadounidense a otras ciudades colindantes a través de ordenanzas municipales.

Sólo en esta ciudad se permite que un agente migratorio trabaje en el reclusorio local y virtualmente actúe como juez de la ciudad.

Lamentablemente las políticas del gobierno tuvieron un efecto deplorable en contra de la población latina y latina-estadounidense. Antes del fenómeno antiinmigrante se calculaba que los latinos conformaban un número mayor al 40 por ciento. Ese número bajó considerablemente durante los últimos meses. Aunque no existen datos fidedignos con relación a las personas que se mudaron, se cree que mucha gente prefirió empacar sus cosas y decidió rentar en otras ciudades para evitar problemas con la policía y el agente migratorio.

Por otra parte, las elecciones de noviembre no traen nada bueno para la población latina en Costa Mesa. En este momento no existen nombres de personas cuyas ideologías políticas y planes de gobierno la beneficien. Por el contrario, hay una lista de candidatos del ala ultra-conservadora que pueden extender el número de concejales en el gobierno a cinco. Ante esa situación, la comunidad latina y latina-estadounidense no tendría más que contemplar un panorama parecido al periodo previo a la aparición de los nazis en el gobierno de Alemania.

Por consiguiente, Costa Mesa vuelve a configurarse como un conejillo de indias de las metas más retrógradas de un pequeño grupo de individuos ultraconservadores y antiinmigrantes. El fantasma del supremacista blanco, Martin H. Millard, todavía está escondido en las esferas del gobierno de la ciudad.

Dr. Humberto Caspa es profesor adjunto en la Universidad Estatal de California, Long Beach. Su libro: “Terror en el barrio latino: la llegada de la nueva derecha al gobierno municipal,” estará a la venta desde el Primero de Mayo. E-mail: hcletters@netzero.com

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