Enfermedades de primavera

Por fin llega la primavera y con ella los árboles y plantas reverdecen y se llenan de flores, pero con toda la belleza que el paisaje nos trae, también se incrementan en el ambiente elementos como el polen y el polvo que junto con la resequedad producen o reactivan diversas molestias y enfermedades como el asma, las alergias y diversas infecciones respiratorias, de la piel o de las mucosas, sobre todo en los ojos.

Algunas enfermedades exantemáticas o eruptivas, como la varicela, también suelen incrementarse en estos meses, por lo que es conveniente conocer sus síntomas, riesgos y sobre todo las medidas preventivas para evitarlas o para disminuir sus efectos en la salud.

Entre las enfermedades más comunes durante la primavera están: la faringitis, amigdalitis, rinitis alérgica, fiebre del heno, conjuntivitis, sinusitis y otras más.

Las medidas generales

para su prevención son:

– Aplicar las vacunas correspondientes y existentes.

– Comer bien e incorporar a las comidas alimentos que contengan frutas y verduras es decir vitaminas y minerales.

– Cuidar mucho la higiene personal.

– Evitar introducir al ambiente contaminantes como humo de tabaco, basura.

– Si se padecen procesos alérgicos o asma, es necesario evitar estar en lugares con mucha vegetación, polvo o humos.

– Atender las enfermedades adecuadamente en cuanto se tengan los primeros síntomas, para evitar contagios y complicaciones.

– Evitar estar en contacto con personas enfermas.

Alergias

Las alergias son respuestas exageradas del organismo ante diversos elementos ambientales, algunas pueden ser muy peligrosas y se presentan con mayor fuerza en los cambios de estación

Con la entrada de estaciones como la primavera y el otoño, se incrementan también algunas alergias conocidas como estacionales y es que en esta época predominan los pólenes de ciertos árboles, pastos y malezas que son diseminados por el viento y que en muchas personas ocasionan alergias.

Una alergia es una respuesta exagerada del sistema inmunológico cuando entra en contacto con determinadas sustancias y elementos que existen de forma natural en el ambiente y que si bien, para la mayoría son inofensivos, en algunas personas provocan desde molestias leves, hasta lesiones en los tejidos o alguna enfermedad.

Y es que el ser humano se encuentra rodeado de una gran diversidad de agentes capaces de provocar reacciones diversas, pero también cuenta con un sistema que lo protege de cualquier elemento extraño. Esto se conoce como respuesta inmunitaria.

Algunos de los alergénos más comunes son el ácaro del polvo, el huevo, el polen, la caspa o pelo de los gatos y otros animales, el humo del tabaco, determinados alimentos y/o complementos alimenticios, el veneno de insectos, medicamentos, sustancias químicas vegetales, cosméticos, detergentes, jabones, perfumes y muchos más.

Cuando un alergéno penetra por primera vez en el organismo, el sistema inmunológico reacciona produciendo un anticuerpo defensivo llamado inmunoglobulina E (IgE) y si bien la exposición inicial no ocasiona síntomas, los anticuerpos IgE se unen a otros similares, que son cierto tipo de glóbulos blancos llamados basófilos o los mastocitos, que recubren las vías respiratorias, los intestinos y la piel.

Cuando el organismo se vuelve a exponer a esa sustancia, los anticuerpos se fijan al alérgeno y estimulan a los mastocitos o las basófilos para que produzcan histamina y otras sustancias que son las que provocan los síntomas alérgicos.

Como la histamina ejerce su mayor efecto en la piel, las membranas mucosas, los ojos, los pulmones y el tracto gastrointesinal, la mayoría de las reacciones alérgicas afectan a estos órganos, aunque, según el tipo de alergia, los síntomas van desde estornudos, escurrimiento nasal, comezón y ojos llorosos hasta erupciones y el peligroso choque anafiláctico.

IMPORTANTE:

El contenido de esta nota, no sustituye al diagnóstico médico, se presenta solamente como información y por lo mismo no nos hacemos responsables sobre su uso.

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