El Complot Terrorista Frustrado Apunta a un Nuevo 11-S

Washington,.-Hubiera sido un atentado de consecuencias incalculables, un complot como no se ha visto en años, similar a los ataques del 11 de septiembre del 2001 en EEUU, y en el que los expertos dicen ver la mano del grupo terrorista Al Qaeda.

El complot para atentar contra aerolíneas estadounidenses que la policía británica dice que ha frustrado en fase avanzada se ha traducido en el arresto de más de 20 personas y ha llevado al Reino Unido, EEUU y otros países a reforzar la seguridad en aeropuertos y otros puntos clave.

“La magnitud del ataque, el hecho de que tuviese como blanco aviones comerciales y la sofisticación del complot parecen apuntar a Al Qaeda”, dijo a Efe Ivan Eland, del Independent Institute, un centro de estudios con sede en Washington.

El analista cree que el complot para hacer saltar por los aires hasta diez aviones comerciales entre Londres y EEUU mediante el uso de ingredientes líquidos podría ser “el gran ataque” con el que ha amenazado el grupo terrorista tras el 2001.

Eland destacó que los ataques simultáneos son típicos de Al Qaeda y recordó en ese sentido la frustrada operación para atentar contra 15 aviones en 1995.

El secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, apuntó hoy también en esa dirección, al describir el complot como “sofisticado, con muchos miembros, e internacional en su alcance”.

Añadió que “en cierta forma sugiere que se trata de un complot de Al Qaeda”, aunque se cubrió las espaldas al advertir que hay una investigación en marcha.

Lo que sí parece claro es que de haberse ejecutado con éxito, el atentado habría superado a todos los que se han materializado desde septiembre de 2001.

Entre ellos figuran el ataque contra Londres de julio del 2005, en el murieron 52 personas, así como las 58 que fallecieron en dos ataques en Estambul en el 2003 y las 202 víctimas mortales de Bali en el 2002.

A esos siniestros se suma el que tuvo en Madrid el 11 de marzo del 2004, que se cobró la vida de 191 personas.

Esos atentados y la operación recién desarticulada son, según James Lindsay, vicepresidente del centro de estudios Council of Foreign Relations, un recordatorio de que “Occidente está inmerso en una larga lucha” en la que resulta “fundamental” la cooperación internacional.

Lindsay opina que tras esa lucha se esconde una reacción a la modernidad en muchos estados árabes y considera que la mejor contribución de Occidente es colaborar a la democratización de Oriente Medio.

El analista reconoció que se trata de un objetivo difícil y que para llevarlo a cabo se necesita alcanzar un consenso social que no existe ahora en el mundo árabe.

Aun así, descartó que la actual política estadounidense en la región sea la culpable de la radicalización del Islam y recordó que cuando Al Qaeda planeó los atentados de 1995 la política exterior de EEUU era distinta a la actual.

Achacó el florecimiento del radicalismo islámico a la existencia de sociedades opresivas en las que existen graves problemas económicos y sociales, “caldo de cultivo” para el terrorismo.

Eland, el experto del Independent Institute sí piensa, sin embargo, que la política exterior de la Casa Blanca tiene mucho que ver con los atentados terroristas islámicos.

“La Yihad (guerra santa) declarada en Chechenia, Afganistán durante la ocupación soviética, el actual Afganistán e Irak son una respuesta a la presencia de un invasor no islámico en el mundo musulmán”, dijo Eland, quien añadió que “Israel es percibido como una fuerza de ocupación neocolonial en el mundo árabe”.

Señaló que los atentados contra España y el Reino Unido -aliados de EEUU durante la invasión de Irak por tropas estadounidenses en marzo del 2003- son una buena prueba de esa conexión e insistió en que EEUU debe reducir su presencia en el mundo árabe.

Los planes de la Casa Blanca no parecen apuntar en esa dirección.

“EEUU ha optado por cambiar el curso de Oriente Medio, al luchar contra la ideología del terror y propagar la esperanza de la libertad”, señaló el presidente estadounidense, George W. Bush, en un discurso reciente.

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