Del Pacto Político Institucional al Involucramiento Social para Transformar Eficazmente a México

El 2013 pasara a la historia como el año de las reformas estructurales bajo la fórmula del Pacto por México que fue el instrumento de negociación política más exitoso del primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto; toda vez que sentó las bases del dialogo para destrabar la agenda parlamentaria; robustecieron internacionalmente la institucionalidad del Estado Mexicano, con un record de cinco reformas, la misma cantidad que en 14 años anteriores donde gobernaron cuatro presidentes.
El balance a decir del Presidente Enrique Peña Nieto, es acertado al señalar que las reformas son condiciones necesarias para transformar a México pero no suficiente de no ejecutarse pertinentemente, por lo que “no es momento para celebrar sino para actuar”, para hacer del 2014 el año de la eficiencia.
Ante la opinión pública la “democracia de resultados” fue la oferta política que le permitió a Peña acceder a los Pinos y según la encuestadora de Parametria iniciar la administración con una aceptación del 55%; es decir más de la mitad de la población le daba al gobierno en turno un voto de confianza, logrando llegar hasta el 62% gracias a la difusión de programas sociales como la cruzada contra el hambre; sin embargo la imagen de reformador; se desgasto en 12 recibido severas críticas en materia de estabilidad económica y el desencanto provocado de 8 de cada 10 encuestados por la decepción que ha provocado la disolución del Pacto por México, luego de lo productivo de este instrumento al retomar la agenda de la izquierda en materia de pensiones y reforma fiscal a pesar del rechazo del PAN; que se alió con el Presidente para sacar adelante la Reforma Energética, a pesar de la salida del PRD que rompió con las reformas planchadas.
Un año no hace un Sexenio y al presidente hay que evaluarlo no solo por sus acciones u omisiones sino por sus resultados y perspectivas. En términos económicos la tasa de crecimiento cayó de 3.5 a 1%, no fue porque la economía estaba pegada con alfileres o con una deuda impagable como se dijo en 1995, tampoco por el entorno internacional: Estados Unidos creció más del doble que México y las exportaciones tuvieron en muchos ámbitos buen desempeño.
Lo que no funcionó fue el mercado interno y eso se reflejo en la tasa de inflación, creación de empleos, consumo, crecimiento. Hay dos motores que se estancaron: la construcción y la obra pública. Durante largos meses hubo un subejercicio presupuestal que tuvo costos económicos. Pudo ser causado por errores de operación o por una decisión política para recuperar el control presupuestal y hacendario, revisando programas y gasto, pero lo cierto es que todo repercutió en el bolsillo en el inicio de una administración cuyas mayores expectativas se generaban en exactamente lo contrario: en que económicamente iba a mejorar la calidad de vida de la gente.
Y aunque efectivamente, las reformas dotan de un nuevo diseño institucional, sin evaluación e involucramiento de grupos de influencia Think tank, sector empresarial, académico y sociedad civil organizada, las reformas no serán una panacea sin el debate y consenso para pasar de los acuerdos a ejecutar las realidades.
Desde esta perspectiva probablemente en ningún ámbito como en el económico, el costo de sembrar –como lo califico Peña Nieto al 2013- ha sido tan alto en este primer año. Y habrá que esperar que este 2014 por la situación que obliga sea un año de cosecha abundante en el futuro inmediato.
Restan 18 meses para las elecciones intermedias de 2015 para que el Presidente, traduzca en beneficios tangibles la reforma laboral, educativa, de telecomunicaciones, de competencia económica, de transparencia, fiscal, hacendaria y energética, para alcanzar una posición que le permita gobernar la segunda parte de su sexenio con comodidad, para lo cual le es urgente que la ciudadanía perciba para que se utilizaran los mayores impuestos que se cobrarán. Deberá generarse mayores empleos, mejorar la calidad educativa, brindar más servicios, dotar de mayor y mejor infraestructura al país y principalmente involucrar a sectores estratégicos a efecto de cumplir las metas del Plan Nacional de Desarrollo, mimas que tendrán como corolario el entorno internacional dado que el (PND) arranco desde la Secretaria de Relaciones Exteriores para mover a México, como actor con responsabilidad global. Es momento de pasar de los acuerdos a las realidades.

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