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Puebla despide a Blanco con la copa

Puebla derrota 4-2 a Chivas y se queda con el título de la Copa MX

La champaña se calentó de abandono. La Minerva volvió a dormir sola y en penumbras. La afición de Chivas sigue en ayunas, sin sobresaltos, pero en ayunas. Las camisetas de Chivas Campeones encontraron en las cajas selladas su sepulcro. El desfile programado fue un cortejo fúnebre. El Líder de la Tabla General sucumbe ante el equipo despojo de la Tabla de Cocientes.
Puebla se engalana a tres semanas de posiblemente ser arrojado al precipicio del descenso. Del altar a su tumba. Del pedestal al patíbulo. Es Campeón de la Copa Mx. No le salva el pellejo, pero le permite un funeral con oropeles. Este martes brindó. En tres semanas, polvo del ascenso eres y en polvo del ascenso te convertirás.
Juegazo. 4-2. Con los ornatos y arabescos que enmarcan una Final: golazos, penales acertados y fallados, expulsado, apagón, y una Leyenda que se va al reposo indeseable del retiro, porque Cuauhtémoc Blanco perpetra un acto inusual e irracional en su vida: brinda y besa, pero esta vez a una copa vacía.

El marcador mismo es un homenaje numerológico de su jubilación: 4-2 a los 42 años de edad. Desde este martes por la noche, Cuauhtémoc es un fantasma chocarrero en las fantásticas narrativas del futbol mexicano. Él no será un ánima en pena. Los estadios serán ánimas de pena, porque él les volvió la espalda. La señora pelota, hoy viuda de Blanco, en el limbo del abandono, empezará a buscar un nuevo virtuoso que retoce con la magia arrabalera del hijo predilecto de Tepito.

¿El partido? Estrujante. Puebla tuvo un cómplice poderoso: Chepo de la Torre, que lanzó, respetuosamente, a sus legionarios de Copa, para que consumaran la conquista absoluta. Y esperaba que el rival hiciera lo mismo. Se equivocó. Y en una Final, el error es fracaso.

La Franja mandó a la élite de sus ya casi zombis de la Primera División. Y ellos encontraron en la reivindicación el escenario mágico de irse, tal vez, a la tumba del descenso, con el mejor de los epitafios posibles, como campeones de la Copa Mx. Al menos, la Copa, puede ser el perfecto recipiente para sus cenizas, cuando, tal vez, sean cremadas en tres semanas más.

Con su equipo copero, Chivas sufrió ante el equipo desesperado por una felicidad, por una alegría, por una hazaña, que tal vez, y sólo tal vez, les nutra, les aliente, les convenza de que la salvación está a una distancia insólita de nueve puntos.

Chivas nunca pudo detener al Chavo Alustiza, a pesar de que Tamay desperdiciaba, y de que Luis Gabriel Rey bien debiera retirarse, al menos para hacer algo útil: cargarle el equipaje del exilio al mismo Cuauhtémoc Blanco.

Chivas llegó a empatar. Con el 2-0 en contra Aldo de Nigris tuvo dos momentos de inspiración, de regresión, de lo que alguna vez fue. Pero el 2-2 terminó por ser la arenga final para que el Puebla encontrar la distancia infinita del 4-2.

Con el daño hecho, Cuauhtémoc entró a la cancha. A dar los últimos destellos de sus genialidades. Taconazos, balones profundos, amagues. Irse con una Copa y venciendo a Chivas, era el epílogo perfecto.

El mismo De Nigris tuvo la oportunidad de un 4-3. Habría sido el aquelarre. Si ya la noche se había cargado de sobresaltos, emociones y desmayos, al delantero de Chivas le entregaron la oportunidad histórica del paroxismo. Lo tira casi como los cánones: raso, fuerte y… colocado, pero al lado incorrecto del poste, el externo.

Y, lamentablemente, se siguen cumpliendo las maldiciones de la Copa MX. Recordemos que sus finalistas pagan un precio muy alto. Como si ese matrimonio fuera con el lado oscuro y perverso de la gloria. Revisemos los años de infortunio que anteriores finalistas han debido pagar, como el Atlante, el mismo Puebla en este momento, con el Morelia ya arrumbado en la zona de descenso el próximo torneo, y cómo Cruz Azul y Santos dan tumbos, y Tigres saca las garras, pero no garantiza nada.

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