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¿Estoy sobreprotegiendo a mi hijo?

Aunque esta pregunta no siempre es fácil de responder para los padres, porque les cuesta ser objetivos y saber dónde están los límites entre los cuidados insuficientes y los excesivos, su respuesta es vital para la futura salud psicológica, autoestima, autonomía y seguridad de los niños y adolescentes.

Aunque los hijos sobreprotegidos por sus padres gozan de una aparente seguridad, ésta corre el riesgo de volverse en su contra tarde o temprano, cuando deban valerse por sí mismos y afrontar los frutos dulces y amargos de la vida.

La sobreprotección que muchos padres ejercen sobre sus hijos puede favorecer que conformen una personalidad débil y se muestren reacios a asumir responsabilidades propias de la edad adulta.

Para algunos psicopedagogos, la sobreprotección a la que muchos padres someten a sus hijos puede provocar que éstos desarrollen el “Síndrome de Peter Pan”, propio de personas dependientes que han sido sobreprotegidas por sus familias y no han desarrollado las habilidades suficientes para afrontar la vida.

El “Síndrome de Peter Pan” alude a aquellas personas que no quieren o se sienten incapaces de crecer. Son sujetos que tienen un cuerpo de hombre con mentalidad de niño. No saben o no quieren renunciar a ser hijos para empezar a ser padres o madres.

CADA VEZ MÁS

INMADUREZ

Para muchos expertos, en la sociedad occidental cada vez más personas adultas presentan comportamientos propios de inmadurez emocional, son incapaces de crecer y asumir las responsabilidades de la vida adulta, e incluso se visten y se divierten como adolescentes, pese a superar los treinta años de edad.

Los ‘peterpanes’ ven el mundo de los adultos como muy problemático y tienen idealizada la etapa de la adolescencia-juventud, por lo que tienden a querer mantener su estado de privilegio, según los especialistas en trastornos emocionales.

¿Tus hijos pueden resolver sus problemas solos?

Estas personas suelen tener miedo a la soledad, por lo que intentan rodearse de gente dispuesta a cubrir sus necesidades. En algunos casos, pueden tener graves problemas de adaptación en el trabajo.

Además, cambian constantemente de pareja y buscan parejas más jóvenes, porque en cuanto una relación empieza a implicar un alto nivel de compromiso y responsabilidad, suelen asustarse y acaban rompiéndola.

Por otra parte, según señalan varios expertos en el informe “¿Sabe tu hijo enfrentarse a sus problemas?”. publicado en la revista chilena de la Fundación “Hacer familia”, los niños sobreprotegidos sufren tanto daño como los abandonados. Según las docentes Amelia Goma y Clara Sordo, si se presta a los niños “ayuda innecesaria”, es probable que se haga de ellos “niños con falta de autonomía personal, inseguros, dependientes en exceso de los adultos, poco creativos y, por tanto, vulnerables e incapaces de llegar a una completa madurez”.

Algunas de las vivencias problemáticas por las que pueden pasar los niños de 7 a 12 años son: no terminar de integrarse en clase, querer ser siempre el primero, tener bajos resultados académicos y no estudiar diariamente, frecuentes faltas de disciplina y mal comportamiento. Además, los compañeros se meten con él/ella por estudioso o por tener alguna “rareza” física o de comportamiento.

Cuando los padres intervienen directamente, excusan a su hijo continuamente y ven el problema siempre en los otros; no se suelen solucionar los conflictos, sino se magnifican y acaban enrareciendo el ambiente de grupo.

Ahorrarles a los hijos todo tipo de problemas interviniendo en sus vidas cada vez que surge una dificultad, es privarles de un aprendizaje necesario”, según “Hacer Familia”.

La psicóloga clínica María Gracia Cavestany recomienda enseñar a los hijos a resolver sus problemas, confiando en su capacidad para encontrar soluciones, estando cerca del niño y supervisando respetuosamente sus acciones, lo cual les ayuda a que desarrollen gradualmente sus propios recursos.

Las personas sobreprotegidas han tenido menos oportunidades de aprender y esto suele hacerlas inseguras, menos creativas para la vida, y empiezan a sentir que equivocarse es algo tan horrible, que les deja a veces paralizadas.

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