Demasiada tele sí daña el aprendizaje

La televisión es sinónimo de entretenimiento, pero no puede convertirse en el guardián de los niños. El modo de vida actual no es una excusa para colocar a los más pequeños frente al televisor para que no molesten. Fomente el ocio en otras direcciones.

El trabajo excesivo, el aumento de responsabilidades y el agotamiento que supone ir realizando una tarea tras otra, provocan ansiedad y cansancio, y cuando más deseamos un momento de descanso los niños reclaman nuestra atención con toda la intensidad de las que son capaces.

Es en esos instantes en los que se comparte una charla tranquila con la pareja, un rato de encuentro con los amigos, una divertida conversación telefónica lo más sencillo es decir: “pon un rato la televisión”, sin pararnos a pensar que tenemos que encontrar actividades que les entretengan y no dejar que visualicen unos contenidos que no controlamos si no estamos sentados junto a ellos.

Dos investigaciones realizadas en Estados Unidos confirmaron que la televisión es negativa para los niños, especialmente si el aparato está en su dormitorio. Otro estudio, publicado en la revista “Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine”, indicó que el desarrollo de la capacidad de los niños de acumular conocimientos se ve perjudicado por la televisión antes de que cumplan tres años de edad.

Comportamiento pasivo

Según el estudio, los niños de entre tres y cinco años ven televisión una media de dos o más horas al día, pese a que, en general, no existen programas dedicados a ellos.

Algunos psicólogos manifiestan que un exceso de tiempo frente al televisor provoca que niños y jóvenes se aíslen, prefieran unas relaciones sociales mediante otros hábitos que no fomentan el encuentro físico como internet o los mensajes mediante el móvil; las relaciones familiares se deterioran porque la comunicación se va limitando poco a poco y la creatividad se reduce pues el comportamiento es completamente pasivo.

Actividades extraescolares

Las actividades que marcan los colegios como extraescolares son un instrumento útil para que el niño socialice su actividad más allá de la actividad puramente estudiantil.

Según los expertos es vital que tanto padres como hijos lleguen a un acuerdo sobre cómo repartir ese tiempo fuera del colegio. Las actividades extraescolares no dejan de ser ocio, y no deben percibirse como un castigo.

Cuando los niños no quieren participar en ninguna de ellas la intervención de los padres para encauzarles el interés a la hora de elegir una es fundamental.

Estimule

Los deportes en grupo son un estimulante excelente. La natación no sólo es un deporte muy completo en el que no sólo se ejercita la resistencia sino que entran en juego la coordinación, el trabajo en grupo (en relevos) y los reflejos.

Conocer a su hijo le dará pautas para saber qué cosas pueden interesarle más, dependiendo de su carácter y su relación con los demás. Vencer la timidez no es sencillo y de ir a más puede ser un matiz del carácter que no resulte beneficioso. Las clases de teatro o de danza en las que se tiene que poner de manifiesto desenvoltura y expresión corporal pueden ser una buena idea.

Si por el contrario se encuentra frente a un auténtico terremoto inclínese por fomentar una afición reposada que requiera método, tranquilidad y concentración como la música o la pintura.

Para los que derrochan una energía inagotable motíveles para centrar su actividad en deportes que canalicen esa vitalidad como las artes marciales o el fútbol.

Y por otra parte, los niños son una replica de lo que ven en casa: procure no pasar horas frente a la pantalla y su hijo no copiara el ejemplo.

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