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Cómo convivir con un jefe autoritario

Daniel Higa Alquicira

Para lograr grandes cosas siempre se necesita tener un líder que sea la guía y marque el camino por donde se debe caminar. Pero hay que tener mucho cuidado cuando el método que se aplica se basa en el “látigo y el castigo”, porque esto significa que tenemos un jefe autoritario que con sus actitudes nos falta al respeto, afecta nuestro autoestima y descompone el ambiente laboral.
¿Pero cómo podemos diferenciar a un gran líder de un jefe autoritario? “Un buen jefe es aquella persona que educa, respeta y enseña; delega responsabilidades y confía en la capacidad de su equipo de trabajo. El autoritario no escucha a los demás, no toma en cuenta a sus subordinados; todo el tiempo los acosa, no permite consensos y su actitud llega a lastimar a la gente que lo rodea”, asegura Jaime Grados, profesor de la Facultad de Psicología de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y autor de libros sobre liderazgo y recursos humanos.
Y peor aún, la percepción que tiene de los demás es de muy poco valor. “El jefe autoritario continuamente le falta al respeto a su personal con comentarios hirientes donde los cataloga de flojos, irresponsables e ineptos; porque considera que él es el único con la capacidad suficiente para desarrollar las funciones asignadas a su departamento”, afirma el académico.
Es indispensable que en este tipo de relación laboral se definan claramente los valores que están en juego. Si la cuestión es sólo de trabajo, teóricamente bastaría con ser responsable, cumplir con las exigencias del caso y llegar a las metas establecidas para sobrellevar la relación.
Pero el problema puede ir más allá, ya que para un jefe autoritario nunca está bien hecho el trabajo y siempre existe algo que no le parece. “Así –dice Grados Espinosa-, una fórmula muy efectiva es aprender a negociar sobre cómo quiere que se haga el trabajo, poner mucho cuidado en los detalles, definir las metas y dejar todo por escrito; con esto no habrá confusiones ni malos entendidos en el futuro”.
Una vez que se haya cumplido con todo lo anterior, esto se convierte en la mejor arma de defensa de los empleados, ya que demuestran que son capaces de alcanzar las metas establecidas de la forma en que se habían planteado y así pueden ganarse el respeto de la autoridad.
También es recomendable que el trabajador sea observador y perceptivo de las cosas, que no se deje dominar por el miedo a la autoridad o peleé con él de manera violenta. “Lo más recomendable es que trate de identificar cuáles son las acciones que el jefe considera buenas y cuáles son las que le molestan invariablemente. Este ejercicio es más bien un instrumento de defensa en donde las personas utilizan un grado mayor de inteligencia emocional y pueden frenar los impulsos violentos del jerarca”.
Pero la mejor manera para evitar problemas y rencillas es poner límites desde el principio de la relación y no permitir que vaya más allá de lo estrictamente profesional. En palabras del académico, “simple y sencillamente es demostrar el valor y el respeto que nos tenemos a nosotros mismos como personas y así impedir que otros nos denigren o insulten sólo por el hecho de ser nuestros superiores”.
De tal forma, la clave para sobrellevar a los jefes autoritarios es mantener el respeto a nosotros mismos, cumplir responsablemente con el trabajo y evitar generar un ambiente de violencia y maltrato. La tarea de mantener resguardada tu dignidad te pertenece, no permitas que bajo ninguna circunstancia te ofendan o pongan en duda tus capacidades, ya que lo que debe prevalecer en toda relación es el respeto, sin importar la jerarquía de cada persona.

Fundación México Unido
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