VIENA – El tratamiento rápido y consecuente de los pacientes que han sufrido una apoplejía puede salvar vidas humanas, señaló el neurólogo José Ferro del Hospital Santa María de Lisboa en el congreso de la Sociedad Europea de Neurología en Viena.
Dolencia mortal
La apoplejía, hoy en día, es la causa más frecuente de invalidez permanente pero también una de las dolencias con mayor número de desenlaces mortales.
En el congreso, que reúne a unos 1,700 especialistas de 65 países hasta el 22 de junio, los neurólogos piden un aumento de los gastos de investigación y subrayan que tan sólo en la Unión Europea unos 51 millones de personas sufren dolencias neurológicas, de ellos 1.1 millones una apoplejía y 1.2 millones el morbo de Parkinson.
Estas enfermedades cuestan a los sistemas sanitarios de los países de la UE unos 144 mil millones de euros al año, de los que tan sólo la cuarta parte corresponde directamente al tratamiento, puesto que son más altos los costes por cuidados permanentes e invalidez y la incapacidad de trabajar.
Según advirtió Ferro ante la prensa, aún no se ha impuesto la práctica de que un paciente que sufre síntomas de una apoplejía necesita tratamiento cuanto antes, al igual que en el caso de un infarto cardíaco.
No se presta la debida atención a la apoplejía, porque se produce generalmente sin dolor, y los afectados tienden a esperar demasiado tiempo para acudir al médico, explicó el especialista portugués.
En los últimos años ha progresado mucho la medicina en la terapia de la apoplejía aguda, pero hay muchos pacientes que no se benefician de estas posibilidades porque aún se ofrecen pocos centros de este tipo.
Las perspectivas para poder evitar consecuencias duraderas de la apoplejía son las mejores en las primeras tres horas después de presentarse los primeros síntomas, para lo que se recurre al tratamiento de trombólisis con un medicamento desarrollado originalmente contra el infarto cardíaco y que disuelve coágulos en el cerebro.
Los estudios más recientes se dedican a la búsqueda de fármacos que surtan el mismo efecto aún más allá de esas primeras tres horas, sobre lo que por suerte también hay resultados interesantes, pero aún en fase de experimentación.