¿Tu relación con la comida, impacta en tus hijos?

Maritza Machado

Cuántas veces frente a la mesa a la hora de comer llega a tu espacio un platillo que no es de tu agrado y sin reparo haces un comentario negativo al respecto, al tiempo que lo alejas de tu vista. Aunque puede parecer una reacción natural que consideras, no afecta a nadie más, pues a fin de cuentas es a ti a quien no le gusta, ten cuidado, ya que eres un ejemplo muy fuerte para tu hijo y en más de una ocasión serás su referencia para tomar sus propias decisiones.

¿Se puede corregir
el camino?
Bridget Swinney, autora del libro Comidas sanas, niños sanos, Editorial Oniro, explica que en la edad preescolar, “los niños empiezan a desarrollar sus propios hábitos alimentarios, así como sus propias preferencias y manías en relación con la comida. También es el momento en que se empiezan a dar cuenta de lo que el resto de la familia hace. Así pues, es necesario que den buen ejemplo, y que no coman lo que no quieren que su hijo coma”, en este sentido, se refiere alimentos poco adecuados como comidas rápidas, frituras, golosinas, entre otros. No obstante, también es tu oportunidad de enseñar a tu hijo la forma en que se va a relacionar con los alimentos.
Es válido que existan platillos o condimentos que por alguna razón te causen desagrado, lo mismo puede ocurrirle a tu hijo, la clave está en la forma en que se expresa, por ejemplo es posible que no disfrutes de la sopa de pasta acompañada de verduras que comúnmente prepara tu suegra, y aunque no pienses comerla, el mensaje que envíes debe ser siempre cortés para que no predispongas al resto de las personas con las que compartes la mesa. No es lo mismo decir: “Preferiría continuar con el siguiente platillo” a expresar, “¡Qué horror, la sopa tiene verduras! En el primer caso guardas tu opinión y permites que los demás, incluido tu hijo, experimenten por sí mismos el sabor, mientras que en el segundo, afirmas que se trata de algo incomible.
Bajo este escenario, lo adecuado es que enseñarle a tu hijo a relacionarse de una forma sana y respetuosa con la comida. No es válido que estos momentos se conviertan en una batalla sin cuartel en la que cada uno exprese negativamente su opinión sobre algún alimento en concreto o que se forcé a alguien a consumirlo, por lo que la conclusión sería: Lleva la cortesía a la mesa y promueve la idea de no despreciar sino disfrutar lo novedosa y nutritiva que puede ser la dieta en nuestro país.
Un consejo muy práctico es el siguiente: Un ingrediente o un platillo puede o no sernos agradable de acuerdo a su presentación; date la oportunidad de probarlos de diferentes formas y hacer lo mismo hacia tu hijo, esto es: Hay quienes no soportan comer las zanahorias cocidas, pero las pueden devorar si éstas se acompañan crudas en ensalada con limón, chile y sal, pon en práctica tus habilidades culinarias y descubre los sabores y formas en que pueden relacionarse pacíficamente con cada uno de ellos.

Deshazte
de las manías
También es muy común que si tú o tu pareja son ‘remilgosos’ con la comida, se limiten únicamente a preparar o pedir ciertos platillos, lo que provoca que la gama de sabores a la que estén acostumbrados sea siempre la misma. Por consecuencia, no será raro observar que tu pequeño no esté abierto a probar otras cosas y tengas la gran complicación de lograr que coma, sobre todo cuando se encuentran fuera de casa.
La comida en cualquier presentación es parte fundamental de nuestra vida, representa no solamente uno de los medios más importantes para subsistir, además es el resultado del trabajo y del esfuerzo de muchas manos que intervienen en su elaboración y en su camino a nuestras mesas. Si la miras desde esta otra óptima descubrirás que el placer de comer no solamente se encuentra en el sabor, sino en reconocer todo lo que hay detrás de cada plato, cuando lo hagas, habrás encontrado la fórmula para despedir a los remilgos.

www.sermexico.org.mx
Bojorge@teleton.org.mx

Share