Los muertos llegan.
Hermosos recuerdos surgen cuando evoco las experiencias que año tras año marcaron significancia especial a las fechas que se acercan. El día de muertos.
México, país de tradiciones que debemos conservar íntegras porque forman parte de nuestra identidad cultural. El día de Muertos es una de las tradiciones que cobra relevancia en estas fechas del 29 al 2 de noviembre. Ha cobrado tal importancia que La Unesco ha declarado la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El origen de la festividad es anterior a la llegada de los españoles, desde hace unos tres mil años los mexicas, mayas, purépechas y totonacas veneraban a sus muertos. En aquellos tiempos la Diosa de la muerte Mictecacíhuatl era la entidad que encabezaba los festejos. Cuando leo esta historia solo puedo imaginar esas personas y la grandeza de sus pueblos.
Una vez que llegaron los españoles el día de muertos prehispánico, se mezcló con el catolicismo, dando lugar a la tradición llamada el día de Todos los Santos o el Día de los Fieles Difuntos, pero independientemente de cómo se le quiera llamar, sigue conservando ese misticismo y misterio que representa la muerte.
Mantengo viva en la memoria las fechas del día de muertos, porque la tradición en casa de mis padres y abuelos originarios de Naolinco de Victoria era la de montar el altar a sus muertos para recordarlos y venerarlos.
Naolinco de Victoria, el terruño querido como suele decir mi padre, lugar que me enseñó a amar por tantas historias que me fueron contadas por él, y por mi abuela Catalina Ladrón de Guevara Barradas, quién en estas fechas revive en mi memoria y cuya foto se coloca en el altar, así como la de otros muertos se colocan en los altares de sus respectivas familias.
En Naolinco la celebración del Día de Muertos, es ejemplo, porque se ha conservado la tradición más que en otras ciudades que se ha ido perdiendo o mezclando los festejos con el Hallowen. Que importante es conservar las tradiciones porque conforman la identidad cultural de nuestros pueblos y de nuestra nación. En las escuelas se intenta rescatar y mantener vigentes estos festejos, se hacen concursos de altares y muchas familias los colocan en sus casas, pero en Xalapa no es igual que en Naolinco.
En Naolinco desde el 29 de octubre o antes, se empieza con los preparativos para la muestra de altares, se compran las flores de cempasúchil, las frutas como manzanas, guayabas, tejocotes, dulces de azúcar en forma de calaveras, dulces de jamoncillo, calabaza y chilacayote en dulce, mole, tamales, pan de muerto y de huevo, también se hacen preparados de licor con frutas como la berenjena, nanche, guayaba, mora, guanabana entre otros. Los altares se adornan con las flores, palma y papel picado.
Aparte de los hermosos altares, la reverencia que hacen a sus muertos llega hasta el panteón, donde diversos grupos de cantantes y músicos lo visitan hasta ya prolongada la noche, se cantan alabados y alabanzas frente o dentro de la capilla del Campo Santo, se observan grupos de niños, jóvenes y adultos que cantan con devoción. Luego se trasladan a las casas para seguir cantando frente a los altares.
Se puede visitar la Casa de Cultura “Miguel Mata y Reyes”, que permanece abierta por la noche, dónde se pueden apreciar montajes con diferentes escenarios de catrinas y catrines, niños, niñas esqueléticas y hasta esqueletos de caballos, cada representación hace que nazca un sentimiento de misterio, tal como lo es la muerte.
Recuerdo que de niña mi abuelita decía que estos días de muertos, los antepasados regresan a visitar a sus familiares, pero no me lo inculcaban con sentimientos de miedo, porque había noches que solía asomarme tan solo con las luces de las velas del altar, para espiar y tal vez lograr ver el fantasma de mis bisabuelos, abuelos o parientes de los que tanto hablaba mi “abue”, como solía decirle.
De acuerdo a la tradición, en cada día de estas fechas nos visitan ciertos muertos:
El 29 de octubre es dedicado a aquellos que mueren asesinados o en un accidente.
El día 30 de octubre se celebra a los niños del limbo, y llegan los niños que mueren sin el sacramento del bautismo, para ellos en muchos altares se colocan juguetes, dulces o cosas que el niño haya querido en vida.
El 31 de octubre se dedica a los niños, y se colocan flores blancas, pan, atole, tamales de dulce, frutas, vasos con agua para mitigar su sed y un plato con sal. Cada vela que se enciende representa a un niño muerto, posteriormente se enciende el sahumerio con copal e incienso, elementos que simbolizan el aire y la tierra…
El 1 de noviembre se dedicada a los fieles difuntos mayores para quienes se agregan los cigarros, el aguardiente, tamales de chile, mole, vasos con agua, entre otros, se enciende el sahumerio con copal e incienso, y además se lleva a cabo la tradicional “Cantada” y muestra de altares en la Casa de la Cultura.
El 2 de noviembre, se dedica a la visita del cementerio; es por ello que, los pobladores llevan sus coronas, flores y velas para alegrar al difunto.
Como ven amigas y amigos, las tradiciones de México y en especial esta de los muertos son las que no debemos perder, si se están perdiendo hay que rescatarlas, y si no es posible hacer a un lado lo que nos llega de Estados Unidos como es el Hallowen, lo ideal es no mezclar, porque nuestras tradiciones tiene un origen mucho más hermoso, porque son parte de lo que somos. El gran pueblo de México.
Y les invito a imaginar cómo niñas y niños y asumir por un instante, que los muertos llegan, y que hay que venerarlos y recibirlos con mucho cariño.
De Ciudadana a Ciudadanos su amiga Dora María Hernández Guevara.