Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis

Desde tiempo inmemorial, en su atávica necesidad de controlar y dominar a sus semejantes, el ser humano ha resultado ser el peor enemigo de sí mismo. Y para ejercer este control, descubrió que existen dos formas que pueden mover a sus congéneres a la acción o la total sumisión, y estas son: convenciéndole a razonar en determinada manera o impactando de cierta forma sus sentimientos.
Estos dos resortes funcionan mediante un vasto abanico de estrategias, las cuales han sido aprovechadas por diferentes grupos para manejar las voluntades ajenas en su propio beneficio. Son cuatro los grupos más distintivos que controlan las conciencias de la humanidad. Por ello, debemos cuidarnos de quienes manipulan la economía, los que gobiernan la política, los que medran con la religión, y los medios que impactan con su poder de información y desinformación.
Cada uno ha tenido su época de máximo poderío, avasallando las mentes mediante la razón, la desinformación y el miedo. Cada cual ha usado el fanatismo, ya sea el religioso, el político, el económico o los medios informativos, para administrar y dosificar impunemente: el terror y la inseguridad. ¡Han sido los más grandes terroristas de todos los tiempos!
Los gobiernos: Para poder controlar a los individuos mediante el miedo, primero les quitan toda esperanza de un futuro de tranquilidad. Para hacerles manipulables, se les reduce a la total inseguridad, al pánico de un caótico mañana, a un colapso de su realidad. Luego se les convence con promesas de una felicidad que nunca podrán ser cumplidas. Y poco a poco, un pueblo harto de promesas incumplidas, cae en la desilusión y la apatía total. De ahí en adelante, creerán a pie juntillas lo que sea, de quien sea. Su mente ha entrado en un estado de shock, que de ahí en adelante podrá ser esclavizada con facilidad. Un político que promete, es un soñador que cree ser Dios.
Las religiones: Esclavizan las voluntades del pueblo mediante el terrorismo de futuros apocalípticos para todos aquellos infieles que no comulguen con sus ideas. Luego se les urge a pedir desesperadamente la salvación de sus miedos, los cuales les han sido imbuido previamente. Les venden la creencia de que la verdad suprema solo la posee cierto segmento místico. Y además, les afirman que solo los lideres tienen el poder para interceder entre la divinidad y los creyentes. Por su necesidad de pertenecer a algo o a alguien, las personas rinden peligrosamente toda su voluntad al guía y al símbolo que distingue a ese movimiento religioso. Un religioso que promete, es un soñador que se cree un Mesías.
Los medios de información: Vamos corriendo a pasos agigantados hacia una era súper tecnológica para la cual aun nos faltan siglos de adaptación mental y moral. La avalancha de información ha superado nuestra capacidad de análisis y credulidad. Los medios de información masiva han inundado el globo, buscando acaparar la atención para estandarizar conciencias. El poder hipnótico de la TV, el Radio y la palabra impresa, compiten por tener el poder hegemónico y no hay quien nos libre de ello. No existe quien y con qué método puede ayudarnos a diferenciar lo cierto de lo engañoso. Ellos han estado jugando a ser los dioses de la suprema verdad.
La economía: En este planeta todo mundo le debe a todo mundo. Por ello la economía mundial está en quiebra y la consigna es: que page el que vaya naciendo o se vaya quedando atrás. La usura internacional no tiene límites porque se mueve por mandato de un voraz sistema financiero, que vive de la inseguridad, la ignorancia y el sufrimiento ajeno. La remuneración por el trabajo con el sudor de la frente, ya perdió honestidad y su poder adquisitivo. Ahora la vana ilusión de acaparar la riqueza en el menor tiempo posible, se ha disparado por el valor intangible que se le da al papel moneda. Los magos del dinero ahora se han convertido en dioses del presente.
Al ir tomando desprevenidas nuestras mentes, estos cuatro jinetes nos han venido destruyendo moralmente, convirtiéndose en nuestros amos para dirigir nuestros destinos. Nos han prohibido la libertad de imaginar, la de pensar diferente, de llevar una vida emocional saludable como seres humanos. Nos han mecanizado a tal punto, que ni siquiera tenemos el derecho para comprende al prójimo, para amarle y perdonar sus fallas, pero si la ineludible obligación de tomar las armas para aniquilarle.
El grito de sálvese quien pueda ya resuena en los desiertos de la desesperación.

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