Emociones que engordan
¿Estás triste?, ¿te sientes estresada? Estos cambios de ánimo pueden modificar tu apetito gradualmente y alterar tu peso
El ritmo de trabajo que llevas en la oficina o escuela determina tus hábitos alimenticios y puede alterar tu apetito. El estrés, la tristeza, la presión o la vulnerabilidad provocan que tu organismo esté ansioso y te dé más hambre, lo que ocasiona que comas varias veces al día y sin preocuparte por tu alimentación.
La ansiedad no se come
La prisa por terminar tus actividades crea cansancio y por lo tanto un ritmo de vida sedentario y malos hábitos alimenticios que te hacen aumentar de peso, sobre todo si intentas calmar la ansiedad con alimentos chatarra, dulces y refrescos, pues disminuyen la ansiedad al producir serotonina.
Su efecto sedante es inmediato, aunque pasajero, porque una vez que consumes estos aperitivos, reaparece de nuevo la ansiedad, lo que te da una sensación de que no comes suficiente y eso influye en tu aumento de peso.
Controla
tu apetito
Para evitar esta costumbre, los psicólogos recomiendan realizar estos ejercicios mentales de autosugestión, orientados a separar la sensación de ansiedad y la sensación de hambre:
1. Tras dedicar varios minutos de relajación, debes centrar tu atención primero en las sensaciones que te causan ansiedad, para localizarlas físicamente y saber qué es lo que provoca mayor presión en tu cuerpo.
2. Después piensa en el hambre, revive esa sensación y a la vez recuerda cómo es cuando te sientes satisfecha porque has comido suficiente.
Con esta técnica, los especialistas afirman que tu mente sabrá distinguir conscientemente tus necesidades, para satisfacerte con una alimentación equilibrada y libre de ansiedad. Otro de los beneficios de este ejercicio es que te ayuda a reconocer esos estados psicológicos que a veces parecen volverte loca por ser desconocidos. Pero cuando eres consciente de que son alteraciones que el cerebro provoca en tu organismo ante situaciones de riesgo, agotamiento o estrés, puedes lograr que no te afecten tanto e incluso puedes lograr dominarlas.
Come bien para sentirte bien
Controlar el estrés y la ansiedad exige un esfuerzo en tu régimen alimenticio y ejercicio diario. Una dieta equilibrada en la que no falte el pescado, la carne, las frutas y verduras, así como carbohidratos y grasas saludables, te ayudan a disminuir la ansiedad y a controlar la sobrealimentación.
Una vida sedentaria aumenta las probabilidades de sufrir estrés y ansiedad, ya que el cuerpo necesita cansarse con el ejercicio, estirarse y no caer rendido por un estado de ánimo débil. La fórmula para tener una condición física adecuada es la flexibilidad física, para estimular la flexibilidad mental.
Un cuerpo que permanece sentado, realizando sus tareas diarias sin moverse, se cansa rápido al realizar ejercicio, como subir escaleras. De la misma forma, cuando una situación te angustia por cualquier causa, el organismo responderá con más dificultad para deshacerse de esta tensión.
Estudios científicos sobre las emociones, realizados entre grupos de mujeres jóvenes, han demostrado que las que tienen una personalidad más sensible son las que más descontrol tienen sobre las comidas y también mayor sobrepeso.
Controla
tus emociones
Si tus emociones influyen mucho en tu manera de comer, es necesario que acudas con un nutriólogo para seguir una alimentación especial que contemple cómo influye tu mente en tu manera de comer. Si cuando te angustias comes alimentos grasos, debes cambiar esos hábitos con alimentos energéticos, saludables para tu organismo.
Nunca utilices métodos rápidos para adelgazar, ya que la mayoría carece de los nutrientes necesarios para calmar el hambre y te hacen sentir más cansada y vulnerable a los estados de ansiedad.
Es mejor equilibrar tu estado de ánimo y seguir una dieta balanceada para no padecer angustia, que te haga aumentar de peso y modifique tu carácter de manera negativa para tu salud.