El regalo de Obama en préstamos estudiantiles para “Ocupar Wall Street”
Mike Brownfield
En las elecciones de 2008, el senador Barack Obama buscó acercarse a los jóvenes americanos con un mensaje nuevo que apelaba a su insatisfacción con el proceso político de la nación. Él lo denominó esperanza y cambio y logró conquistar a las masas con tal éxito que capturó el 66% del voto de aquellos menores de 30 años. Ahora, tres años después, algunos de aquellos jóvenes americanos se han echado a las calles no por alegría o euforia sino por rabia y frustración. El presidente Obama prestó oído a su llamada y una vez más apela a su base electoral.
La pasada semana. el presidente Obama hizo su aparición y llevó regalos en un discurso en la Universidad de Colorado en Denver — medidas de alivio para la deuda de los préstamos estudiantiles en forma de decreto ejecutivo sin autorización del Congreso. El plan del presidente incluye la limitación al 10% del ingreso anual discrecional que los prestamistas pueden exigir que los estudiantes paguen. Además, pasados 20 años se condonan completamente los préstamos estudiantiles, cinco años antes que con las anteriores normas. Pero aquí en esto hay cláusulas en letra chica, un hecho clave que el presidente no mencionó en su discurso: A pesar de toda esa pompa y circunstancia, el plan del presidente ahorraría a los estudiantes universitarios menos de $10 mensuales — suma que con las justas paga dos cafés en Starbucks.
Pero ese supuesto “alivio” tendrá un costo para los atribulados contribuyentes. El presidente del Comité de Educación de la Cámara de Representantes, John Kline (R-MN), criticó el plan del presidente en Fox News el lunes y dice que no es algo que Estados Unidos se pueda permitir:
Esta administración ha estado saltándose al Congreso asunto tras asunto — ha promulgado, como es bien conocido, cientos de cambios reguladores y ha emitido decretos ejecutivos para saltarse al Congreso, así que pienso que es un error…
Simplemente no podemos seguir dando dinero desde el gobierno federal en subsidios o préstamos y Becas Pell cuando no tenemos el dinero. Más allá del costo y de la tendencia del presidente a burlar al Congreso, la experta en educación de Heritage, Lindsey Burke, dice que la ampliación de la condonación de los préstamos estudiantiles es mala política. Burke escribe que el plan “desplaza la carga de tener que pagar por la universidad y va del estudiante –la persona que se beneficia directamente de haber estudiado en la universidad– a casi las tres cuartas partes de los americanos que no se graduaron en la universidad”. Además, añade, no hace nada para que la educación universitaria sea más asequible a largo plazo – de hecho, la hace más cara.
Y ya que estamos analizando el tema, una razón importante del porqué del aumento masivo de los costos de la educación universtitaria en los últimos años es justamente la intromisión del gobierno en primer lugar. Las becas Pell han crecido un 475% mientras que el costo de la universidad ha aumentado un 439% desde 1982 –más rápido que los aumentos en el costo de atención médica– después de ajustar por la inflación. Los subsidios federales aislan a las universidades de preocuparse siquiera remotamente por gastar el dinero con prudencia o de reducir costos.
Si el presidente estuviera verdaderamente interesado en hacer más asequible la educación universitaria, Burke recomienda que se considere la limitación del número de años que un estudiante es apto para recibir subsidios federales, vincular la ayuda al mérito y alentar a los estados a poner online más del currículum .
A corto plazo, sin embargo, ninguna de esas medidas servirían para atraer a un grupo de votantes acampados al aire libre en todo el país — de hecho, sólo a unas cuadras de la Casa Blanca. Es una toda una ironía ver en Washington, D.C. un campamento de “Ocupar Wall Street” en la Plaza McPherson. El presidente, al que su generación ayudó a elegir, ha perpetuado un gobierno que contribuye a los mismísimos males sociales de los que los manifestantes se quejan: Rescates corporativos, una economía débil y pobres expectativas laborales. Lamentablemente, ellos profesan una filosofía anticapitalista y soluciones estatistas que sólo harán que empeoren las cosas. Y en vez de construir un Estados Unidos en el que las futuras generaciones sean libres para aprender, crecer, inventar y liderar, el presidente recurre a políticas tratando de ganarse su favor político a corto plazo pero que llevarán al malestar a largo plazo.