¿Cómo o cuando pedir la separación?
¿Cómo le digo a mi Pareja que no soy feliz en la relación, y que he tomado la decisión de separarme? ¿Cómo y cuándo se lo digo? Plantear la ruptura de la relación es un momento difícil, tanto si se decide por mutuo acuerdo, como si es una de las partes la que toma la decisión.
Cuando el Amor que se da o se recibe ha dejado de ser satisfactorio, por la causa que sea, es el momento de analizar muy bien la situación para intentar mejorarla. O si las circunstancias ya no lo permiten iniciar los pasos de una separación o divorcio. Nunca nos dijeron que cuando el Amor se acaba se acaba, y es un devastador gasto emocional el querer darle vida, porque eso ya no podrá ser posible.
Son muchas las razones que hacen que se aplace la decisión de hablarlo. Dudan si se está haciendo lo correcto. La demora ocurre cuando uno o ambos sienten miedo al cambio, a los recortes económicos, al cambio de casa, no poder estar todo el tiempo con los hijos, lo que ocurría después, etc. Les asusta el qué dirán, desconocen cómo es el proceso de divorcio y cuáles son sus derechos y responsabilidades. Desconocen cómo afectará la separación a los hijos. Saben de otras experiencias traumáticas de divorcio, etc.
En momentos como estos, revelar a la Pareja las discrepancias respecto a los hijos, o sentimientos negativos como miedo, soledad, frustración, furia, desilusión, es muy humano e inevitable. Es la oportunidad para transmitir lo que se piensa, se quiere, se espera y se necesita, pero hay que hacerlo con tacto y cautela, porque son desconocidas las reacciones que tendrá la contraparte.
Es buen momento para tratar sobre las dificultades superadas ya recordar las alegrías por las que han pasado como Pareja, porque al final nadie le debe nada a nadie. Deben reconocer y felicitarse por los esfuerzos que ambos hicieron o están haciendo. Y si hay hijos, para planificar el futuro de ellos a partir de la separación.
No se debe aprovechar la ocasión para los reproches, para echar en cara realidades pasadas o actuar de forma impulsiva y sin recapacitar. Pensar de forma razonada es lo que se precisa en estas circunstancias. Al igual que evitar conflictos innecesarios, para tomar decisiones que minimicen la crisis familiar. Es momento de centrarse en el futuro, porque la ausencia de felicidad del pasado ya no se puede cambiar. ¡El Amor nunca puede forzarse a regresar de nuevo!
Si el pensamiento sobre la separación o divorcio aparece día a día en la mente, es urgente sentarse a hablarlo seriamente con la Pareja. Toda relación debe estar fundada en la libre y honesta comunicación y el diálogo, para ser capaz de transmitir con calma, sinceridad y claridad, lo que se piensa, se siente, o las dudas que se tengan.
La herencia genética de los progenitores, sus ejemplos de convivencia familiar, y la información que llega del mundo social y cultural, influye en la forma de actuar de los participantes. Por ello, es preciso adoptar una actitud positiva ante la vida, y abordar las dificultades de Pareja con un pensamiento positivo: se acabó la relación e inicia a una nueva vida por separado.
A las personas sometidas a altos niveles de ansiedad, les es más difícil comprender la situación a la que se enfrentan. Esto les dificulta anticipar las consecuencias y poder minimizarlas o solucionarlas. Otras muchas se hacen ceguera mental y continúan suicidándose por años dentro de una relación desagradable. La mayoría permanece por miedo a la soledad, por conveniencia, o por miedo a iniciar una nueva relación sexual o sentimental.
Las experiencias de vida influyen en las personas, y así como las perciban y la entiendan, determinará la forma en la que tomarán sus decisiones. La mente tiene su propio mundo y puede crear un infierno del cielo, o un cielo del infierno. El sentimiento del Amor se siente, se da y aprende a recibirlo y corresponderlo, pero no todas las Parejas tienen esta capacidad. La gran tragedia en una Pareja no es la separación, sino lo que han ido dejando morir en vida.