
Virus del PCCH
PCCH Virus
¿Debería obligarse a los niños a llevar mascarilla en la escuela? La revisión de los costes y beneficios, que incluye algunos de los últimos datos científicos, no aporta mucho argumento a favor del requisito de mascarillas en las escuelas.
Primero, algunos datos básicos.
El riesgo de muerte por COVID-19 entre los escolares es muy, muy bajo.
¿Cuánto bajo?
Un estudio de Nature que calcula la tasa de mortalidad por infección por COVID-19 (IFR), o la proporción de infectados que mueren, encontró un IFR de 0.001% en niños de 5 a 9 años y un IFR muy por debajo del 0.01% en todos los de 19 años o menos.
Esto supone menos de uno de cada 10,000 contagiados entre los adolescentes y menos de uno de cada 100,000 contagiados entre los niños de 5 a 9 años.
La Academia Americana de Pediatría (AAP), que ha defendido el uso de mascarillas en niños desde los dos años de edad, descubrió que solo 460 niños habían muerto de COVID-19 entre fines de mayo de 2020 y el 9 de septiembre de 2021 en 45 estados, la ciudad de Nueva York, Guam y Puerto Rico, lo que equivale a solo el 0,08% del número total de muertes registradas por COVID.
Mirando de nuevo a través de los múltiples estados, la AAP encontró que los casos de COVID-19 entre los niños aumentaron en las últimas semanas, creciendo en un 10 por ciento de 4,797,683 a 5,292,837 entre el 26 de agosto y el 9 de septiembre, una tendencia que podría estar relacionada con el inicio de la escolarización en persona.
Sin embargo, los propios datos de la AAP muestran que los niños son solo el 0.9 por ciento de las hospitalizaciones de COVID-19, una tasa a la par con las semanas anteriores y por debajo de las tasas de hospitalización reportadas del 3.8 por ciento a mediados de 2020.
Con todo esto en cuenta, ¿cuáles son los beneficios de las mascarillas obligatorias en niños?
Según la AAP, esos beneficios incluyen la “protección de los estudiantes no vacunados contra el COVID-19”, así como la “reducción de la transmisión”. A2
Sin embargo, como se ha descrito anteriormente, los riesgos de COVID-19 para los escolares han sido y siguen siendo, extremadamente bajos.
Es más, las vacunas se han hecho ampliamente disponibles o incluso son obligatorias entre los profesores, quienes pertenecen a un grupo de edad más vulnerable que los niños al COVID-19. Además a pesar de los esfuerzos para restringir el acceso a la ivermectina, las personas todavía pueden obtener el fármaco, identificado como un “medicamento esencial” por la Organización Mundial de la Salud, así como otras terapias potenciales.
Al igual que la Academia Americana de Pediatría (AAP), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan el uso universal de mascarillas en las escuelas, lo que supone un cambio con respecto a su postura anterior, según la cual los alumnos y profesores vacunados no tienen que llevar mascarillas. (Ni la AAP ni los CDC mencionan la inmunidad natural en sus orientaciones sobre el uso de mascarillas en las escuelas).
También señalan la transmisión viral como justificación del uso universal de mascarillas en interiores, citando la variante Delta, altamente transmisible.
La preocupación por la transmisión se reduce a dos cuestiones: En primer lugar, ¿hasta qué punto la transmisión generalizada de COVID-19 se debe a los niños en la escuela, y en segundo lugar, hasta qué punto las mascarillas y las órdenes de mascarillas limitan la transmisión?
Aunque algunos científicos han aportado pruebas de que los niños podrían desempeñar un papel importante en la propagación viral en la comunidad, los investigadores están generalmente de acuerdo en que los niños, y especialmente los niños pequeños, no son los principales impulsores de la misma.
Un estudio de observación publicado en el Journal of the American Medical Association sugirió que los niños de hasta 9 años que asisten a la escuela no contribuyen de forma importante a la propagación del COVID-19, aunque los resultados del estudio sobre los adolescentes fueron más contradictorios.
Un meta-análisis de 2020, o análisis de múltiples estudios, sobre la susceptibilidad al COVID-19 entre los niños pequeños y adolescentes concluyó que la susceptibilidad era menor en esos grupos que en los adultos y ofreció “pruebas débiles” de que desempeñan un papel menor en la transmisión a nivel de población.
Más recientemente, un meta-análisis de 2021 sobre los grupos de transmisión de COVID-19 concluyó que los niños infectados en la escuela “tienen pocas probabilidades de contagiar el SARS-CoV-2 a los miembros de su familia que conviven con ellos”, refiriéndose al virus que causa COVID.
Aunque la variante Delta parece ser más contagiosa, lo que ha provocado un aumento de los casos y de muertes relacionadas con el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), muchos argumentan que es menos mortal que la cepa Alfa original.
Esto estaría en consonancia con la hipótesis de la compensación entre la transmisión y la virulencia, que sugiere que los patógenos evolucionan en la dirección de una propagación más duradera, mientras que a la vez se vuelven menos perjudiciales para sus anfitriones.
La eficacia de las mascarillas y de las órdenes de uso de las mismas en las escuelas también es objeto de controversia, ya que las órdenes de mascarillas para los estudiantes no parecen tener un apoyo claro.
En su orden ejecutiva del 30 de julio contra los requisitos de mascarilla en las escuelas de Florida, el gobernador Ron DeSantis argumentó que “obligar a los estudiantes a llevar mascarillas carece de una justificación científica bien fundamentada”, citando una preimpresión de 2021 que no encontró ninguna correlación entre los requisitos de mascarilla y las tasas de casos de COVID-19 entre los estudiantes y el profesorado en las escuelas de Florida, Nueva York y Massachusetts.
Sin embargo, los autores de ese estudio subrayaron que su investigación se limitó a solo tres estados, lo que significa que sus conclusiones pueden no ser aplicables en otros lugares. También hicieron hincapié en que la variedad de mascarillas que identificaron en las escuelas de Florida podría hacer que sus hallazgos sean “aún menos generalizables a todos los estudiantes de Estados Unidos”.
Un informe de 2020 de los propios CDC sobre las escuelas primarias de Georgia señaló que “la incidencia de COVID-19 era un 37 por ciento menor en las escuelas que exigían a los profesores y miembros del personal el uso de mascarillas”.
Sin embargo, los CDC descubrieron que las órdenes de mascarillas para los estudiantes no tuvieron un impacto estadísticamente significativo en la incidencia de COVID-19.
También en este caso, los autores del estudio señalaron algunas limitaciones de su trabajo; en particular, sus resultados se basaron en declaraciones de los propios interesados y los investigadores no examinaron directamente si las personas utilizaban mascarillas.
¿Qué pasa con las mascarillas en general?
Un primer ensayo controlado aleatorio de 4862 participantes adultos de Dinamarca no encontró que las mascarillas quirúrgicas redujeran la infección por COVID-19, aunque los autores señalaron que algunos resultados eran “no concluyentes”.
Sin embargo, el 1 de septiembre, unos investigadores publicaron un documento de trabajo en el que se detalla un ensayo aleatorizado por grupos sobre la promoción del uso de mascarillas en las comunidades de la zona rural de Bangladesh, en el que participaron 600 pueblos y más de 300,000 personas, el cuál parecía apoyar el uso de mascarillas.
Tras encuestar a “todos los participantes accesibles” y analizar la sangre de los individuos sintomáticos, los investigadores relacionaron la promoción de la mascarilla con una ligera reducción de infecciones sintomáticas por COVID-19.
Sin embargo, al igual que el estudio danés, el estudio de Bangladesh estaba explícitamente destinado a examinar el uso de mascarillas entre las personas “que parecen tener 18 años o más” y no entre los niños pequeños o los adolescentes a los que se aplica la obligación de llevar mascarillas en las escuelas.
¿Cuáles son entonces los costes potenciales de exigir que los niños lleven mascarilla en la escuela?
Uno obvio es la limpieza.
“A casi todos nos enseñaron de niños que los pañuelos desechables son buenos porque los pañuelos son antihigiénicos y repugnantes”, escribió Michael Brendan Dougherty en un artículo para National Review Online. “Entonces para los niños pequeños, en especial los de corta edad, las mascarillas de algodón que suelen llevar en las escuelas son precisamente eso, un pañuelo colocado sobre la boca y la nariz constantemente. A menudo son repugnantes al final de un día de uso”.
Como es lógico, las mascarillas de los niños pueden ser un caldo de cultivo para bacterias y otros microorganismos, algunos de ellos potencialmente peligrosos.
Un análisis reciente de la Universidad de Florida reveló que la mayoría de las mascarillas que llevaban los niños bajo un calor de 90 grados Fahrenheit estaban contaminadas con parásitos, hongos y bacterias, incluido un virus conocido por causar una enfermedad sistémica mortal en ciervos y ganado.
Las mascarillas, especialmente las desechables, también son perjudiciales para el medio ambiente. Con los miles de millones de mascarillas de un solo uso que se tiran cada día, los investigadores creen que las mascarillas y los respiradores desechados contribuyen a la contaminación por plásticos, un problema al que las órdenes de las mascarillas escolares contribuyen.
Las mascarillas y otras intervenciones también pueden tener efectos en cadena relacionados con la frecuencia de otras enfermedades respiratorias.
El reciente aumento, fuera de temporada, de las hospitalizaciones pediátricas por el virus respiratorio sincitial (VRS) se relacionó con la respuesta a COVID-19, en que los bebés y niños pequeños, de otro modo habrían estado expuestos al VRS a una edad más temprana, y por este hecho ahora se enferman.
Las mascarillas también pueden tener importantes efectos psicológicos y de desarrollo en los niños.
Un artículo de 2004 sobre el uso de mascarillas en un hospital pediátrico, escrito mucho antes de que la pandemia de COVID-19 cambiara el debate científico sobre las mascarillas, explicaba algunos de los peligros psicológicos para los niños.
“Imagine el impacto de un hospital lleno de personas “sin rostro” en un niño pequeño. ¿Quién sonríe? ¿Quién frunce el ceño? ¿Cómo reconozco a mi médico? ¿Cómo me reconoce mi enfermera? ¿Por qué todo el mundo tiene tanto miedo de mí y de mis gérmenes?”.
“Cuando se usan mascarillas, gafas y/o protectores faciales, la comunicación no verbal se ve afectada. Las señales faciales sutiles están ausentes o pueden ser malinterpretadas y es imposible leer los labios”, añade.
Más recientemente, en una mesa redonda con el gobernador DeSantis y otros científicos, el Dr. Jay Battacharya, profesor de Stanford, argumentó que las mascarillas en los niños son innecesarias desde el punto de vista médico e “inapropiado para el desarrollo”.
“Quiero decir, ¿cómo se enseña a un niño a leer con una mascarilla en Zoom? Creo que los niños se desarrollan observando a otras personas”, dijo Battacharya.
La controversia sobre el impacto en el desarrollo de las mascarillas en los niños contagió incluso a la Academia Americana de Pediatría (AAP).
En agosto, los usuarios de Internet descubrieron una página web de la AAP en la que se destaca la importancia del tiempo cara a cara entre los padres y los bebés para su desarrollo, que al parecer había sido eliminada del sitio web de la organización junto con otras páginas web de la AAP en las que se describía cómo los bebés y los niños pequeños aprenden mirando las caras.
La AAP respondió explicando que las páginas web desaparecieron como resultado de la migración del sitio web, diciendo a Just the News que “algunas áreas de contenido, incluyendo Early Brain y Child Development, todavía se están organizando antes de que salgan a la luz en la nueva plataforma”.
Por último, podría argumentarse que la práctica de imponer mascarillas compromete la autonomía individual y parental.
Grupos de defensa como Padres Unidos de Utah se manifestaron en contra del uso obligado de mascarillas en las escuelas, afirmando que socava los derechos de los padres y que es innecesaria para un grupo de tan bajo riesgo, sobre todo teniendo en cuenta la disponibilidad de las vacunas para los profesores y el personal adulto.
Con todo lo que sabemos hasta ahora, ¿cómo podemos responder a estos padres?
Si los beneficios de las órdenes de mascarillas no superan los costes, es difícil encontrar errores en oponerse, o al menos en el escepticismo, especialmente para los niños pequeños en edad escolar que tienen el menor riesgo de una enfermedad grave o muerte y que pueden ser los más vulnerables a los costes inciertos y poco estudiados del uso universal de mascarillas además de las otras medidas estrictas.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la opinión de The Epoch Times. Fuente: The Epoch Times en español
Should children be forced to wear a mask at school? The cost benefit review, which includes some of the latest scientific data, does not make much of an argument in favor of requiring masks in schools.
First, some basic facts.
The risk of death from COVID-19 among school children is very, very low.
How much lower?
A Nature study calculating the COVID-19 infection death rate (IFR), or the proportion of infected who die, found an IFR of 0.001% in children ages 5 to 9 and an IFR well below 0.01%. in all those 19 years of age or younger.
This represents less than one in 10,000 infected among adolescents and less than one in 100,000 infected among children between 5 and 9 years old.
The American Academy of Pediatrics (AAP), which has championed the use of masks in children as young as two years of age, found that only 460 children had died of COVID-19 between the end of May 2020 and September 9, 2021 in 45 states, New York City, Guam and Puerto Rico, which is equivalent to only 0.08% of the total number of deaths recorded by COVID.
Looking across the multiple states again, the AAP found that COVID-19 cases among children increased in recent weeks, growing by 10 percent from 4,797,683 to 5,292,837 between August 26 and September 9, a trend that could be related to the initiation of schooling in person.
However, the AAP’s own data shows that children account for only 0.9 percent of COVID-19 hospitalizations, a rate on par with previous weeks and below reported hospitalization rates of 3.8 percent a mid 2020.
With all this in mind, what are the benefits of mandatory masks in children?
According to the AAP, those benefits include “protection of unvaccinated students against COVID-19” as well as “reduction of transmission.”
However, as described above, the risks of COVID-19 for school children have been, and continue to be, extremely low.
What’s more, vaccines have become widely available or even mandatory among teachers, who are in an age group more vulnerable to COVID-19 than children. Also despite efforts to restrict access to ivermectin, people can still obtain the drug, identified as an “essential drug” by the World Health Organization, as well as other potential therapies.
Like the American Academy of Pediatrics (AAP), the Centers for Disease Control and Prevention (CDC) recommends universal use of masks in schools, a departure from its previous position that vaccinated students and teachers do not have to wear masks. (Neither the AAP nor the CDC mention natural immunity in their guidance on wearing masks in schools.)
They also point to viral transmission as a justification for the universal use of masks indoors, citing the highly transmissible Delta variant. A2
Concern about transmission boils down to two questions: First, to what extent is the widespread transmission of COVID-19 due to children at school, and second, to what extent face masks and mask orders limit transmission?
Although some scientists have provided evidence that children may play an important role in viral spread in the community, researchers generally agree that children, and especially young children, are not the main drivers of it.
An observational study published in the Journal of the American Medical Association suggested that children up to 9 years old who attend school do not contribute significantly to the spread of COVID-19, although the study results on adolescents were more contradictory. .
A 2020 meta-analysis, or analysis of multiple studies, on susceptibility to COVID-19 among young children and adolescents concluded that susceptibility was lower in these groups than in adults and offered “weak evidence” that they play a role. lower in transmission at the population level.
More recently, a 2021 meta-analysis of COVID-19 transmission groups concluded that children infected at school “are unlikely to spread SARS-CoV-2 to their family members who live with them.” referring to the virus that causes COVID.
Although the Delta variant appears to be more contagious, leading to an increase in cases and deaths related to the CCP (Chinese Communist Party) virus, many argue that it is less deadly than the original Alpha strain.
This would be in line with the hypothesis of the trade-off between transmission and virulence, which suggests that pathogens evolve in the direction of longer-lasting spread, while at the same time becoming less damaging to their hosts.
The effectiveness of masks and the orders for wearing them in schools is also controversial, as the orders for masks for students do not seem to have clear support.