Vaticano exhorta al Empresariado Mexicano apoyar causa Migratoria

El Secretario del Estado Vaticano, Card. Pietro Parolin, sostuvo una reunión de trabajo con el Secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, en el que analizaron los principales temas de la agenda Internacional, con un importante énfasis en la migración.
Afirmó, que la Iglesia católica, especialmente en México, está desarrollando múltiples iniciativas concretas para acompañar y acoger con hospitalidad a las personas migrantes. En este contexto, a través particularmente de sus pastores, como han afirmado en la declaración conjunta de los obispos de EE.UU., México, El Salvador, Guatemala y Honduras, sobre la crisis de los niños migrantes del pasado 10 de julio; ella ha reiterado la urgencia de respetar la dignidad humana de los migrantes indocumentados, de fortalecer las instituciones gubernamentales para que sean auténticamente democráticas, participativas y al servicio del pueblo.
De combatir con firmeza la reprobable actividad de los grupos delictivos del crimen organizado y de garantizar la seguridad de los ciudadanos. La iglesia además ha invitado a los empresarios, especialmente católicos, a que inviertan y contribuyan a promover la justica y la equidad; asimismo exhortando a los padres de familia a no exponer a sus hijos a emprender el peligroso viaje.
Cuando la Iglesia encuentra un interlocutor receptivo, un Estado convencido de su vocación de servicio a las personas y, por tanto, no meramente “tolerante” con el hecho religioso, sino dispuesto a promover cualquier instancia que trabaje por mejorar la sociedad, la potencialidad del bien realizado se multiplica y el tejido social se impregna de humanidad.
Los Estados autoritarios “no aceptan la llamada “sociedad civil”, basada en el principio de la subsidiaridad, por el cual la instancia superior debe renunciar a hacer aquello que pueden hacer las instancias inferiores, en aras de una mayor eficiencia del servicio prestado. Hoy sabemos que un estado omnipresente no sólo es injusto sino radicalmente ineficiente, puesto que corta de raíz cualquier brote de creatividad y de iniciativa. En el marco de una sana laicidad establece los medios jurídicos para su protección y promueve su acción social a favor del bien común, garantiza un elemento meta-político clave para el progreso: la confianza.
Un estado de derecho en el que los ciudadanos confían en sus políticos, en sus jueces y en las fuerzas del orden, tiene futuro. Una sociedad abierta en la que los consumidores confían en los actores de la economía, tiene futuro. Un estado que confía en las Organizaciones no gubernamentales como expresión de la pluralidad del tejido social, tiene abiertas las puertas del futuro.
Es cierto que la movilidad humana y su impacto en el desarrollo son dos de los fenómenos sociales más complejos, difíciles de resolver sin un espíritu general de confianza. Por un lado el emigrante tiene el deber de integrarse en el País que lo acoge, respetando sus leyes y la identidad nacional. Por otro lado el Estado tiene también el deber de defender las propias fronteras, sin olvidar en ningún caso el respeto de los derechos humanos y el deber de la solidaridad.
Es evidente que el fenómeno de la migración no puede ser resuelto únicamente con medidas legislativas o adoptando políticas públicas, por buenas que sean, y mucho menos únicamente con las fuerzas de seguridad y del orden. La solución del problema migratorio pasa por una conversión cultural y social en profundidad que permita pasar de la “cultura de la cerrazón” a una “cultura de la acogida y el encuentro”.
Por ello, si buscamos dar soluciones satisfactorias que logren tener un impacto positivo en la movilidad humana, será necesario reconocer que las personas individuales, las organizaciones de la sociedad civil, las diversas instituciones públicas y privadas y los mismos países, son interdependientes todos entre sí y que, en consecuencia, es indispensable la cooperación.
La Santa Sede, es el gobierno central de la Iglesia universal, sujeto con plena soberanía en el derecho internacional que goza de plena personalidad jurídica. Mantiene relaciones diplomáticas con 181 Estados, con la Soberana Orden de Malta y con la Unión Europea, además de participar como miembro o como observador permanente en la ONU, en varias agencias especializadas y en fondos o programas de multitud de organizaciones e instituciones internacionales. Ayudada por sus Representantes Pontificios, participa en los más variados foros políticos con el objeto de que los derechos humanos universales sean plenamente tutelados desde el respeto a los principios éticos y morales que conforman la vida social.
La Iglesia siempre apoyará a nivel nacional e internacional cualquier iniciativa dirigida a la adopción de políticas de concierto. Ninguna institución, ni siquiera el Estado, posee los recursos económicos, políticos, informativos, de capital social o de legitimidad, necesarios para solucionar de raíz los problemas asociados a la emigración.
Ante el hecho migratorio, necesitamos urgentemente que se superen los recelos atávicos y se planteen de una vez estrategias comunes a nivel sub-regional, regional y mundial que incluyan a todos los sectores de la sociedad. Pensemos, por ejemplo, en los Estados Unidos de América, cuya Administración ha difundido en estas semanas los datos que se refieren al flujo migratorio de los niños que cruzan la frontera sin estar acompañados por adultos.
El nuncio apostólico en México, Mons. Christophe Pierre, leyó el mensaje del papa Francisco, en donde critica la invisibilidad del migrante y cambiar la perspectiva de la cultura del descarte a una basada en la cultura del encuentro y en la que exhortó al empresariado apoyar causa migratoria.

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