Una segunda oportunidad

Fernanda Jar

Luis es diseñador gráfico y hace tres meses fue despedido de una importante compañía refresquera. Sus jefes le indicaron que durante las semanas previas había cometido errores que no podían pasar por alto y la única solución era su separación de la empresa por negligencia. Él reconoce: “Es cierto que con frecuencia llegaba tarde y había tenido algunas fallas en mi desempeño, pero creo que la medida fue exagerada y que merecía otra oportunidad”.

Cuando por esta razón se pierde el empleo, se tienen la sensación y el miedo de que todo se ha perdido. Ximena Arévalo, psicóloga del Centro de Apoyo Psicológico, profundiza: “Si en el despido se alega negligencia, el individuo carga, además, con un sentimiento de culpa, por no haber sido capaz de cumplir cabalmente con sus responsabilidades”.

La especialista complementa el punto: “Tal vez al trabajador ya le había gustado llegar tarde y era consciente de que era una mala actitud e, incluso, pudo haberse propuesto: “Ya no me vuelve a pasar, mañana a llegaré temprano”, pero no se comprometió lo suficiente y tampoco imaginó las consecuencias que sus retardos o errores podían traer”.

Ximena Arévalo explica que la primera reacción, posterior al despido, puede ser de enojo hacia la empresa: ¿Por qué no me comprenden?, pero si lo reflexionamos, no hay nada que entender, porque el trabajador firmó un contrato donde le explicaron qué es lo que esperaban de él como empleado. La culpa puede pesar mucho y generar conductas de automaltrato, como: Llevo cuatro o cinco horas caminando buscando trabajo y estoy cansado, pero como fue mi culpa, me callo y sigo caminando’”.

Pero no se trata de que la persona se castigue, sino que reflexione y aprenda de la experiencia. La experta sugiere: “Es necesario tomar el cambio como una oportunidad para aprender de lo que le está pasando. Y hacerse las preguntas: ¿Para qué esta situación estuvo en mi vida?, ¿de qué me sirve haber vivido esto?, ¿qué puedo hacer y qué no puedo hacer en mi trabajo?, ¿a qué me puedo comprometer?”.

La psicóloga indica que parte de la misma reflexión consiste en que la persona lleve a cabo un análisis muy honesto: “A través de él, necesita comprender por qué se desempeñó mal en el trabajo; y entender que ese hecho tuvo consecuencias que hubo que asumir, le gustara o no”. La última parte de la reflexión se ubica en establecer qué se quiere para el futuro, planear la forma de hacerlo y tomar decisiones.

Para empezar a decidir qué hacer, primero, es necesario ubicar qué es lo urgente y qué es lo importante. La especialista indica: “Lo urgente puede ser obtener recursos económicos. Incluso, es válido cambiar temporalmente de giro, si es que no se encuentra empleo relacionado con la profesión. Posteriormente, empezar a pensar en qué es lo importante en su vida, qué es lo que realmente le gustaría hacer y diseñar un programa de actividades encaminado a lograr sus objetivos”.

Cuando una persona ha sido despedida de su trabajo y está consciente de que fue por negligencia, tiene dos opciones, como explica la psicóloga: “Deprimirse, desesperarse y no hacer nada para salir adelante o aprender de la experiencia y comprender que toda actividad debe desempeñarse con responsabilidad, profesionalismo y una gran honestidad, que le permita saber si está dispuesta a dar lo que su empleador espera como trabajador”.

“A favor de la paz por un México Unido”.

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