¿Tienes corazón de plomo?

Ana Díaz Sesma

Cuando alguien nos causa algún daño, a veces nos cuesta trabajo perdonar. Y es que olvidar las ofensas no es fácil, sobre todo cuando sentimos que nuestros sentimientos quedaron lastimados.

Pero las personas que no saben perdonar se llenan de una sustancia pegajosa, llamada rencor. Esta pócima acaba con nuestra energía vital y, poco a poco, nos endurece el corazón. ¿Tú sabes perdonar o tienes corazón de plomo? Entérate con el siguiente test:

1. Tu mamá compró tamales. Tu familia sabe que a ti sólo te gustan los de dulce. Esa noche llegas tarde cuando ya todos cenaron. Tú te dispones a hincarle el colmillo a un delicioso tamal pero ¡Oh sorpresa!, se acabaron los de dulce. Tu familia te pide disculpas. Tú:

a) Te enojas muchísimo, sin embargo, tus papás y hermanos te piden sentidas disculpas y los perdonas.

b) Les dices que no importa y te quedas calladita con cara de quién no rompe un plato, pero en el fondo, no olvidas que te dejaron sin tamales de dulces y se los recuerdas cada vez que puedes.

c) ¡Te conviertes en el volcán Paricutín a punto de hacer erupción! ¿Cómo se atrevieron a dejarte sin tamales de dulce a ti que eres la niña más angelical? Das un portazo y durante varias horas les aplicas la ley del hielo.

2. Tu hermana menor le cortó el cabello a tu muñeca cuando jugaba al salón de belleza. Al descubrirlo, lanzas un grito tan agudo, que las copas de cristal están a punto de quebrarse. Ella te pide perdón arrepentidísima, pues sólo pensaba cortarle las puntitas, pero se le pasó la mano. Te promete comprarte una muñeca nueva con sus ahorros. Tú

a) Lloras hasta que te quedan ojos hinchados, pero ves a tu hermanita tan arrepentida que aceptas su disculpas. Después de todo, ¡tu muñeca luce más moderna con su nuevo corte de pelo!

b) Lloras, gritas, pero cuando tu hermana te pide perdón, aceptas. Bueno, a medias, porque después de varias semanas, aparece su muñeca preferida misteriosamente rota. ¡Y tú, no tienes ni la menor idea cómo sucedió!

c) Haces que tu hermana te compre una nueva con sus ahorros, pero además, te quedas con sus crayones. Aunque ya pasó un año de eso, cada vez que te acuerdas, se lo vuelves a reprochar.

3. Invitas a tu mejor amiga a tu casa, ella dice que no puede porque está castigada. Luego te enteras que se fue a la feria con sus primos. Entonces, tú:

a. Le dices que te duele que te haya mentido pero la perdonas cuando, con cara de borrego, te pide perdón.

b. No le dices nada y aunque siguen siendo amigas, no se te olvida que te mintió.

c. Ni siquiera le das una oportunidad de que te expliqué sus razones.

4. Fue el concurso de oratoria. Participaste con una composición dedicada a tu papá. Quedas en segundo lugar y cuando bajas del estrado, tu mamá te dice que tu papá no pudo llegar. ¿Qué haces?

a. Recibes la noticia como un cubetazo de agua fría, pero cuando te enteras que tuvo una emergencia de trabajo, lo entiendes.

b. No dices nada, pero tu corazoncito te duele. ¡A ver quién le vuelve a escribir una composición!

c. Le reclamas a tu papá su ausencia. Él te explica el motivo, pero no lo escuchas.

5. En la fila del cine un niño te empuja sin querer y te tira el refresco. ¿Cuál es tu reacción?

a) Te enojas muchísimo, pero te controlas cuando ves que está muy apenado. Después de todo, fue un accidente.

b) Le dices que no tiene importancia pero cuando te toca pasar junto a él para ocupar tu asiento, lo pisas.

c) Por supuesto que no puedes aceptar sus disculpas. ¿Por qué no se fija por dónde camina?

Bueno ahora vas a enterarte de la verdad. ¿Estás lista?

Si la mayoría de tus respuestas fueron “a”, ¡tres hurras para ti! Entiendes que el perdonar no es señal de debilidad, sino de generosidad. Eres capaz de disculpar porque sabes que todos merecemos una segunda oportunidad y que, a veces, cometemos faltas sin darnos cuenta del dolor que causamos.

Si optaste por las “b”, eres de las que no haces muchos aspavientos para que la gente no se dé cuenta de tus verdaderos sentimientos, pero no te puedes engañar a ti mismo: nunca olvidas una ofensa.

Si casi todas contestaciones fueron “c”, piensas que si perdonas a los demás, la gente te seguirá lastimando. Sin embargo, es importante que sepas que esa actitud a la que más lástima es a ti. Cuando perdonamos, tenemos una visión más positiva de la vida: comprendemos que a veces la gente nos hace daño sin querer, pero eso no quiere decir que no nos quiera.

“A favor de la paz, por un México Unido”.

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bojorge@mexicounido.org.mx

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