
Señales para detectar abuso Sexual Infantil
Este tipo de abuso es una forma de maltrato muy grave hacia el niño, es un acto de traición, lo sufren tanto niñas, niños y jóvenes, independientemente del nivel socioeconómico y cultural, y es una experiencia enormemente traumática. En un momento, la víctima es llevada a la vida adulta sin tener las herramientas para hacerlo.
Este tipo de agresión es un atentado a la vida, y desafortunadamente se han presentado casos en los hospitales con niñas de 4 o 5 años con gonorrea, así como bebés con pocos meses de vida que han sido violados.
El abuso que ocurre con mayor frecuencia consiste en el tocamiento de genitales, la exihibicion de los mismos, la masturbación y ser expuesto a presenciar pornografía, y con menor incidencia el coito.
Indicadores de abuso sexual
La víctima no siempre puede expresar con palabras este hecho, pero puede hacerlo a través de algunas conductas como: manifestar tener pesadillas, insomio, no querer comer, o un cambio de conducta inesperado. Además de esto, puede presentar lesiones, desgarramientos, incluso, infecciones en sus genitales.
En lo que respecta a la manera en la que se conduce, puede empezar a tener una conducta sumisa o extremadamente rebelde, asimismo mostrar una gran irritabilidad o llanto injustificado, así como miedo intenso para ir a la cama.
Muchos investigadores señalan que, estas niñas, niños y jóvenes pueden tener conductas sexuales precoces, hipersexualizadas, que no corresponden a su edad como son masturbación compulsiva o juegos sexuales inapropiados para su edad.
Otras señales que se pueden presentar son trastornos de aprendizaje, fallas en la memoria, bajo rendimiento escolar. Fobias a la escuela, baja autoestima, extrema ansiedad que se puede manifestar con dolores de cabeza, morderse las uñas e impulsividad.
¿Qué sucede con la víctima?
Puede experimentar un gran sentimiento de desprotección, a medida que se va dando cuenta del significado de lo sucedido. Se siente paralizado e incapaz de resistirse o pedir ayuda, a pesar de encontrarse cerca de su madre o de quien cumpla con esta función.
Asimismo, pueden quedar más expuestos a las experiencias de abuso en diferentes grados y matices: son propensos a ser golpeados, victimizados una y otra vez ya que aprendieron a virir desamparados, a callar, a sufrir en silencio, a cubrir las necesidades de otros por encima de las propias, aún a riesgo de perder su vida.
La mayoría se sienten tristes, con una profunda soledad, desamparo, derrota, devaluados, sucios, pueden crecer con una gran depresion, sintiendo que ellos son los culpables de lo que les aconteció.
¿Qué hacer?
La principal tarea es proteger a la niña, niño o joven, si expresa verbalmente el abuso, escúchelo, tómelo en serio. Evite angustiarse o amenazarlo, no lo presione ni juzgue. Solicite apoyo de un pediatra, además de un psicológo para ayudarlo, y también a su familia. Además prepárelo, es decir explíquele que va a tener que conversar con otras personas sobre lo sucedido y que todo es para su bien, así como dígale que su cuerpo le pertenece y que puede decir no, que tiene derecho al respeto y a la protección de los adultos.
Romper el silencio es una de las tareas más difíciles, ya que significa romper con la complicidad con el abusador, pero es sumamente importante. Por lo que hay que preguntarnos, ¿somos capaces de tomar el reto de salvar a un niño de la muerte emocional, física o psicológica, en vez de ‘salvarle’ la vida a un abusador?
* Mtra. Luz Maria Ramírez Fernández, académica de la Universidad Iberoamericana.
Para leer:
La inocencia rota, Félix López Sánchez, Editorial Océano.
Colaboración de Fundación Teletón México
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