Samuel Alito: Una sólida selección para el Tribunal Supremo
Por Lincoln Díaz-Balart
Con la nominación de Samuel Alito para el Tribunal Supremo, el presidente Bush ha escogido a uno de los juristas más capaces de Estados Unidos, comprometido con la justicia y la igualdad jurídicas. Con una carrera abarcando casi treinta años de servicio – como abogado y juez, en casos civiles y penales, y los últimos 15 años como magistrado del Tribunal de Apelaciones – Alito es uno de los juristas más calificados en la historia de Estados Unidos. De hecho, él tiene más experiencia judicial al nivel federal que 105 de los 109 magistrados que han servido en el Tribunal Supremo.
El presidente Bush meditó mucho sobre esta decisión, dado que el nombramiento vitalicio le brinda al cargo una influencia duradera sobre los asuntos de la nación, mucho más duradera que el mandato del primer magistrado que lo escoge. El nombramiento de Alito por el presidente Bush constituye una sólida selección. Con Alito, el presidente ha escogido a un jurista comprometido con la justicia y que sostendrá los principios fundamentales de la Constitución.
Aunque el nominado no es un hispano, no cabe duda que con Samuel Alito, la comunidad hispana y todos en Estados Unidos tendremos un magistrado supremamente calificado que apoyará y defenderá la Constitución para todos.
Con gran experiencia como abogado, Alito enriquecerá a la Corte Suprema con su experiencia y su capacidad de análisis. Durante sus 15 años como juez, Alito ha demostrado ser un jurista sin prejuicios, guiado por el derecho y los hechos presentados en cada caso.
En dos previas ocasiones, el Senado ha unánimemente confirmado a Alito para cargos federales. La primera vez fue para ser el fiscal federal para New Jersey, donde sirvió desde 1987 hasta 1989. Más recientemente en 1990, Alito fue nominado a su cargo en el Tribunal de Apelaciones por el ex-presidente George H.W. Bush, y otra vez fue confirmado por el Senado unánimemente. Durante ese proceso de confirmación, el senador Ted Kennedy citó los “antecedentes distinguidos” de Alito como la base para su apoyo. El Senador Bill Bradley apoyó a Alito “100 por ciento” y dijo que el jurista haría “contribuciones que se mantendrán firmes a pesar del transcurso del tiempo.”
La manera en que Alito interpreta la ley no ha cambiado desde ese tiempo, solo ha cambiado el hecho de que tiene aun más experiencia como jurista. El Alito de 2006 es aun más calificado que el que fue confirmado previamente por el Senado. Otra vez le toca al Senado el deber de cumplir con su obligación constitucional de “consejo y consentimiento” sobre este nominado excepcional.
Aunque al Jurista John Roberts se le brindó un tratamiento justo durante su confirmación, un mejor ejemplo de lo que ambos partidos deben buscar es un proceso de confirmación como el de la magistrada actual Ruth Bader Ginsburg. En 1993, el presidente Clinton nominó Ginsburg para la Corte Suprema. Aunque Ginsburg mantiene opiniones muy diferentes que la mayoría de los Republicanos en su interpretación de la Constitución y había trabajado varios años para la “Unión Americana para las Libertades Civiles” (ACLU) – una organización que históricamente se ha encontrado al lado opuesto del punto de vista que se pudiera llamar conservador – fue la fuerza de sus calificaciones que influyó sobre los 97 senadores que votaron a favor de su confirmación. El resultado final de ese voto, 97 a 3, sirve como un símbolo de la dignidad que se le brindó a Ginsburg y el reconocimiento de sus credenciales impresionantes.
Como sucedió con el caso de Ginsburg, los hechos más importantes para considerar con respecto a la nominación de Alito deben ser sus calificaciones y el método de razonamiento con el que interpreta a la Constitución. Hasta el líder de la minoría demócrata del Senado, Harry Reid, ha aceptado el principio de que aunque no se esté de acuerdo con la conclusión a la que llega un magistrado, la capacidad mostrada en su razonamiento debe ser suficiente para ganar su respaldo.
Como Alito mismo ha escrito, a pesar de lo que alguien piense sobre una controversia que vaya ante la corte, la función de un juez es asegurar que la decisión “… no es arbitraria, irracional o contradiga las leyes”. La nación pronto aprenderá que la capacidad que Samuel Alito llevará al Tribunal Supremo es algo que beneficiará a todos en Estados Unidos.