Sácale brillo a tu nombre

Ana Díaz Sesma

¿Sabías que en la antigüedad pensaban que el nombre propio marcaba el destino de las personas? Por eso, se llamaba a los recién nacidos como a un elemento de la naturaleza o poder sobrenatural, con las características que se quisieran para él. Por ejemplo, si en una tribu de Pieles Rojas le ponían a un bebé “Oso Blanco”, era porque se esperaba que el pequeño, desarrollara fuerza y grandeza, cualidades de ese animal. Actualmente ya no se escogen los nombres como antes, si fuera así, tal vez tú serías “Montaña humeante” o “Cara de luna”. ¿Te imaginas?

Ahora, los papás eligen el nombre de sus hijos en memoria de un familiar, o porque ellos así se llaman, o simplemente, debido a que les gusta o está de moda. En la actualidad, hay Diegos, Camilas, Sofías, Pepes o Paolas. Pero, en tiempos de tus abuelos o bisabuelos, de los más comunes eran: Pascual, Cayetano, Guillermina, Remedios y Milagros, entre otros.

Sin embargo, al igual que los nombres antiguos, los modernos también tienen un significado especial, que se ha perdido por la evolución del lenguaje. Ya casi nadie sabe de dónde proviene su origen, ni qué quieren decir. ¿A que no sabías que Rodrigo es igual a “Glorioso”; Regina a “Reina” y Fernando a “El Protector”? ¿Tú sabes el significado del tuyo?

A algunos nos hubiera encantado llamarnos como un amigo, un cantante o un actor, ¿verdad? Pero, acuérdate que aunque no escogimos el nuestro, es el mejor que los papás pensaron para hacernos únicos, e identificarnos y diferenciarnos de los demás.

Una forma de valorarlo es conocerlo mejor. Investiga de dónde viene y qué quiere decir, te vas a sorprender cuando te enteres. También puedes encontrar qué relación tiene con tu forma de ser, verás que entre más sepas acerca de él, más propio lo sentirás.

La mayoría de veces asociamos el nombre con alguien que conocemos y éste nos gusta o disgusta, no tanto por cómo suena, sino porque lo ligamos con sus cualidades o defectos. Pero recuerda que el nombre no hace a la persona, sino al revés.

Por esto, no olvides que tú eres mucho más que un nombre. Tu autoestima, o sea, el aprecio que tienes por ti mismo, es algo que depende de qué tanto te aceptas y te gusta cómo eres, con tus cualidades y defectos, y no por algo externo como la forma en que nos llaman.

¡Sácale brillo a tu nombre! La personalidad se la das tú, por esta razón te sugerimos hacer cada día tu mejor esfuerzo en todas tus actividades, para que cuando la gente lo diga, le parezca el mejor, no porque esté de moda o suene muy bien, sino por la persona que se llama así, o sea, ¡tú!

“Periodismo con valor”.

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