Realidad

¿En qué momento fue que perdimos nuestra conexión natural, humana, con la realidad, y dimos un salto al vacío? ¿En qué momento las certezas que nos acompañaron por milenios se relativizaron y nos dejaron con más preguntas que respuestas? ¿Y cómo encontraremos la verdad ahora, en estos tiempos líquidos, de ilusiones y posverdad, que nos ha tocado vivir?
Tenemos más información que nunca, pero nuestra ignorancia se ha multiplicado. Nos llegan “verdades” contradictorias por todos lados exigiendo ser creídas, pero cada vez nos inspiran más desconfianza. Aún los grandes medios de comunicación, antes respetables, nos parecen ahora medios de desinformación. Más que informados, nos sentimos infoxicados. Ya no sabemos a quién creer.
Debe ser por eso que muchos optan por un escepticismo práctico, por un escapismo mental o por un silencio resignado: sólo aspiran a sobrevivir en medio de la selva social y a disfrutar todo lo que se pueda mientras transcurre su tiempo. Son la mayoría silenciosa, de pan y circo.
Y mientras tanto crece la tecnología con promesas de un mundo mejor, pero sólo logra eclipsar cada vez más la humanidad del hombre. Manipulan los genes humanos, manipulan los embriones humanos y convierten al hombre en rata de su propio laboratorio. La ciencia de hoy se ha convertido en un grupo de locos queriendo crear una raza superior —poshumana—, a los que nadie parece ponerles freno.
Pero aun en medio de todo, con tanta falta de verdad y de humanidad, no hemos perdido la certeza de nuestro valor y de nuestra dignidad inherente. Nos revelamos a ser degradados. Hasta el filósofo más relativista e inhumano, pide ser tratado con humanidad. Y aun el darwinista más recalcitrante se resiste a tratar a sus hijos como productos de la casualidad más el tiempo.
Y es que, aun en medio de la realidad artificial con la que nos hemos recubierto, algo muy dentro nuestro nos grita que hay sentido, que la creación es maravillosa y que la humanidad es un regalo sagrado. Miramos una puesta de sol y sonreímos, observamos la naturaleza y suspiramos, nos relacionamos unos con otros y descubrimos la bendición de la amistad. Y cuando amamos todo cobra sentido.
Por eso seguimos adelante, por la certeza de que existe la verdad, aunque la tape un circo de mentiras. Y porque sabemos que, tarde o temprano, la realidad se mostrará diáfana y entonces todo saldrá a la luz.

 

Reality

At what point did we lose our natural, human connection with reality and jump into the void? At what point did the certainties that have accompanied us for millennia become relative and left us with more questions than answers? And how will we find the truth now, in these liquid times, of illusions and post-truth, that we have had to live?
We have more information than ever, but our ignorance has multiplied. Contradictory “truths” come to us from all sides demanding to be believed, but they inspire more and more distrust. Even the mass media, once respectable, now seem to us as means of disinformation. More than informed, we feel infoxicated. We no longer know who to believe.
That must be why many opt for a practical skepticism, for a mental escapism or for a resigned silence: they only aspire to survive in the middle of the social jungle and to enjoy as much as possible while their time passes. They are the silent majority, of bread and circuses.
And meanwhile technology grows with promises of a better world, but only manages to increasingly overshadow the humanity of man. They manipulate human genes, manipulate human embryos and turn man into a rat in their own laboratory. Today’s science has become a group of madmen wanting to create a superior race – post-human-, whom no one seems to stop.
But even in the midst of it all, with such a lack of truth and humanity, we have not lost the certainty of our worth and our inherent dignity. We reveal ourselves to be degraded. Even the most relativistic and inhuman philosopher asks to be treated humanely. And even the most die-hard Darwinian is reluctant to treat his children as products of chance most of the time.
And it is that, even in the midst of the artificial reality with which we have covered ourselves, something deep within us screams that there is meaning, that creation is wonderful and that humanity is a sacred gift. We watch a sunset and smile, we observe nature and sigh, we relate to each other and discover the blessing of friendship. And when we love everything makes sense.
That is why we continue forward, for the certainty that the truth exists, even if it is covered by a circus of lies. And because we know that, sooner or later, reality will be clear and then everything will come to light.