¡Prohibido ir al Baño!

Alborada rompe un viejo tabú

¿No era que los personajes de telenovelas no iban al baño? En Alborada, hemos visto a Hipólita vaciar y lavar el orinal de su hermana y al Conde de Guevara sentado en un retrete haciendo sus necesidades en frente de su madre ¿Será que Carla Estrada en su afán de mostrar la cruda vida colonial se tomó una licencia y rompió con un tabú? ¿O acaso ha habido más escenas escatológicas en las telenovelas?

El omnipresente orinal

Alborada tiene lugar a comienzos del siglo XIX, en los últimos años del virreinato español. En esa época, lujos del progreso tales como tuberías, agua corriente e inodoros con cadenas eran desconocidos. Incluso las letrinas no eran comunes. Los pobres hacían sus necesidades al aire libre como los animalitos y quienes gozaban de algún tipo de posición económica hacían uso de un utilísimo objeto conocido como orinal, bacinica o vaso de noche cuya historia se remonta al Antiguo Egipto. Estos objetos, que hoy solo emplean los niños y los enfermos en los hospitales, eran guardados en la recámara debajo de la cama o en un aparador especialmente hecho para ellos.

A partir del siglo XVII, los orinales se ocultaban en retretes portátiles parecidos a los que hoy se ocupan para adiestrar a los niños a ir al baño. Las bacinicas luego de ser utilizadas eran retiradas por criados que, generalmente, lanzaban su contenido por las ventanas, con previo aviso a los transeúntes de “¡Agua va!”. De ahí ha quedado ese vocablo de “¡Aguas!” en el hablar popular mexicano para indicar cuidado o alerta.

Alborada nos muestra cuán importantes eran los vasos de noche en la era colonial.

Primero vimos que la monja Catalina saluda a Hipólita, su sirvienta-hermana, con un “¡vacíame el orinal!”. Capítulos más tarde, Don Diego, Conde de Guevara, envenenado con un filtro amoroso utiliza la bacinica para devolver el contenido de su enfermo estómago. Finalmente, y en medio de una conversación con su madre, ¡Don Diego se baja los calzones y usa el retrete portátil!

El baño y las bajas funciones corporales no tienen espacio en el mundo rosa de la telenovela. No obstante, los amantes del realismo se han quejado de esta ausencia que hace ficticios a personajes tan perfectos que no tienen necesidades orgánicas. Aparte de que hay veces que el espectador no puede evitar preguntarse dónde irán al baño algunos personajes, como por ejemplo las protagonistas embarazadas, que siempre tienen la vejiga llena, los secuestrados o los perdidos en la selva. Por ejemplo, en Contra Viento y Marea, ¿dónde hacía pipí la embarazada y encadenada Perlita?

Aunque se entiende que en aras del buen gusto se evite el tema, sorprende su omisión cuando otros tabúes relativos a la fisiología humana han sido superados. Basta ver cómo los culebrones más realistas de América del Sur manejan las idas al baño de sus personajes. En una telenovela argentina Andrea del Boca confiesa sufrir de cistitis; en La Mujer de Judas, Chantal Baudeaux dice que no pueden raptarla ya que necesita ir al baño constantemente, y las mujeres de Betty La Fea estaban siempre entrando y saliendo del tocador de señoras.

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