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Para un pleito: ¿Mediador o Juez?

Digamos que usted es mi sobrino, y yo lo contraté para que me limpie y arregle las zonas verdes de mi patio. Pero un día encuentro una bella matera, toda rota. Al revisar observo que hay una marca negra que parece ser de una llanta pequeña al costado de uno de los pedazos. Cuando comparo con la rueda de la máquina de cortar la hierba, veo que hay una marca de pintura del mismo color que el de la matera. En mi mente, ato los cabos. Usted mi sobrino, quebró mi matera con la rueda de la máquina. Cuando le reclamo, usted me contesta, “No sé de qué está hablando.  No sé cómo se quebró”. El tribunal del pueblo, tiene el Tribunal de Menor Cuantía para resolver estos casos. Cuando voy a poner la demanda, el secretario me informa que puedo presentar el caso ante un mediador, o ante el juez. El mediador escucha las dos partes y les ayuda a llegar a un acuerdo sin la intervención de un juez. La ventaja es que el acuerdo no se registra en ningún expediente. Los dos firman un acuerdo, y prometen cumplirlo. El mediador logra que las dos partes queden conformes con el acuerdo. Pero si el juez dicta el fallo, una parte ganará, y la otra perderá. Usted que prefiere, ¿mediador o juez?
En el tribunal de arriba, Jesucristo no es Juez sino Mediador. Él no puede ser Juez porque no usa la Ley para relacionarse con nosotros sino la Gracia. Dice San Juan que  “la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Todo lo que hay en la ley nos dice la verdad de quienes somos, pero la ley no extiende gracia sino condena. Jesucristo también nos dice la verdad de quienes somos pero en vez de condena nos extiende gracia. Por eso el mismo Jesucristo dijo, “Yo no juzgo a nadie… no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Juan 8:15; 12:47). Es el Padre quien juzga. Pero ahí llega Jesús como la Gracia, pues dijo, “Nadie viene al Padre sino por mí”. Venimos al Juez en la Gracia de su Hijo. No es ninguna Gracia barata, pues le costó entregar su vida llevando sobre su cuerpo en la cruz todos nuestros pecados; y encima de eso algo peor, todo lo que somos. Se interpone entre nosotros y el Juez con su propio cuerpo, y con su propia vida. Sufre nuestra muerte para que nosotros gocemos de su resurrección y vida eterna. El grito que se escucha a lo largo de la historia de las Escrituras haciendo eco hasta hoy es: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). ¿Dónde lo encuentras? Está tan lejos como un suspiro de oración.

Contesto sus comentarios: haroldocc@hotmail.com

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